¿Va o no va?

Llegados a los 30, con varias experiencias vividas y lecciones aprendidas, sumadas al infalible sentido de la intuición, podemos darnos cuenta a velocidad luz si una relación tiene sentido y cuerda para rato o no, si será un proyecto al que debemos darle con todo, o solo un hipo juguetón, si esa relación que parece inminente va o no va.  


Como dice Sarah Jessica Parker en Sex and the City, la película, y ya lo he citado alguna vez, los 20 son para divertirse, conocer, tantear, experimentar, tonear a morir, hacer sin pensarla tanto, sin preocuparse tanto, sin planearlo todo. Entonces llegas a la base tres con un montón de historias que te dejan varias lecciones que deben ser aprendidas y, lo más difícil, aplicadas, solo así se puede crecer, madurar y aprender más. Nos vamos a seguir equivocando y con ganas, pero esos magullones por cada nuevo resbalón serán tomados más deportivamente.

Vivir para contarla. A mis 35, o como prefiero decirles, mis 18 años de vida más 17 de experiencia, puedo decir con toda la seguridad del mundo que las cosas siempre pasan por alguna insospechada y refundida razón; el tiempo cura todo; la vida está hecha de instantes; la perfección no existe; y la intuición nunca, jamás se equivoca. Tomando en cuenta todo esto, puedo seguir creciendo día a día, y si doy un paso en falso, sabré sortearlo y después de maldecir mi suerte y tumbarme, me levantaré, la vida continúa y Dios no se muda.

Estas lecciones aprendidas y aplicadas nos ayudan a saber qué es lo que queremos y a quién queremos a nuestro lado, a quién vale la pena mantener cerca y a quién preferimos dejar pasar y no volvernos a cruzar, ni en pelea de perros. Entonces, ¿estas lecciones mágicas que a veces olvidamos, son la fórmula para cruzarnos con la persona idónea? No necesariamente, pero nos ayudan, y si las sumamos a la intuición, vamos por buen camino.



La intuición siempre habla, siempre nos envía señales de alerta, siempre está ahí, el detalle es que a veces preferimos no escucharla, no hacerle caso, presionar el botón de ignorar y seguir, por ejemplo con ese chico que nos trae embobadas, aunque no tenemos absolutamente nada en común. Presentimos que sólo sera otra pérdida de tiempo, pero una anécdota más para el libro, una nueva raya al tigre, un error más no nos puede afectar tanto. Al finalizar con la fiebre ilusoria y darnos cuenta que si pues, ese pata no sumaba nada y no era ni la sospecha de lo que buscamos, recordamos esa sensación de inseguridad, esa advertencia de ir con cuidado, y tras admitir que la intuición es sabia, prometemos hacerle caso la próxima vez, promesa que se romperá cuando la imprudente ilusión nos quite los sentidos y nos alborote el corazón.

Nuevamente comparto mi experiencia. Hace unos cinco años, más o menos, conocí a un pata, llamémosle el Brasileiro, en un bar subte del Centro de Lima. Bailamos, nos besamos y, como vivía cerca a mi casa, compartimos el taxi de regreso. Al día siguiente me llamó, quedamos para encontrarnos y mientras yo me arreglaba para ir a verlo pensaba si esto que empezaba, o eso parecía, tenía sentido, pregunta que volvió a mi cabeza cuando el Brasilero habló por teléfono y le dijo a su amigote que no iba a salir con él porque estaba con su flaca, o sea conmigo. ¿Me gusta ser su flaca? me auto preguntaba.

Con el correr de los días me di cuenta que nada que ver, que este Brasilero no era lo que yo quería, que esa pregunta que siempre me rondaba cuando estaba con él era una señal de alerta de mi intuición, que seguir con él era entramparme en otra no relación y que lo mejor era decirle hasta aquí no más, gracias por todo lo bonito, no estoy interesada, honestamente yo doy para más, aunque esto último suene un poco soberbio.

Él no tenía intenciones de superarse, de crecer como persona y como profesional, de pensar a futuro y planear qué hacer cuando las fuerzas y la juventud se la acaben, de trazar metas compartidas y, ahí entra lo valioso de las lecciones, yo sabía que él no iba a cambiar por obra y gracia del Espíritu Santo, y yo no tenía ganas de perder el tiempo. ¿Ven? A los 30 ya sabes que quieres, a dónde vas y con quien quieres ir, o esa es la idea.


Decir no va en una, sin segundas impresiones y solo porque sospechamos que nuestra intuición no está conforme no es fácil, al menos no siempre, porque la ilusión nos pinta todo bonito, junto con todos los pros que nos puede dejar una nueva historia. Tentar suerte también es válido, de repente malinterpretamos a la intuición, y hay que arriesgar para ganar, pero entendamos que merecemos lo que queremos, y no un ápice menos. 

La persona perfecta no existe, eso es cierto, pero si el hombre idóneo que nos de el trato, comprensión, cariño y tiempo que merecemos. A esa persona, que más de una vez pensamos que no llegaría, y que nos da más de lo que imaginamos, vale decirle si va.

Canción para decidir si va o no va... Una buena canción puede ayudarnos a tomar decisiones sabias, más aún si es en una tarde de sol, Mar de Copas habla de una que llega cada siete días, pero como la primavera ya está aquí, podemos disfrutar del sol que se asoma después del medio día más a menudo




Ya que en este post repaso el efímero y funesto capitulo con el Brasilero, tengo que compartir esta canción que, según él, fue nuestra. Debo confesar que un tiempo después cuando la escuché y disfruté en vivo en lo último que pensé fue en él, y es que una mala experiencia no debe malograr una buena canción

 





  

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