Indiferencia es lo que quieren

Los últimos días me han dejado claro como el agua una teoría que aunque ya he mencionado varias veces, vale la pena repasar. Por alguna insospechada razón a ellos les gusta el maltrato, la indiferencia, ignóralo y lo harás feliz.


Digamos que te gusta un pata, y te da la impresión que tú también le gustas. Y no estás leyendo entre líneas, él te busca, te dice para salir, conversan mucho, o sea, parece que hay algo de química y mucho de física. Sin embargo, están bien lejos de ser enamorados, son salientes y a veces sientes que de ahí no van a pasar. Esta idea tuya se concreta cuando él te baja de tu nube y te dice que no busca una relación por ahora, que son incompatibles en algunos aspectos, que apuntan a cosas diferentes o cualquiera de esas excusas típicas cuando alguien, especialmente ellos, quieren tener muchas cosas contigo, pero "etiquetarse" no es una de ellas.

Entonces tú, que lees todas las semanas esta pequeña bitácora y supones que algo de tanto parloteo debe ser cierto, pones distancia temporal, geográfica y tecnológica. Nada de llamaditas, nada de saluditos, nada de pasadas de voz. Lo bloqueas de buenas a primeras porque sabes que él no quiere nada serio, cosa que puede ser perjudicial para ti, y sabes como cuesta superar esas tempestades emocionales. Por eso dices next, inviertes tu tiempo y energías en cualquier cosa, y sin darte cuenta ya estás en otra onda.

No lo extrañas para nada, y es en serio, después de todo no andabas tan enganchada como creías. Hasta que un buen día estás despreocupada, viendo televisión y comiendo ese pan con el pavo que sobrevivió a la cena de año nuevo, o jugando pacman y escuchando esas canciones que a nadie más que a ti te gustan, o caminando despreocupadamente y de pronto recibes un mensaje en el whastapp. Paras en seco, lees y relees el mensaje, con cuidado porque no lo terminas de creer. Es él diciéndote hola, qué haciendo.



Tres palabras que te sorprenden, que es una regresión, que es casi casi como recibir el mensaje de un muerto viviente, porque después de todo, tú ya no pensabas en él, y se supone que viceversa. Es más, hasta llegas a la conclusión de que él no pasó por todo el trance que tú padeciste porque no le movías un pelo, o sea a él ni le iba, ni le venía y ese fue tu mayor argumento para enviarlo al país del olvido, sin posibilidad de traerlo de retorno, Y él fresh, de buenas a primeras y después de varios meses de ausencia, te saluda.

Tú respiras, y piensas que contestarle el saludo no estaría mal, total lo cortés no quita lo valiente, y tú si que te sientes fuerte y vencedora. Nada de meloserías, nada de dulzura, nada de explayarte. Solo le contestas hola, yo bien y punto, nada de qué tal tú, porque no te importa y te lo repites las veces que sea necesario para creértelo. Más fresco todavía, él te contesta y antes de que te des cuenta ya están conversando, aunque él habla como loro y tú te limitas a contestar monosílabos.

Estas a punto de despedirte porque el jueguito de hacerte la fuerte ya te está cansando y si sigues así en cualquier momento vas a olvidarte del trabajo de los últimos meses, vas a ponerte melosa y él va a inflar su ego y dejarte tirando cintura. Justo cuando estas por enviar un me caigo de sueño, ya hablamos, chau, él te dice para salir. Obvio tú le dices que no y pones cualquier excusa por más increíble que sea, todo vale. Acto seguido te despides, y te vas a la cama pensando lo irónico que es todo.

Y se pone más irónico cuando al día siguiente te vuelve a saludar y te vuelve a invitar a salir. Tú sabes que él va a insistir con lo mismo hasta que le digas, ok, vamos, así que para no hacerla larga, le aceptas la invitación. Evidentemente, te produces, o sea el hecho de que ya no quieras nada con él, no es motivo para no restregarle en la cara el mujerón del que se perdió, y vas con la promesa de que si te hace esperar aunque sea un minuto, te largas. La suerte juega a su favor y llega puntual e impecable. Sería una cita perfecta, pero el sentimiento está ausente, tú te encargaste de amordazarlo y encerrarlo antes de salir de casa, pensando que es por tu bien, y eso es lo único que importa.


Él te mira y te dice que estás guapa, mientras tú caes en la cuenta de que es la primera vez que te lo dice. Se porta cual galante caballero, te abre la puerta, te atiende, te sonríe y hasta se desvive en cumplidos, pero siente que tú no estás tan atenta con él como antes. En el mejor de los caso entenderá que no se portó a la altura, que está recibiendo lo que de manera indirecta te pidió cuando se excuso para no formalizar. Tu asientes, él quería poner distancias, tú bien educada y noble se la das. Lo conversan, él lo comprende y refuerza todos sus encantos, tú no cedes, pero llega un momento en el que se asoma esa sonrisita nerviosa que antes le regalabas sin tanto protocolo.

¿Qué pasa después? Esta pregunta tiene tantas respuestas como hombres en el mundo, pero hay dos tendencias. O se da cuenta de que en realidad si le gustaría tentar algo contigo, o vuelve a desaparecer. Ha conocido una nueva versión de ti que o le mueve el piso y hace que reconstruya la imagen que tiene de ti, o no era lo que esperaba, y termina pasándola tan mal como tú.

Moraleja: Se indiferente y serás feliz. por un lado, evitas hacerte bolas con un pata al que no le interesas, o sin esfuerzo y sin quedar mal llamas su atención y se voltean las cosas, ahora él infla tu ego con comentarios que siendo buena onda y atenta jamás habrías conseguido. Si, ellos son más complejos de lo que aparentan, y no hay un manual cien por ciento efectivo. Con ellos se aplica eso de vivir para contarla y cuesta, pero te deja el saldo de conocerlos un poco más, hacerte más fuerte y crecer. A cocachos aprendí, y que bien se siente aprender.

Canción para ser indiferente... Él quería ser ignorado, pasar desapercibido por tu delante, exigí indiferencia y como ya lo dije, mujer buena, noble y considerada que se respeta regala todo eso sin tanto bla bla bla. Aunque en el fondo seguimos siendo aquella chica falta de neuronas que tanto lo quería



Lo mandaste a la tierra del olvido, es verdad, pero por si queda alguna duda, ese lugar es remoto, con el mismo cielo de Lima en pleno invierno todos los días del año, así como el tráfico insoportable del Centro, para que él como un número más se pierda en el caos. O sea nada que ver con lo que se ve en este video de la canción de Carlos Vives












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