El arrebato

Era la primera noche que estaban juntos y que no veían estrellas porque no había espacio para ellas. Si él no había tenido miramientos, ella tampoco los tendría. Se había cansado de hacerse la buena, era momento de ser brutalmente honesta.


La ex de Chico se había ido, haciéndose la ofendida, la molesta, la resentida. A Chica jamás le cayó bien, siempre le pareció una huachafita disforzada. Nunca lo dijo en voz alta, al menos delante de Chico no, y así como se quedó callada, celebró para sus adentros la noticia de que Chico y la huachafita poca cosa habían hecho crack. ¡Al fin se dio cuenta que es una jugadora! pensó nuestra protagonista.

Chico no quería que su huachafita, se fuera. Ese rompimiento había sido producto de un arranque, lo cual era típico de él, sin embargo ella en su afán de hacerse la difícil lo dejó en una situación incómoda y se fue, impasible, con aires de superioridad y más disforzada que de costumbre. Al poco rato Chico ya no se sentía tan mal, Chica se encargó de que así fuera, por eso él le pidió que lo acompañara a buscar algo a su casa, que estaba cerca de donde andaban. Chica como era de esperarse aceptó.

Al llegar a la casa de Chico el frío de esa noche y la cerveza ya habían hecho efecto por lo que Chica corrió al baño. Una vez que salió se enfrentó a un pasillo que le parecía mas largo y oscuro que de costumbre, identificó la silueta de Chico a la mitad del camino y salió confiada, pero con cuidado. Se acercó a Chico para decirle vamos, pues los estaban esperando, pero él la detuvo y la empezó a besar. Chica no se hizo de rogar y lo besó también, aceptando una vez más. 

Cuando sintió más intensos los besos de Chico y sus manos que la querían recorrer, Chica puso resistencia, lo detuvo y finalmente se separó de él, utilizando la poca voluntad que tenía, ya que se le hacía difícil decirle no a Chico. Ella lo miró a los ojos, le repitió vámonos y salieron. En la calle, mientras caminaban empezaron a hablar de lo que había sucedido, cosa rara pues ellos solían besarse y quedarse en silencio. Era su tácita manera de finalizar la travesura y jurar nunca confesarla.


Caminaban separados pero sin dejar de mirarse. Chica le reclamó a Chico, porque ella sabía que el beso no era una muestra espontánea de cariño y de cuanto la deseaba, eso era una revancha de Chico porque la huachafita lo había dejado tirando cintura y él nunca perdía, no sabía cómo hacerlo. Chico reía nervioso y trataba de cambiar el tema, pero Chica insistía y le recordaba una y otra vez, yo no soy tu premio consuelo y si hoy no me provoca besarte, no lo hago. Sin embargo, a los cinco minutos los dos estaban besándose de nuevo y Chico le recordaba los pasajes bonitos de su historia.

Por supuesto que Chica recordaba cada escena, el momento en que todo comenzó, los primeros guiños coquetos, las miradas que la hacían sonrojar, las palabras que la enternecían, los desaires sin intención, ni malicia. Ella no esperaba que Chico lo recordara y que en ese momento, en una calle oscura cualquiera, él le quite las dudas, ella había sido su primer amor, ella le aceleraba el corazón cuando eran chicos, ella tenía un lugar en sus recuerdos.

Esas certezas fueron las que hicieron que se olvidara de sus reclamos, respondiera a cada beso de Chico, los mismos que se sucedían en cada esquina que los acercaba al punto de llegada, y poco antes de volver a entrar en escena con la careta de aquí no pasa nada Chica fue honesta y continuó diciendo lo que sentía sin modales, sin suavidad, sin filtro: Yo también te quiero y también me muero por dormir abrazada a ti, pero sabes que es imposible, ¿lo sabes no?

Chico se quedó callado, eso hacía cuando se quedaba sin respuestas, la besó por última vez, con la secreta esperanza de que la huachafita lo estuviera espiando y finalmente se soltaron la mano y entraron, él detrás de Chica que sonreía nerviosa, y por primera vez sintió que no le importaba lo que susurraran o pensaran. Primera y última, valgan verdades.

Aquella noche, Chica se sorprendió de ella misma, de lo franca que había podido ser, de lo directa que había sido con Chico. Confirmó que sólo con él podía permitirse esos arrebatos, porque a la larga, solo con él no guardaba esperanzas, no llegaría a ninguna parte, no iba a pasar nada más.


Sus preguntas fueron resueltas, eso no cambiaba para nada su primera historia de amor, solo le pintaba más entusiasmo. En adelante todo lo que le contaría a Chico no seria novedad, cualquier misterio había sido develado, incluso el mal carácter de Chica, que no era ninguna leyenda urbana, era tan real como ella. 

Eso creaba una nueva duda, el lado dulce y acaramelado de Chica sorprendía a Chico, su lado oscuro ¿lo habría terminado de encantar? Sea como fuere, esa noche, la noche del arrebato, Chica dejo bien claro que era parte de la realidad y esa primera historia de amor, parte de su pasado.

Canción para arrebatarse... Chica finalmente le había dicho a Chico lo que sentía, se había ido de lengua y le había dejado bien claro que ella no era una más



Esta canción no tiene mucho que ver con el post, aunque de repente Chica temblaba mientras le decía a Chico todo lo que nunca se animó a contarle hasta esa noche. Yo la encontré hace poco y recordé cuando me gustaba Natalie Imbruglia y que alguna vez le dije a alguien (soy 100 por ciento sincera al confesar que no recuerdo a quien), yes, I shiver




Comentarios

Entradas populares de este blog

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres