Quiéreme tal como soy
Digamos que te gusta un chico, y te gusta un montón. Entonces empiezas a acercarte indagando lo que le interesa y lo que le pone, prestando especial atención a esos gestos femeninos que le llaman la atención. Tú no posees esas cualidades, pero como para nosotras no hay nada imposible, te las inventas, total en la guerra y en el amor vale todo. Incluso reinventarnos, ¿o no?
Sabemos que no somos perfectas, tampoco aspiramos a serlo, y eso fue explicado detalladamente en mi post anterior, así como también expliqué que somos perfectibles. Es decir, nos esforzamos en ser una mejor versión de nosotras mismas, explotamos nuestra imagen en HD, y a nosotras nos gusta, nos vemos y nos sentimos increíbles con ese plus, llámese nuevo corte de pelo, kilos menos, vestidito de estreno, auto estima elevada, seguridad recuperada, o lo que fuese. Todo va bien, hasta que nos damos cuenta de que eso no es suficiente para esa chico que nos mueve el piso. Entonces sabemos que es momento de aplicar el infalible plan B.
¿Cuál es ese plan B? Acomodar todos nuestros atributos a eso que él busca. Por ejemplo, nosotras hemos jurado nunca en la vida pisar un gimnasio, pero como él va gimnasio y le despiertan interés las chicas que tienen como segunda casa el centro deportivo, tú le cuentas que te encanta hacer ejercicio, y por eso te matriculas en el gimnasio más cercano, te compras tus zapatillas, empiezas a acudir religiosamente y para que la cosa sea más creíble le dices para ir a correr juntos un día, cosa que nunca en tu vida has hecho, pero vale la pena inmolarse por ese hombre que, tú juras, es el amor de tu vida.
O, de repente, odias el metal, a tí no te vacilan los sonidos estridentes, ni los pogos, ni las pulseras de púas, eso no va contigo, a tí te gusta el reggaeton. Pero al chico que tienes en la mira, le gusta harto el metal, y tú en un gesto de tolerancia, vas a hacer el intento de escuchar un disco del que él te ha hablado muy entusiasmado. Al escucharlo te das cuenta de que definitivamente lo que para él es una obra maestra, para ti es un montón de ruido, sin embargo piensas optimista que de repente la calidad del cisco no es tan buena, y que la banda en vivo es otra cosa.
Por eso buscas un concierto y le pasas la voz para ir juntos. Tu pronóstico no fue acertado, en vivo son peores, pero durante todo el concierto, tú haces tu mejor actuación, balbuceas las canciones, aplaudes entusiasta, hasta tratas de poguear, tarea difícil con tus tacos número 15. Estas con él, y la idea es impresionarlo, ya después vas a tratar de marketaer a Nicky Jam y estas segura de que a él le puede llegar a gustar. El amor todo lo puede.
Con estos ejemplos no quiero decir que es malo involucrarte en las preferencias de ese chico que tanto te atrae, o que nunca debes pisar un gimnasio o escuchar metal. mucho menos de que cierres tus preferencias y creencias. Simplemente que no tienes por que hacer algo que no te nace, solo por caer en gracia al chico sobre el que haz puesto los ojos (y quieres poner la bala también). ¿Por qué? Porque en ese trance no tratas de perfeccionarte, tratas de ser otra persona con el objetivo de enamorar a un tercero que no se templará de tus cualidades, sino de ese disfraz que confeccionaste para que crea que eres la mujer perfecta para él. Nada más alejado de la realidad.
No es justo para tí, que niegas ser quien eres; ni para él, que se enamora de una persona que no existe. Obvio, la relación no tiene muchas esperanzas de ser exitosa, porque con el tiempo el disfraz se desgasta y sale a la luz quien somos en verdad, con virtudes y defectos. Es lógico que al iniciar una relación relucimos nuestro mejor ángulo, pero eso es muy diferente a pretender ser la persona que no somos.
Al margen, el hecho de que te intereses y te metas con todo a las actividades que a él le afanan, no son garantía de que le vas a mover el piso y se va a derretir cuando lo mires. Le va a gustar platicar contigo, porque en teoría hablarían el mismo idioma, pero ese lazo puede enviarte directo y sin escalas a la temida friend zone, área a la que una mujer irremediablemente ilusionada, como tú, no le gustaría entrar, porque entre algunas desventajas, es bien complicadito salir.
O, en el caso más triste, de repente le atraías algo, pero es de los que piensan que sería aburrido tener a su lado a una persona con los gustos idénticos, por lo cual eres descartada como pareja potencial, y volvemos a la zona de amigos, simplemente amigos y nada más (y ese más incluye derechos). ¿Hay hombres así? Si, hay algunos fervientes seguidores y defensores de la teoría de los polos opuestos atraídos irremediablemente; y a algunos les gusta pegarla de "instructores" por lo que involucrar a una mujer en su mini mundo de intereses y fascinaciones es un reto, y una satisfacción responder con conocimiento de causa a cada una de las interrogantes que surjan.
Puede que te derritas por él, y quieras llamar su atención a toda costa, pero no cambies tu esencia, porque a la larga, si alguien se va a enamorar de ti, que te conozca auténtica, tal y como eres, respetando tus gustos, tus intereses, tus pasiones. Somos como somos, no hay vuelta que darle.
Y así como no deberíamos cambiar por absolutamente nadie, tampoco deberíamos tratar de cambiar a nadie, y de eso también hemos hablado un montón de veces, una persona es un ser humano, virtudes, defectos, fortalezas, debilidades, pasiones, anticuerpos, el paquetito sale completo, y en ningún caso podemos compararlo, o tratarlo como un proyecto que queramos modelar a nuestro antojo.
Las personas cambian si, pero solo por si mismas, no porque le quieran agradar a otra persona, sumarse puntos con ella, o entrar a su exclusivo círculo de amistades preferentes. En una relación, hay puntos de convergencia, y otros inflexibles que los hacen distintos, pero a la larga los enriquecen, porque la idea de compartir con una persona, es llegar al final del día con la sensación de haber sumado experiencias, alegrías, emociones, y no agotados por interpretar un papel que no nos termina de convencer.
Canción para ser auténticos... Esta canción es recontra antigua, pero creo que siempre está vigente, y se presta perfecto para ilustrar el post. Alaska y Dinarama tienen razón cuando entonan que ni tú, ni nadie, nadie puede cambiarme
El fin de semana, después de muchas lunas fui a ver a Campo de Almas, un concierto bacán, por lo pequeño del local, que le daba una onda íntima a la tocada, y con los cinco integrantes originales, además que marcaba el retorno de la banda, que tiene cuerda para rato. Esta es una de las canciones que más disfrute, porque es mi favorita de ellos, ese bolero que cuenta que nada sucede por casualidad
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