Tantas veces Pedro

No es novedad que una de mis debilidades son los conciertos, y ahora que puedo, voy a todos los que quiero. Por ende, yo fui una de las más de 30 mil personas que estuvieron presentes el sábado 18 de octubre en el Estadio Nacional. Al igual que todas los allí presentes, mi objetivo era escuchar y corear las canciones de Pedro Suárez Vértiz, porque él pensaba en volver y su público lo esperaba con los brazos abiertos.


Lo que voy a decir a continuación va a sonar trillado, cliché, frase hecha, pero es verdad. No se puede entender el rock nacional, sin hablar de Pedro Suárez Vértiz. Nunca he sido su fan number one, pero que me gusta, me gusta, que escucho su música, la escucho, y que sus canciones me remiten a un determinado momento de mi vida, pues si, lo hacen. Por eso, y por los artistas que venían, tenía sobrados motivos para ir a su concierto. Más allá de que si cantaba o no, era un bien merecido tributo, un público que lo quería ovacionar, y lo hizo, pero de eso hablaremos más adelante. 

Como la mayoría de personas, yo conocí a Pedro Suárez Vértiz como líder de una agrupación llamada Arena Hash, la misma que decidió terminar su historia en el 92, creo. Yo tenía 11 años, mi independencia musical aun no nacía del todo y no entendía por qué la gente hacía tanto alboroto porque se desintegraba un grupo, por más peruano que este sea. Muchos años después entendí qué significaba Arena Hash para la escena nacional, una banda que estuvo muy de moda en los 80, demostrando con su estilo que el Perú también sabe de rock y dejando canciones que hasta la fecha suenan, y ponen.

En 1993 (¿o era 1994?) el vocalista de esta banda que desaparecía y era despedida por un montón de gente que coreaba no se va, no se va, lanza su primer disco como solista, suelta su sencillo promocional, Cuéntame y se mete a medio Perú al bolsillo. La canción era realmente contagiosa y era imposible no escucharla. Allí empezó mi historia con Pedro Suárez Vertiz, porque le puso fondo musical a mi primer idilio. Yo soñaba con que el Eterno me cantara cuéntame sobre tu vida, yo era un niño que se volvía loco cuando la contemplaba y a mi si me cuentas toda la verdad. Nunca lo hizo, pero en mis sueños con él, todo era posible, así que le guardo un cariño, difícil de explicar con palabras, a esa canción.

Esta canción venía del disco "No existen técnicas para olvidar", que fue una buena carta de presentación, minimizada, y de lejos, por el disco que Pedro sacó en 1996 (y de esa fecha si estoy recontra segura), "Póntelo en la lengua". Un año después, antes de la internacionalización y cuando en todas las radios sonaba Se que todo ha acabado ya, fui a ver a Pedro por primera vez, y en primera fila. Era 1997, yo terminaba el colegio y el Salesiano logró lo improbable, llevar a Pedro Suárez Vértiz a su kermese. Fue una locura, y un lujo. Esa noche de junio me terminé de enamorar de la música que él hacía


Se que todo ha acabado ya me recuerda a mi ultimo año del colegio y a esa kermese. Ese mismo 1997, llevó a la posteridad a una de las primeras baladas de Pedro ¿El motivo? Tiene nombre y apellido, en realidad dos nombres y apellidos, que se resumen en el Dúo Max. Resulta que en mi ex colegio, los profes celebraban al alumnado el Día de la Juventud. Esa fecha los papeles se volteaban y eran los profes y las monjas quienes actuaban, cantaban, bailaban y recitaban para nosotras. El plato fuerte del 97 fue el grupo en mención, dos profesores, los más jóvenes y queridos (bueno, en realidad uno era querido, el otro me simpatizaba tanto como un cólico menstrual) que guitarra en mano cantaron Santa Lucía y No pensé que era amor. Es obvio porque sonrío cuando escucho esa canción recordando que grité como si estuviera en un concierto de verdad, solo que ese fue exclusivo para la secundaria de mi ex cole y fui en uniforme.  

Mi auto era una rana me lleva directo y sin escalas a mi primer año de universidad, a mi salón de cachimbos y a la película de Lombardi que levantó polvo en 1998, No se lo digas a nadie. Hasta la fecha basta que escuche "yo no tengo mucho dinero, tengo un autito colosal" para subirle el volumen a la radio, levante el brazo y, si se puede, empiece a bailar sola. Cosa similar ocurre con el Tren Sexual.

Si bien no era habitual ir a ver a Pedro Suárez Vértiz, como lo dije no soy su fan acérrima, cada vez que podía hacerlo o se presentaba en un festival al que iba por otra banda, disfrutaba sus presentaciones, sus canciones, su interacción con el público. Se le veía divertido tocando su guitarra, cantando y bromeando con su banda, eso se percibía y se replicaba. Es un grande.

Me dio pena saber lo de su mal, pero es algo a lo que se deben enfrentar algunos genios, para superarse a si mismos y ser ejemplo de que a pesar de todo, la vida continua. Y el show también. Aunque para Pedro esto no se aplicó, él prefirió resguardarse en sus cuarteles de inviernos, y ahorrarnos a todos las especulaciones, comentarios lamentables y espectáculos tristes. Sin embargo, no se quedó de brazos cruzados y se reinventó como compositor, escritor y, en su última aventura, como productor musical. Cuando pienses en vovler fue su primera aventura, y empezó con la pierna en alto. Bien alto.

Por eso cuando me enteré del concierto me anoté en una. Quería ser parte del tributo a Pedro, que de hecho sería histórico, pero también quería ganarme con Ella Baila Sola, Ariztia, Mar de Copas, Los Rabanes, Amén y los Hermanos Yaipén. En ese orden.



Voy a tratar de que la emoción no me gane, y ser fiel a la realidad. Hablar de un concierto que se pintaba de siete horas, pero en realidad duró 10, es referirnos a un mega evento que no está exento de errores. Debió haber empezado más temprano, debió haber un poco más de celeridad entre un artista y otro y debieron incluirse canciones icono, como Cuéntame, la gran ausente de la noche. Pero todas esas fallas quedan minimizadas al lado de la emoción que desbordaba el ambiente, la energía del público, la pasión de cada banda que pisó el escenario y finalmente un Estadio Nacional ovacionando de pie a Pedro, quien después de mucha expectativa y en el momento más inesperado, apareció en el escenario.

Lo mejor de la noche, Rio, Mar de Copas (aunque eso es un poco subjetivo, pero, todos sabemos que la objetividad no existe) y Los Rabanes, que se robaron el show y nos hicieron saltar, corear hasta quedar sin voz, y animar a Pedro a volver a salir a escena por segunda vez (la primera vez que salió fue cuando Río cantó la icónica Y es que sucede así). Justo en ese momento, mientras Pedro saludaba a los panameños del Bam Bam, el nacional se derrumbaba entre público de pie, aplausos desmedidos y Pedro, Pedro, Pedro. Si, era la noche de Pedro.

El otro momento kodak de la noche fue el karaoke. La banda de Pedro sobre el escenario y todos cantando. El proyector lanzaba tarde las letras, pero eso no importaba, total, si no cantamos, balbuceamos, y la emoción fue tanta que puedo jurar que Cuando pienses en volver fue entonada a la perfección. Y los mismo sucedió con Tambaleando, Alguien que bese como tú (entonado por Nina Mutal) y todas las que destacaron esa noche.

En resumidas cuentas Pedro Suárez Vértiz puede volver ls veces que quiera, su público lo espera. Y es guerrero porque quedarse hasta casi las 5 de la mañana con cuerpo para baialr con los hermanos Yaipén, creo que no lo hace cualquiera. Solo un grupie, y el corazón de un grupie nunca miente.

PD: No puedo dejar de mencionar otro elemento que hizo memorable este concierto, la compañia. La manchita tonera, encabezada por Nerydee y mi hermana, fueron el plus de aquella noche de octubre que sigue colmándome de sentimientos.

Canción para recordar el 18 de octubre... Y lo mejor de la noche, que fue, como lo conté Los Rabanes y su versión de esta canción que enamora con furor, con energía, con confesiones corazón en mano. Eso pasa cuando nos estamos enamorando


Otro momento memorable de la noche fue ver a Mar de Copas. Desde ese día tengo un antojo que espero satisfacer pronto, verlos en concierto. Hace falta una buena dosis mar de copera, a ver is la suerte me sonríe este fin de semana y se me cumplen dos deseos por el costo de uno... esperemos


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