Ya no pasa nada

Llega un momento en que sin querer nos damos cuenta de que esa situación que en un momento, que definitivamente no es este, nos hubiera destrozado o emocionado, ahora no nos mueve un pelo. No nos duele, ni nos entusiasma; ni viene, ni va; ni chis, ni mus, no nos interesa. En síntesis ya fue, ya no pasa nada.

Ya no pasa nada porque lo has visto tantas veces con otras chicas, que cruzarte con él y su nueva conquista no te interesa. Tal vez observes a la muchachita, serás inquisidora, le encontrarás al menos un defecto, eso es inevitable. Sentirás algo de pena por la incauta que él luce orgulloso, pero no confesarás eso en voz alta, so pena de que un desatinado te tilde de picona, de herida, de despechada. Además conoces de memoria la rutina del pata que tanto te entusiasmaba un tiempo atrás, a tal punto que hasta puedes apostar cuánto durarán. Lo has visto enamorado, y él no lo está, o de repente si. No le prestaste mucha atención a ese detalle porque recuerda que ya no pasa nada.

Ya no pasa nada porque nos han roto tantas veces el corazón que ya reconocemos el sentimiento de paporreta, ya es inherente, es parte de la vida, solo una raya más al tigre. La primera vez claro que dolió, la segunda, tercera, cuarta, de repente hasta la décima, y la vida se nos acababa, gastábamos cajas completas de kleenex, sufríamos en exceso y, claro al terminar de sonarnos los mocos jurábamos nunca más fijarnos en un mocoso, o en un tío con complejo de viejo verde, o en aspirantes a programas de reality, o en patas que conociste en medio de una borrachera, o chicos con pinta de niño bien que se te acercó en una discoteca de bonita reputación. La promesa no dura mucho, y te volverás a tropezar sabiendo que nadie muere de amor. Tú no serás la excepción. Por eso si te decepcionan, de nuevo, ya no pasa nada.  




Ya no pasa nada porque sabes que de un coqueteo bravo y un beso no va a pasar. Ese chico te gustaba, y te gustaba un montón, y parece que tú a él también le gustabas, percibías la química, los guiños iban y venían, y llegó el día en que agarraron. Inmediatamente empezaste a soñar, a imaginar, a planear, a alucinar. Obvio, lo primero que imaginaste fue la llamadita de rigor al día siguiente, pero la llamada nunca llegó. Lo vuelves a ver, vuelven a conversar, a coquetear, a agarrar, y al día siguiente tu celular no suena ni de casualidad. Es un círculo vicioso en el que transitas con la ligera esperanza de que ese beso de película romántica de aquellas  prospere, hasta que un buen día te das cuenta que naca la pirinaca, que lo que tienes con él es, fue y será un affaire cada dos o tres fines de semana. Lo asumes como hembra que se respeta y entras al jueguito con todas las precuaciones del caso, y ya no te emocionas, ya no pasa nada.

Ya no pasa nada porque reconoces que todo este tiempo estuviste enamorada de una ilusión óptica, de un hombre que de perfecto no tiene nada, de la idea que te hiciste de él y del idilio que podrían tener, Cuando la venda de la ilusión se esfumó y te pusiste los lentes de la realidad te diste cuenta de que él no es esa persona que pensabas, que no era verdad tanta belleza, que definitivamente el hombre perfecto no existe, y él no es ni la sospecha de lo que buscas. Entonces continúas con tu vida, él aparece de manera intermitente y ya no te entusiasma ver su nombre cuando suena el timbre del whatsapp o la tonada de moda en tu celular. Te fuiste de ilusión - landia en una, de la noche a la mañana, pero con la frente en alto, y sin intenciones de dejarte arrastrar a ningún país emocional que no sea el que tú eliges porque te sientes bien, a pesar de todo, y es que ya no pasa nada.


Cuando un sentimiento se vuelve rutinario, cotidiano, casi diario, nos deja de entusiasmar, o de asustar según sea el caso. O tal vez lo sigue haciendo, pero en menor medida, tanto se reduce que pasa desapercibido y ya no nos afecta para bien o para mal. Ese dolor incomprensible para todos, ahora es un recuerdo al que miras con recelo, con cautela, con una mueca que parece una sonrisa. Esa ilusión que te iluminó los días ya no te mueve el piso, o quien sabe ahora te remece el mundo, y lo hará así para siempre. Esa llamada que hacía que cambiaras los planes en una ya no te enloquece, ahora lo haces esperar, porque nadie te va a cambiar la agenda porque se le dio la gana.

Llega un momento en que te sientes tan inmutable que no te reconoces, sin embargo te sientes bien así, y sin darte cuenta caes en seco y reconoces que ya fue, y dices en voz baja, si pues, ya no pasa nada.

Canción para que ya no pase nada... Porque esa mirada, esa sonrisa, ese tonito de voz ya no te entusiasma, ya no doblega tu voluntad, ya da lo mismo, no solo no pasa nada, si no que ya no quieres nada a cierta persona que jamás hizo y/o hará nada para que cambies de parecer



Una persona que siempre me va a emocionar es Alejandro Sanz, que en dos semanas se presenta en Lima. Por supuesto, ya tengo mi entrada para el concierto y ya ando escuchando sus canciones nuevas para no andar perdida cuando las entone. Sin embargo, se ha filtrado la información de que la gira Sirope es un recorrido por toda su carrera, y que esta canción estará incluída. Alejandro Sanz entró a mi vida así, pisando fuerte






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