Ni contigo, ni sin ti
Cuando no estás conmigo las horas son mas largas, decían las Pandora en una canción tan antigua como cursi, y algo insufrible también. Si, cuando uno está con otra persona, sobre todo cuando inicia una relación queremos hacerlo todo juntos, de la mano, sin despegarse, pero llega un momento en que necesitamos algo de aire, así extrañemos irremediablemente al otro.
Al empezar una relación con una persona, enlistamos todas las cosas que podemos hacer juntos, según la afinidad de ambos. Entonces se nos abren un abanico de oportunidades: ir al cine, teatro o algún concierto; salir a caminar, de paseo o de viaje, al campo, la playa o algún país que con las justas aparece en el mapamundi; hacer ejercicio, ir al gimnasio o a trotar cada mañana; cantar hasta destrozar tímpanos ajenos en un karaoke, bailar toda la noche y la madrugada o beber y hablar solo porque si.
Nos damos cuenta que planear salidas de a dos es entretenido, y por más bonita que sea la situación, no es ajena a ese odioso pero. Puede que tú y tu nueva pareja sean muy compatibles, y sus gustos sean casi casi los mismos, sin embargo siempre existirá un punto, chiquito o enorme en el que no coincidirán. Entonces ¿qué sucederá? Entrará a tallar un término que en lo sucesivo será materia común, sobre todo cuando tú quieras hacer algo y él se niegue hasta el final. Dale la bienvenida a la negociación.
Negociación, del verbo negociar, según la RAE tratar un asunto para llegar a un acuerdo o solución. Es decir, se sientan, conversan y buscan una salida que los haga felices a los dos. Por ejemplo, tu chico, amorcito, osito, o como prefieras llamarlo se muere por ir a un concierto de punk contigo, pero a ti eso de vestirte de negro, ponerte pulsera de púas, y encima poguear te emociona tanto como leer un tratado de física cuántica. En pleno uso de tus facultades le dirías no en one, pero te enternece ver su carita de ilusión, porque claro, el quiere que escuches esa banda que tanto le afana y, de paso, te involucres en sus cosas y sus gustos. Entonces aplicas ese popular principio de una por otra, dame que te doy, tipo "ok, vamos al concierto, pero el sábado vamos al cine y yo elijo la película", y así aseguras tu entrada para esa comedia romántica que mueres por ver, pero a él no le termina de cuadrar.
Algunas veces te ligará y todos felices, pero no siempre, entonces decidirán hacer cosas por separado, para estar ambos complacidos y salvaguardar algo que por estar tan pegadita a él, has olvidado, el famoso espacio propio. Ese lugar en el que está todo lo que amas, y que incluso prefieres hacer a solas. En mi caso, ir al supermercado. Si bien la compañía es bienvenida, me gusta, y mucho, agarrar mi carrito, pasear por cada pasadizo e ir llenándolo con cosas que están en mi lista, o que se me antojan. O estar tumbada en la cama haciendo zapping compulsivamente, hasta estacionarme en alguna película o serie que me pueda entretener. Es algo que me gusta hacer sola, y para lo que necesito tener mi espacio.
Y así como exijo respeto a mi espacio, también debo respetar el espacio de la persona que me acompañe. Por ejemplo, descartar la idea de verlo los jueves, porque ese es el día de su pichanga; o ni llamarlo mientras juegue su equipo de fútbol favorito, porque durante el Mundial, la Champions, o la copa Perú, el mundo se detiene; o nunca planear algo los domingos porque ese día el desayuna, almuerza y toma lonche con su abuelita.
Al comienzo se te hará extraño estar lejor de él y no hacerle un comentario mientras ves un comercial, o pensar por largo rato si él aprobaría el color de esa blusa que estás a punto de comprarte, o si le gustará ese vino que estás eligiendo para beber mañana durante una noche tranquilos los dos en casa. Es ahí donde empiezan los mensajitos al móvil, whatsapp, facebook o lo que sea, solo para saber como está. Si tiene respuesta, tu mundo seguirá rosado, y hasta se te escapará una sonrisa y un suspiro, caso contrario, puede arder troya.Y es que esos chistes en los que la mujer se pone histérica porque no le responden el celular no son tan lejanos de la realidad, si enviamos un guiño, queremos que se nos devuelva, ni más, ni menos.
La teoría del espacio personal es una manera de salvaguardar nuestra identidad, sin importar la situación sentimental, y también nos asegura no desaparecer de la galaxia si andamos de a dos, sobre todo con nuestros amigos, esos que estuvieron ahí para repletar las horas vacías, o pasarte los kleenex ante cualquier catástrofe emocional. Además es un recordatorio de la persona que somos, tal cual, en unidad, porque a la larga solas y completas llegamos a este mundo, y solas y completas nos iremos.
Punto aparte, extrañar a la otra persona, hace bien, revitaliza la relación, nos recuerda lo mucho que nos agrada su compañía, y de paso nos brinda un tema de conversación que suele iniciar con un "no sabes lo que me pasó ayer". El cada uno por su lado, es una manera tácita de decir quiero hacer de todo contigo, pero también me hace bien estar de vez en cuando sin ti... pero muy de vez en cuando, así que este fin de semana no te salvas de acompañarme a ver esa película romántica de bajo presupuesto.
Canción para salvaguardar el espacio personal... Esos momentos a solas también pueden ser aprovechados para escuchar esas canciones recontra almibaradas, que dan vergüenza admitir en público que gozan de nuestra simpatía, o que nos arrancan alguna lágrima por alguna razón no identificada. Esta semana descubrí esta canción y me conmovió, y hasta ahora no se por qué
Esta canción es la que le da título al post y como saben es mi balada favorita, sin tanta melcocha, sin tanta frasecita rebuscada, como debe ser una relación sana, en la que se sepa de antemano que no todo siempre será bonito, y llegarán los momentos en los que no quiere estar contigo, ni sin ti... aunque prefiera andar contigo
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