Dulce como Candy

No, no me refiero a las chicas Candy, que son la célebre canción de Plan B andantes. Tampoco hablo de las señoras y señoritas de farándula que se hicieron conocidas por chapar con uno y otro, mientras más chibolo mejor, y volvieron el nombre en adjetivo. Me refiero a la Candy que vi en la televisión, y con la que sufrí, hasta que un día me di cuenta de la realidad. Candy es una tarada.
 

Las chicas (y algunos chicos también) de base dos y medio a más deben saber a qué me refiero cuando hablo del anime Candy, o si escuchan el estribillo "si me buscas, tú a mi". Y si, Candy era un célebre anime para niñas, es más era una telellorona en dibujos animados. Candy era huérfana, la separaban de su mejor amiga, la adoptaba una familia adinerada, se enamoraba, el chico moría en un fatídico accidente de caballo, luego ella viajaba, se enamoraba de un rebelde sin causa (los preferimos malos, ¿o no?), y finalmente se separaba de él, pero con la garantía de que se iba a ir derechito al cielo.
 
Cuando tenía unos 13 años, yo veía Candy, todas las tardes religiosamente mientras hacía mis tareas, y suspiraba, me emocionaba y sufría con ella. Y prestando atención y convencida desde tierna edad de que mi vida eran las comunicaciones, entendí que Candy era una telenovela en animación japonesa. Clichés al por mayor: su trágico inicio, su trágico destino, sus trágicos amores, y su trágico final, aunque eso no es telenovelesco, por eso los italianos dijeron no, y exigieron un final más digno y, por supuesto, feliz.
 
Y sin querer queriendo hay varios aspectos de Candy que aprendemos teóricamente y al ponerlos en práctica nos damos cuenta de que el Hogar de Pony y la realidad son dos cosas totalmente distintas. A ver, empecemos por la amiguita que es adoptada por una familia rica y al reencontrarse con Candy se hace la loca. A pesar de ello, Candy la perdona, la comprende y acepta sin musitar el castigo que le ponen porque la amiguita no es capaz de contar las cosas claras.
 
¿Ustedes creen que haya una mujer tan sonsa para aceptar todo eso?, ¿ustedes actuarían así? Yo no. O me hago la loca también, y si te accidentas qué pena; o la enfrento a solas para no hacerla pasar roche, pero bajo ninguna circunstancia me quedo calladita y dejo que me culpen de algo que no hice, O sea, el dibujito enseña a quedarse calladita, y eso no soluciona nada. Por suerte, las niñas ahora saben que hay que acusar, denunciar, delatar para hacer valer los derechos. Reclama y serás libre y feliz.
 

Terry, es un tema aparte. Yo tengo amigas que se enamoraron de Terry, porque como dibujo esta bien, aunque a mi nunca me gustó pelucón y malcriado. Y suspiraban con Terry y, claro sufrieron cuando Candy le dice que debe quedarse con Susana, que sacrificó su vida y su futuro feliz para salvarlo de un accidente seguro. Punto número uno con este galancete made in Japón: es el típico chico rebelde, malcriado, medio patán, pero resulta que en el fondo era sensible, y el amor de Candy lo cambia. Está de más decir que el amor no cambia a la gente, tema recurrente en este blog.  
 
Pero en el universo Candy eso fue posible, y con este cambio mágico de actitud del pata, se le cambia la suerte, se reconcilia con su mamá y se realiza su sueño de ser un gran actor. Candy de hecho se siente feliz al ver la magnífica obra que hizo su amor, y como mujer buena que se respeta se merece su final feliz. Y todo bien hasta que una tal Susana, gringuita y más buena que la misma Candy, se enamora de Terry y en un acto de heroísmo, salva al chico este de morir bajo las luces del teatro. ¿El resultado? Él queda ileso y ella discapacitada, condenada a una silla de ruedas de por vida, inmóvil, pero feliz porque salvó a su galán.
 
Entonces qué hace Candy, le regala a Terry como premio por su alma generosa. ¿Lógico? No, para nada. Hubiese sido más simple y feliz para todos pagarle una tratamiento, acompañarla a la rehabilitación y darle las gracias, pero no entregarle a tu enamorado, haciendo sufrir a las tres cuartas partes de tu audiencia, y renegar a unas cuentas sensatas. Yo estaba en el segundo grupo y hasta ahora me pregunto, ¿qué le pasó a Candy?, ¿acaso nunca escuchó de que nadie nace para mártir?, ¿será una falla de fábrica o tanto sufrimiento le averió alguna neurona?
 
Dentro de tanta tontería junta, al menos Candy deja algo claro, una vida de sacrificio, bondad pura y generosidad cien por ciento refinada, no te asegura un final feliz. Yo veo el final y asumo que Candy se queda en su Hogar de Pony acompañando a niños abandonados como ella. Hay algunas amigas que me dicen que se queda con el Príncipe de la Colina, que resulta ser el tío abuelo que la adopta al principio, o algo así. Como ya les conté los italianos dijeron, ah no, a mi me la dejas feliz o me la dejas feliz, y se les inventó un final digno de telenovela mexicana, Terry se divorcia y regresa a los brazos de su amada Candy, y todos felices.
 

Candy es el anime mas popular entre el género femenino, y tiene un encanto que hace que una que otra se enganche cuando la repiten, logrado un rating respetable para su horario. Como les contaba, cuando tenía 13 años la veía, y a los 15 la volví a ver, pero con mas recelo porque el Eterno me había roto el corazón por primera vez y no todo me parecía bonito. Y hacía hígado, tanto como ahorita, porque tanta nobleza y desacierto junto no era posible. No lo fue, no lo es y no lo será.
 
Moraleja, el sufrimiento y desprendimiento no es sinónimo de felicidad eterna, porque la felicidad es una decisión, más que una consecuencia. Una decide si enredarse la vida con un pata desmelenado, inmaduro y complicado, o dejarlo ir por salud emocional y tranquilidad mental. Una decide si se la pega de mártir o se pone un poquito egoísta y opta por salidas que beneficien a todos, o a la mayoría por lo menos. Una decide si continua con una relación dañina o dice hasta aquí nomás y hasta chau. Una decide si ver las cosas por el lado malo, o tratar de verlo todo bonito, a pesar del cielo panza de burro que nos brinda Lima en este espantoso invierno. Yo, madrugando, haciendo hígado, tiritando de frío y todo, trato de poner mi mejor cara, porque si ser feliz está en mis manos, voy a intentarlo, ¿por qué no?
 
Canción para tomar decisiones inteligentes... Candy es solo la punta del iceberg. En el colegio yo quería pegármela de madura, anti sistema y realista, pero sin perder mi gracia. Entonces evitaba ver telenovelas con trama mexicana, y disfrutaba con las de trama social, siendo la mas recordada, añorada y celebrada, Los de Arriba y los de Abajo. Hablar de esta novela, es hablar de Los Mojarras y del triciclo ambulante llamado Perú


 
Lo lógico sería terminar de ilustrar el post con el intro de Candy. Algo menos usual y jocoso sería poner la versión de Plan B o de Los Juanelos, en versión criolla. Sin embargo yo opto por mi canción Candy favorita. Mandy Moore y su voz de adolescente melosa y dulce, como Candy
 
 
 
 

 
 
 


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