Eres tu... y también soy yo

"No eres tu, soy yo". Esa frase es más conocida como el discurso clásico para romper sin herir los sentimientos ajenos, pero ha sido tantas veces usada que ya no es creíble, y hiere de todos modos, porque un rompimiento, por más sensato que sea duele. Así los responsables de esa ruptura sean tú y él.


Tenemos claro que una relación es cosa de dos, por lo que la irrupción de una tercera persona es o innecesaria, o causal de ruptura. No solo me refiero a las RP (reverendas hijas de su madre sin que sepa su padre), sino a esas amigas, o amigos, compañeros de juerga y pichanga, vecinos o parientes a los que se les presta el triple de atención que a ti. Pero, eso es otro tema.

Si es cosa de dos, entonces la ruptura es responsabilidad de los dos, sea cual fuere el motivo. Puede ser un desgaste, cayeron en rutina, ya estás con él por costumbre, ya te aburrió la cosa. Pueden ser frecuencias distintas, apuntan a cosas diferentes por lo que no encuentran una verdadera razón para entramparse en una relación que a la larga no los va a hacer felices. Puede ser infidelidad, descubierta por enésima vez, con la diferencia de que ahora no te harás la loca, ni la de la vista gorda y no vas a escuchar ningún propósito de enmienda. Puede ser que ya no soportas ese comportamiento de niño que antes te parecía tierno, sumado a su mamitis aguda que te desespera. Puede ser que te aburriste, así de simple.

¿Puede llegar a aburrir algo que en su momento te pareció tan emocionante, romántico e idílico?, ¿llega a aburrir algo que te entusiasmó tanto al principio?, ¿eso de que tanta miel empalaga es cierto tanto en lo físico como en lo emocional? Lamento comunicarte que si. Es lo que vamos a llamar la teoría del juguete nuevo. A ver, hagamos memoria. ¿Recuerdas cuando eras niña y en una de tus tantas incursiones a alguna juguetería una muñeca, jueguito de cocina, juego de mesa, videojuego o similar te encantó? Posiblemente, si tus padres procuraban tu felicidad, obtenías buenas notas, tendías tu cama, tomabas tu sopa y te bañabas todos los días, el deseo fue concedido en Navidad o en tu cumpleaños, lo que suceda primero. 


Finalmente tenías el juguete tan ansiado, y pasabas horas con él, no te separabas de este ni a sol, ni a sombra, y si era posible transportarlo lo hacías. Hasta que este juguete fue reemplazado por uno más novedoso, y terminó relegado, olvidado, empolvado y  ahora no recuerdas si lo donaste en un acto de buena voluntad o está refundido en unas cajas que están debajo de una sábana de polvo. O sea, la emoción se extinguió cuando tuviste el regalo entre tus manos e inmediatamente pasó de ser un sueño a materia común.

Algo parecido sucede con las relaciones. Sueñas con el chico perfecto, te emocionas cuando lo conoces, tu corazón se acelera cuando se miran y ya no puedes más cuando se hacen enamorados. En la primera etapa, la de la ilusión, como ya lo hemos dicho cientos de veces, todo es bonito. Pero según pasa el tiempo y el encanto se va diluyendo, te alcanza la apatía, el sinsabor, el tedio, la falta de voluntad y para darle la estocada final, la rutina, o algún otro factor mencionado líneas arriba.

O de repente a la vista de todos son la parejita perfecta, y tantas veces lo has escuchado y dicho que crees que es verdad, pero ya no hay empatía, no hay entusiasmo, y te cuesta decirlo en voz alta, pero la verdad es que ese cariño inmenso fue haciéndose pequeñito y ahora ya no existe, se extravió, se perdió. Y no sabes que pasó, porque después de todo, eran la pareja perfecta.

Suele pasar que estas con un pata con el que te llevas a las mil maravillas, te trata bien, te quiere un montón, tu familia lo adora, tu círculo de amigos también, pero de pronto, te das cuenta de que ese amor que proclamabas a los cuatro vientos (y en el peor de los casos él sigue proclamando hasta la fecha) ya no es tan grande, o ha mutado hasta convertirse en un te quiero, como amigo, sin derechos. El sentimiento de culpa es evidente y se hace insostenible cuando decides ser sensata contigo misma y cortarlo, sin más razón de la que te dicta tu corazón, ya no hay amor y no sabes por qué.


¿Un consejo y una tonteoría? Primero, guarda ese látigo, que nada vas a ganar con la auto agresión física, y menos con la emocional. Esas cosas suelen pasar porque la vida suele ser irónica, Se sincera, y acepta que si no hay amor, pues no hay y ya. Lastimosamente no hay fórmulas mágicas que hagan que el amor surja o en este caso, resurja y lo peor que puedes hacer es forzar una situación. Él te puede querer mucho, por lo cual te enternece, y lo peor que puedes hacer bajo esas condiciones es quedarte a su lado. O sea, si él es lo máximo, ¿no crees que merece aunque sea un poquito de sinceridad? 

Digamos que te da muchísima pena, que no vas a poder, que ese discurso que estas tratando de diseñar para terminar con él no será jamás pronunciado por ti. Entonces vuelve a guardar tu látigo, respira y piensa en tu futuro.Si esa relación ahora, que no es nada estable y eterno, no te hace feliz, qué pasará el día en que decidan, o más bien dicho él decida, y tú por pura inercia digas ya pues, formalizar, y empiecen a buscar el registro civil y la iglesia más cercana. Te condenarías a una vida triste, y te sentirás peor por pensar en terminar en ese instante, porque enfrentarías un fracaso sentimental y una perdida de tiempo y energías.

El amor puede extinguirse, pero no de la noche a la mañana. Nosotras nos damos cuenta de un momento a otro porque somos tercas y no le hacemos caso a nuestra intuición, sabia, pero inoportuna, que desde hace rato nos lanza señales que evadimos con maestría para que no concibamos ideas insensatas. Él y yo somos perfectos, consecuentes, fotogénicos, punto. Hasta que un día abres los ojos a la mala, y te das cuenta de que ya no va porque el amor se redujo a su mínima expresión.


¿Por qué ocurre con un pata que siempre se portó a la altura? Ese es uno de los misterios de la vida y aunque terminar es una decisión que cuesta un montón, es la salida mas inteligente. Así que respira hondo, enfrenta lo que te toca y recuerda lo que nos cuenta José José: "porque el tiempo tiene grietas, porque grietas tiene el alma, porque nada es para siempre y hasta la belleza cansa, el amor acaba", y parece que tu historia de amor san se acabó.

Canción para aceptar un desgaste natural... El amor es perfecto solo en sueños. Por eso sueñas religiosamente todas las noches en que eso que sientes es mentira, pero como bien decía Calderón de la Barca; la vida es sueño y los sueños sueños son. Algunas cosas ocurren solo cuando dormimos


Hace algunas semanas escuché por primera vez esta canción en vivo. Me quedé con ganas de más, por eso he dicho que voy si o si al próximo concierto que Ella Baila Sola brinde en Lima. La última palabra la tienes tu, o aguantas un poco más, o lo echamos a suerte




Comentarios

Entradas populares de este blog

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres