El planeta de los caballos

Mujeres del mundo, las invito a hacer un ejercicio mental. Hagamos un esfuerzo en recordar algunos capítulos vividos en la últimas semanas. ¿Alguno incluye un chico dando su asiento (sin que estén o parezcan embarazadas o lleven un niño en brazos, o estén lesionadas), o abriéndoles la puerta, cediéndoles el paso, o algún gesto educado y galante? Si la respuesta es no les doy una cálida bienvenida al planeta de los caballos.


La caballerosidad, una virtud tan apreciada y buscada durante años, ese gesto que asumíamos tenían todos los hombres porque seguían el ejemplo del príncipe azul que rescataba a Aurora, más conocida como la Bella Durmiente, de su largo sueño, esos detalles que imaginábamos nos colmarían en todo momento de nuestra vida, está en peligro de extinción. Y no crean que me gusta decirlo, pero debo contarles la verdad, la caballerosidad y la inteligencia están subvaloradas.

Estamos en la era de la imagen, todo entra por los ojos y buscamos vernos bonitas, siendo nuestro complemento perfecto un chico guapo. Queremos que nos luzcan, lucirnos y, por supuesto, generar esa pizca de envidia que tanto bien le hace a nuestro ego. Lamentablemente los buenos modales, la inteligencia, el sentido del humor, la facilidad de palabra y otros atributos, que no incluyen la sonrisa perfecta, o el resultado de horas en el gimnasio, no saltan a la vista.

Lo dejamos pasar. No nos interesó tanto que nos abran la puerta, que nos acomoden la silla, que carguen nuestros libros, que nos ayuden a quitarnos o ponernos el abrigo, y empezó a ser materia desconocida, u olvidada a la fuerza.    

Inmersas en el mundo de la imagen, confesándonos fervientes seguidoras del homo videns y creyendo que solo cuenta lo que entra por los ojos, dejaron de interesarnos los chicos educados, entonces ahora ellos creen que si tienen pinta no necesitan nada más y al diablo los buenos modales. Exactamente el mismo camino sigue la inteligencia. Ha sido subvalorada, desestimada y pasada de moda, mientras más brutos mejor, creen algunos.


¿Y qué pasa con las mujeres que como yo rechazamos esas teorías y buscamos caballeros leídos y no caballos a medio domesticar? Estamos en un tremendo lío, y como si fuera poco nos tachan de exigentes. Exigentes porque buscamos especies en peligro de extinción, y las responsables somos nosotras mismas que izamos la bandera del feminismo, sin comprender que eso no dicta que somos mejores, dice que somos iguales. Nosotras que nos quedamos embobadas ante una sonrisa de revista y le inventamos todas las virtudes a ese chico que es perfecto porque es guapo. Nosotras que buscamos un amor racional, pero con cara bonita. 

Tal vez nuestro imperdonable error es imaginar que el hombre perfecto existe, a pesar de que en incontables ocasiones nos hemos dado cuenta de que no es así, sumado a que sabemos de memoria que nosotras tampoco somos pepita de oro. Somos humanos perfectibles, no perfectos. Ojo, que con esto no quiero decir que todos los guapos son unos trogloditas o viceversa. Que deben haber chicos guapos y detallistas, los debe haber. Que estén disponibles, eso es otro cantar y es un toque más complicado.
 
Seamos sinceras con nosotras mismas y pongamos en una balanza la cara bonita y el cuerpo perfecto, versus  los buenos modales, la inteligencia y el sentido del humor, ¿Qué preferimos? Se que hay mujeres que dirán lo segundo, es más a vista de los demás todas diremos eso para no parecer frívolas, pero con franqueza, preferimos lo primero, porque total eso de la caballerosidad, tema de conversación y demás se soluciona regalando el libro de Frida Holler, un par de enciclopedias, una revista con chistes y una suscripción a El Comercio. Para que un pata sin "su carisma y su simpatía" sea el clon de algún modelo, tiene que volver a nacer, no hay más.
 
Eso de la pinta es lo de menos, es una mentira. Por creer eso, es que nos perdemos la oportunidad de conocer a hombres que valen la pena. A las pruebas me remito. Recuerdan el chico de la noche sin besos, si me hubiera negado a dirigirle la palabra porque no me parecía para nada cuero, no sabría que aun hay chicos que creen en la caballerosidad y la defienden en su casa o en un antro bien subte del Centro.
 
 
 
 
Dicen por ahí que un chico que trata a su enamorada, novia o esposa como una princesa, es porque fue educado por una reina. ¿Qué clase de reina vamos a ser si elegimos a nuestro rey por su pinta?, ¿nos adelantamos a los hechos y les contamos a las mujeres pequeñas, recién llegadas y por venir de que mejor no se esfuercen ya que nos encargamos de acabar con la esperanza de prolongar la existencia de los caballeros?, ¿preferimos que nuestro hijo vaya a un gimnasio antes de que nos ayude en casa?, ¿será mejor llevarlo al mejor dermatólogo y dentista de la ciudad antes de alentarlo a estudiar en una universidad o instituto? En síntesis, Carreño y Frida Holler serán libros que se verán tan raros como hoy miramos los libros de taquigrafía, o una especia de saga del Cantar del Mío Cid.
 
Un chico con cara bonita nos va a durar con suerte 20 años. Un chico con billetera nos durará lo que le dure el puesto, los ahorros y las fuerzas para trabajar. Un chico con buen cuerpo nos va a durar lo que dure el efecto de los anabólicos. Un chico que quiera parecer caballero, pero tiene modales aprendidos en alguna película gringa durará lo que tarde el periodo de conquista. Entonces la pregunta es ¿vale la pena suspirar, babear y hasta sufrir por cualidades con fecha de caducidad? 
 
Está en nuestras manos exigir el trato que nos merecemos, rescatar cualidades como la inteligencia, revalorar esos buenos modales, y no solo en la primera cita. Más que reclamarlos, podemos predicar con el ejemplo. ¿no? El por favor y gracias, así como el buen día, son palabras que están de manera permanente en nuestro vocabulario, así se tengan 10, 25, 34 o 90 años. Si señores de la tercera edad, sus canas no les dan el derecho a exigir las cosas. Respetos guardan respetos.
 
Canción para rescatar a los caballeros... Ni caballos a medio domesticar, ni perros arrepentidos, ni bacancitos de balcón. Yo busco un caballero de verdad, si su cara es aceptable, tiene su talla y sus manos limpias, mejor todavía (aunque lo de las manos es requisito indispensable). Tampoco pienso aceptar marionetas
 
 
 
 
Esta canción es recontra antigua y olvidada hasta por mi, pero eso no le quita la dosis de diversión que Yuri le sabía dar a algunos de sus temas, tipo el apagón. Nosotras podemos ser celosas, pero cuando ellos entran en pánico porque alguien les está quitando protagonismo la escena se vuelve jocosa, y tenemos a los hombres al borde de un ataque de celos
 








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