Tan distintos, tan iguales

Chico y Chica se conocen casi, casi por casualidad. Chico es brutalmente honesto, Chica no es fácil de impresionar. La franqueza, la claridad y los arranques de Chico, descuadran a Chica. Los modales, la voz almibarada y la desenvoltura de Chica le mueven el piso a Chico. Ambos pueden engancharse, pero frenan en seco cuando ponen en juicio un precepto universal, ¿qué tan opuestos deben ser los polos para atraerse?
 


Chico asombra a Chica porque no tiene poses, ni frases rebuscadas, ni historias inventadas, ni máximas hechas. Es él, ni más, ni menos. Chica trata de entender a Chico,  no le parecen del todo sus ideas, pero las respeta y se deja tentar, convencer, caer. Total, Chico es una persona nueva que ha llegado recién, no va a transformarlo todo. Las reflexiones de filósofa ambulante de Chico y esos cuestionamientos a convencionalismos que para él no tienen sentido, hacen caer en una a Chica. Ella toma distancias, piensas las cosas, mira a Chico y promete no embobarse. Punto en contra.

Chica es almibarada al cien por ciento, es melosa y lo confiesa sin reparo. A Chico eso no le gusta, él es seco, muy serio, cortante. Pero es tal el afán de ella en prestarle atención a los detalles mínimos de cada cita, que él le regala casi sin querer sonrisas, besos, saludos en el whastapp por las mañanas. Ella se sorprende con esos arranques de él, Chico se sorprende el doble porque él no suele ser así, pero ya que ella lo escucha y le regala su tiempo, por qué no tener al menos un gesto. No van a llegar muy lejos, son demasiado distintos para apuntar a algún lugar juntos, razona él.

Chico es estresado, es la persona mas estresada que Chica conoce. Como en una relación, o en un remedo de relación como es este caso, debe haber algo de equilibrio, a Chica le toca ser la relajada, y eso le vacila un montón. Ella está acostumbrada a ser la racional, la cuerda, la preocupada, y ahora  hace las veces de antídoto ante el estrés, el estado permanente de Chico. Lo escucha, lo aconseja, lo relaja, le pide que no se tome todo en serio. Él a veces no la entiende, a veces la reta. Ella se lo toma todo con calma, nada en serio. Las cosas van bien, mientras sean así de etéreas.


Chica tiene la risa fácil, trata de mantenerse de buen humor, y renegar con lo que inevitablemente le quita la tranquilidad hasta al más positivo: el tráfico, el caos en las calles, la gente que no hace bien su trabajo, su jefe que disimuladamente la carga de responsabilidades y no le paga ni un sol más por eso. Chico refunfuña todo el tiempo y por todo, se justifica diciendo que él tiene más  responsabilidades, ella lo entiende y se siente afortunada por haber tenido una vida algo más sencilla que la de Chico. Esa es una de sus tantas diferencias, la punta del iceberg. Eso define sus pensamientos tan antónimos.

Chico es ordenado en extremo, con sus cosas, con sus asuntos, con sus tiempos. En esa división milimétrica de todo en su vida, hace un espacio para él. Por ejemplo sus caminatas de los domingos por la tarde, costumbre que ahora canjea por pasar un par de horas con Chica. Eso a ella le gusta, porque aparece justo cuando casi se olvidaba de lo bonito que es recibir una invitación, más todavía cuando esta es espontánea, cuando le rompe el parámetro, cuando quiebra la inercia de una tarde cualquiera. Le gusta, si, pero trata de no entusiasmarse,. Se repite de nuevo que no se va a enganchar.

Chica cree que todo cae por su propio peso, que todo avanza paso a paso. Chico corre, apura todo, cuenta que el orden de los factores no altera el producto. Ella vuelve a repensar sus creencias, trata de ir a su ritmo sin pensarlo tanto, y sin poner en riesgo nada, mientras esconda el corazón todo en orden, piensa. Por eso se aventura de la mano de Chico, se olvida del protocolo, de la postura, y trata de esconder esas cosas, aun no sabe si son virtudes o defectos, que sabe que pueden espantar a Chico. Ese esconder no es para siempre, es solo mientras dure esta aventura en la que se ha embarcado, sin perder de vista el bote de emergencia.
 
 
Chico y Chica están viviendo el momento, lo que les toca, el instante en el que se cruzaron sin querer y sin saber. No quieren apostar nada, solo miran lo que sucede a su alrededor y se sorprenden al comprobar, como una misma cosa puede generar dos lecturas tan opuestas. A pesar de haber vivido y crecido en una misma ciudad y en la misma época, sus realidades son diferentes, sus reacciones y sus arranques también.
 
¿Qué pasará en un par de meses? Ninguno de los dos sabe a ciencia cierta, pero sospechan que este paréntesis en la historia tiene una fecha de caducidad. Chica le ha pedido ha Chico honestidad, esa que lo distingue, cuando todo se acabe, él se ha quedado callado, eso le da mala espina a ella que le ruega a su corazón que se quede quieto y escondido, no es momento de abrirse, ni de recibir, ni de ilusionarse. Una no sufre por las puras le repite. Si le dijera eso a Chico, él le daría la razón, al menos en eso no serían tan diferentes.
 
Canción para dos personas diferentes...Chico y Chica comparten su gusto por Mar de Copas. En la primera cita ella le contó cual es su canción favorita, él sonrió y ahora se da cuenta que no le falta razón, ella es la princesa perdida entre los árboles
 
 
Explorando y rebuscando canciones de Presuntos Implicados, apareció esta, que es lo que Chica le podría decir a Chico y viceversa. Aparece de pronto y hazme la noche, o la tarde, o el día entero
 
  
 
 

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