Llega, llega primavera

Desde el inicial, a uno lo emocionan con el día de la primavera. Te cuentan que el cielo se empieza a colorear, que el solcito ya se asoma, después de haber estado alegrando al otro lado del mundo durante varios meses, que todo florece, incluido el amor, que todo es bonito. Pero la primavera, no siempre es una temporada para recordar. Aunque hay eventos que vale la pena citar.


Cuando empiezas a crecer y algunas cosas empiezan a tener sentido, comprendes que eso del día de la primavera, no es la gran cosa, no es que te vayas a la cama el 22 de septiembre con una temperatura de 13 grados o menos y con una llovizna horrorosa y al día siguiente hay un sol radiante, tu plantita que sembraste con tanto afán empieza a germinar, los pajaritos cantan y todo bonito. Nada que ver.

La primavera tarda en llegar, mas o menos hacia mediados de octubre notas algún cambio significativo y permanente en cuanto al clima, aunque con esto del fenómeno El Niño, no se sabe, y en realidad es breve, porque en diciembre, junto con la avalancha de promociones navideñas llega el verano, y eso si nos anima a todos, y debería celebrarse tanto como la primavera.

No sé si sigan haciendo el festejo por el día de la primavera en los nidos, porque ahora las fechas cívicas han aumentado y con el día del Niño, festejo relativamente nuevo, todo ha cambiado, pero cuando yo iba al jardín (hace ufff años) si había celebración con reina de la temporada y todo. No recuerdo haber ganado ese concurso, a mí me bastaba con ser la princesa de mi casa.

El día de la primavera me empezó a entusiasmar en mis años colegiales. En primaria era un día esperado con particular entusiasmo porque ese día podíamos ir con ropa de calle y todo era algarabía. Claro, el 23 de septiembre también celebra a la juventud, y como en ese entonces no había día del niño, nos metían a niños, adolescentes, jóvenes y demás habitantes del país del Nunca Jamás en el mismo saco. Durante la primaria la celebración se limitaba al recreo animado, la rondita, los bailes infantiles tradicionales (lo que ahora sería el chuchuhua), nada espectacular. Pero en secundaria la cosa cambió.

Si nosotras nos esmerábamos y pasábamos horas de horas ensayando nuestras actuaciones por el día del profesor, todo eso era recompensado el día de la juventud. Los profes cantaban, recitaban y hasta bailaban. Era un gesto bonito, porque nosotras sabíamos que montar una actuación, y más en un colegio nazi que te metía en la cabeza que la perfección era posible, no se hacía de un día para otro. Requería dedicación, tiempo, paciencia, ensayo.


La actuación que presentaron en 1997, cuando yo estaba en quinto de secundaria, fue memorable. Fue en el salón de actos, yo estaba sentada en primera fila, con mis dos mejores amigas de la secundaria, y todo iba bien. Los profes bailaron, cantaron, recitaron, todo normal, hasta que presentaron al dúo Max, conformado por dos profesores muy populares entre las alumnas, jóvenes y carismáticos ellos. Bueno, en realidad uno era carismático, el otro, sin comentarios. Cuando entraron en escena a cantar "No pensé que era amor" y "Santa Lucía" el alboroto fue general. Gritamos, nos tiramos al piso, les aventábamos casacas, y si ningún brassier voló al escenario fue porque la hermana directora estaba justo adelante. Hasta ahora al escuchar esas canciones sonrío y recuerdo con cariño ese 24 de septiembre de 1997. Una experiencia que estoy segura, la mayoría de compañeras de mi promoción recuerda.

Una vez fuera del colegio, el día de la primavera coincidía con fechas previas a parciales, o sea, ya no aventaba casacas, sino apuntes, separatas, libros, avances de trabajos. Como es normal, andaba estresada, ansiosa y desesperada por rendir el último examen y olvidarme de tanta presión, al menos los dos días que duraba el fin de semana. Pero, siempre hay excepciones. 

Recuerdo que un viernes yo tenía clases de periodismo radial. Llegó mi profesor, Carlos Bejarano (este donde este que Dios lo bendiga, ese hombre me cambió la vida), hizo un dibujo medio abstracto en la pizarra y contó su teoría de la hamaca, basada en un capítulo de la recordada serie Los Años Maravillosos. Esta teoría es similar a mi concepto del medio cielo, un lugar que no se sabe muy bien donde está, pero quienes lo transitan están bien, en paz, felices, sin sobresaltos. Bueno, para el profe todos los que estábamos escuchándolo medios boquiabiertos estábamos en el medio cielo, sobre la hamaca. Nos dijo son jóvenes, estudian en una de las mejores universidades del país y encima, aunque no parezca, hoy es primavera, qué mas pueden pedir.

Yo volví a casa con esa idea en la cabeza y un toque más contenta de lo habitual. El universo conspiró y ese día una serie de sucesos que involucran a El Salmón y al Eterno, convirtió al 23 de septiembre del 2006 en uno de los días más felices de mi vida. Por un momento pensé que la felicidad se iba a prolongar durante todo el fin de semana, pero todo puede cambiar en un minuto, y la sonrisa se me borró cuando el Eterno me rompió el corazón, una vez más, la última y para siempre, lo juro. Esa noche, mientras me daba cuenta que ya era 24 de septiembre, Maldita Primavera se convirtió en mi canción.

  

No puedo dejar de mencionar, aquella ocasión en que las AgroBellas y yo, sin cumpleaños, ni festejos a la vista, decidimos celebrar la primavera,vistiéndonos de colores pastel y yendo a beber, bailar y brindar a un bar de Pueblo Libre. Recuerdo que bebimos moderadamente, bailamos un montón y comprobamos una vez más que cuando nos juntamos no hay manera de pasarla mal. No se necesita una ocasión para celebrar la amistad, da lo mismo que sea el primer sábado de julio con sus Pilsen más, o un jueves cualquiera con una botella de agua. A nosotras se nos ocurrió festejar la estación de las flores porque total, nosotras somos un ramillete de flores mixtas, todo un popurrí.

Dicen que así como florecen las plantas, el amor florece en primavera, y hasta la idea de una boda en esta estación se hace de lo más romántica. Yo no creo mucho en eso, o sea, el amor puede florecer en cualquier época del año y una relación crece y se oxigena si los dos involucrados ponen de su parte, y en eso no tiene nada que ver el cambio climático, el fenómeno del niño, ni el Senamhi. Veamos que sorpresas nos depara esta primavera, que no se colorea aun, Entre tanto, yo recojo esos recuerdos primaverales y los comparto con ustedes invitándolos a que traigan esos momentos gratos a la cabeza y les den permiso para que les arranquen una sonrisa.

Canción para darle la bienvenida a la primavera... Ya que hablé de este canción, que alguna vez adopté, escuchemos Maldita Primavera, pero en la voz de Javiera Parra y los Imposibles, igual de intensa que Yuri, pero algo menos pre histórica




 Esta canción siempre me gustó, y pasó a la inmortalidad después de ese 24 de septiembre de 1997, cuando nuestros queridos profesores, con guitarra y bajo en mano, la interpretaron. Los nombres no los voy a revelar, como es mi costumbre, pero estoy seguro que mis compañeras del colegio saben muy bien a quienes me refiero... y más de una soltará un suspiro, mas todavía al oír Santa Lucía


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres