El lado amable

He hablado hasta el hastío de todos esos defectos que tienen mis ex. Los mismos defectos con los que no pienso lidiar y por los cuales dije next. Pero, nadie está tan loca (ni si quiera yo) para involucrarse con patas que son un solo de errores y miserias, o sea, algo bueno deben haber tenido. Veamos a esos ex desde el lado amable.


Primero, y como no puede ser de otra manera, está el Eterno. A ver, él tiene el insano hobbie de coleccionar chicas, está más rayado que un cuaderno triple raya, más inestable que clima en pleno fenómeno del Niño, y anda más perdido que cuy en tómbola. ¿Lo sabía cuando me fijé en él? No, lo sospechaba, pero recuerden que era niña aún y la inocencia de aquellos tiernos años me dictaba que si me fijaba en un chico malo, no había problema, porque la fuerza del amor cambia todo. Si, inocente y recontra pava era.

Sin embargo, no le voy a restar méritos, ensalzar a mis ex es el objetivo de este post. El Eterno siempre se ha distinguido por ser cariñoso, amoroso y hasta sus arranques de ternura tenía. Eso sumado a su pintaza (la cual se ha esfumado con los años) y sobre todo su sonrisa de niño bueno me traían de vuelta y media. Todo eso se resumió en lo que ya he dicho mil veces en el blog, el mejor primer amor que pude haber soñado. Ese es su principal atributo, creo. Me regaló una ilusión y yo recogí miles de recuerdos y varios sueños en los que él tenia el rol principal,

Después viene el Intermedio. A pesar de sus desplantes, de sus idas y vueltas, de su inestabilidad laboral, y de su impuntualidad, lo cual me hacía renegar siempre, el Intermedio era romántico, eso fue lo primero que me llamó la atención. Era cien por ciento melcocha, o sea el complemento perfecto para una chica melosa como yo. Éramos una dupla no apta para diabéticos. Además, el Intermedio tenía la intención de hacer las cosas bien.

Recuerdo que una tarde me fue a recoger a la espantosa y gris oficina en la que trabajaba, y de pronto me dijo, quiero ir a hablar con tus papás, quiero que las cosas sean como tienen que ser. Aunque hablaba muy en serio, todo quedó en buenas intenciones. Pero con él si alucinaba, aunque nada estaba muy claro porque teníamos hartas diferencias. Yo quería casarme en el convento de Santo Domingo, él quería que lo casara el cura que lo había bautizado, dado la primera comunión y confirmado; yo quería vivir en Lima, él no descartaba la idea de regresar a Chincha; yo quería tener a lo mucho dos hijos, él quería un equipo de fútbol completo. Ahora que lo repaso pienso en lo mucho que ha cambiado mi proyecto de vida. Si pues, uno se adapta a las circunstancias, así funciona.


Aunque Barney fue un grave error en mi vida, no puedo dejar de incluirlo. Él me enseñó que el amor a primera vista no existe, no funciona, no va. Aventurarse sin conocer a la otra persona no te lleva a ninguna parte. El click, antecede al crack. Sin embargo, Barney y yo tuvimos una relación corta, pero como Dios manda. Me presentó a su mamá, su hermana y su patota del barrio. Él también conoció a mi familia y todo bien, hasta que las cosas según él cambiaron. En realidad todo seguía como siempre, solo que nos empezamos a sentir cómodos en la relación y ya no había lugar para los modales, la cortesía y el carisma de los primeros días.

Al inicio Barney me parecía educadito, coqueto, de buen corazón. Las dos primeras cualidades desaparecieron con el correr del tiempo, pero lo último lo tiene, solo que el entorno no lo ayuda. Los ogros de la apestosa oficina en la que trabajé son sus tíos, la peor influencia que puede tener cualquier persona. Esto que puede ser un defecto, en realidad es una cualidad. Barney es influenciable, si se rodea de gente buena, se porta bonito, busca ser compatible con el entorno. Eso sucedió en la juguetería, éramos un grupo buena onda. En la oficina pasó todo lo contrario, y el resto es historia.

El Oficial es un tema aparte. Ahora que el tiempo ya ha hecho su chamba, pienso que ya lo pasado, pisado y enterrado, y siento que terminar fue lo mejor que hice por los dos, puedo recordar todos sus pros, que fueron muchos más que sus contras. Porque el Oficial era celoso, si, pero también era detallista, amoroso, emprendedor, y babeaba por mí. Y yo también por él. Recuerdo cierta vez que nos encontramos, él había tenido una reunión importante y estaba bien al terno. Ese día lo vi guapísimo. Él siempre me veía guapa a mi, así estuviera en buzo o en vestido de noche.

Sus detalles, que iban desde los regalos más caros y bien pensados, hasta llamaditas para desearme buen día y decirme cuanto me quería, me enamoraron. Obvio, yo también trataba de lucirme y tener gestos bonitos, imperceptibles para todo el mundo, menos para él. Tal vez su principal cualidad fue esa, él supo sacar la mejor versión de mi, pero no me gustaba verme tan perfectita, y así poco a poco empezamos a construir dos ediciones de nosotros, una era la que nos hacía ver como una pareja de revista y la que sacábamos a lucir en compromisos, reuniones y fiestas. La otra era la de ese par de personas que ya no se soportan, pero aguantan estoicamente todo, hasta que uno de los dos estalla y todo se va al demonio. Una tarde de marzo estalló todo, dejando daños no estimables, ilusiones deshechas y dos corazones hechos puré.



Del DJ que me rompió el corazón jamás he hablado mal, por la admiración y el cariño que aún queda. Sin querer, en esa desaparición forzosa que hicimos por el bien de todos, en especial el mío, reconstruimos un lazo que creímos que jamás había existido porque en su momento no le dimos espacio. Tiempo si, o sea fueron 4 años de inestabilidad emocional y mucha adrenalina, en algún momento debimos haber parado en seco y crear una amistad a nuestro estilo, o siendo francos, al estilo de él: irreverente, sarcástico, dulce a ratos, enternecedor siempre.

Esas son las cualidades que hicieron que me derritiera por el DJ. De su buen humor he hablado miles de veces, tenía ese poder de reírse de si mismo, y de encontrarle el lado jocoso a todo. Pero también tenía su lado crítico, si algo no le parecía lo decía sin tanta vuelta, como le venía, como lo sentía. Para redondear todo también tenía sus arranques de niño noble, y el poder de hacerme sentir bien con solo un abrazo. Y la verdad, la verdad cuando él me besaba, el mundo se me cambiaba, y me hacía sonreír una semana completa, o hasta que pasaba algo que sacaba a esa ogra que llevo dentro.

El chibolo que quiso refutar mi teoría de si me importa (me importó y me importará) que usted sea menor que yo me dejó un montón de teorías expuestas en este blog. Primero, la diferencia de edad es importante, sobre todo cuando estas en la base 3 con las cosas claras y por tentar suerte te involucras con un chiquito de veintitantos que no sabe ni donde está parado. También comprobé que a los hombres les gusta el maltrato.

Debo admitir, que el chibolo este me hacía sentir bien conmigo misma, hacía maroma y media para sacarme del hoyo en el que solía hundirme y de paso arrancarme alguna risa, y me escuchó cuando necesitaba contar todo lo que me pasaba. Si pues, el hacerse de héroe con sus amiguitos también de veintitantos en algo le ayudó, lastimosamente yo necesitaba soluciones reales y no solo buenas intenciones.

No están todos, es cierto, pero están los confesables, los que ya conocen por uno u otro motivo. Como nunca los vieron, mis ex sacando su lado más resplandeciente, el mismo que me cegó en algún momento, haciendo pasar por alto esos defectos que me desencantaron. ¿Ven? tan lunática no soy, tuve mis episodios altamente románticos son hombres que tenían su lado bonito. Ahora quiero un chico real, una tarea tan fácil como decidirse por quien votar. Al menos ya se por quién no, y eso es un gran avance.

Canción para apostar por chicos reales... Con virtudes que rescatar y defectos que se tendrán que tolerar, porque una persona es eso, un ser humano y no un proyecto que pueda modelar a mi antojo, y que con el correr del tiempo se me haría bien aburrido. Y todo empieza con una pregunta cantada en una canción prehistórica, ¿quién eres tú?



El último viernes tuve mi siempre necesaria dosis mardecopera. Aunque fue un concierto algo accidentado, lo disfruté como no podía ser de otra manera. Y como siempre una de las canciones que mas coreé, bailé y viví fue esta, que pensando y repasando es una de mis favoritas, porque cuenta lo que se siente si algo así como el amor está en el aire













  

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