Ya fuiste

El tiempo ya puso de su parte y tú también cumpliste con lo tuyo. Entonces parece que ya lo asumiste, lo superaste y ahora sigues con tu vida, y todo estaría muy bien si ese "parece" fuera una certeza. Cómo saber si efectivamente él ya fue. Aquí unas pistas


Antes de esa desilusión, chasco, resbalón, ruptura cardíaca, fractura severa de pecho (y cráneo) o como prefieras llamarlo, tú te emocionabas al escuchar su solo nombre y hacías tu mayor esfuerzo para no sonrojarte cuando hablaban de él (conocido ahora como el tarado ese que alguna ve te gustó) frente a ti (porque era una ilusión secreta para darle un aire mas telenovelesco al asunto). Nombrarlo era imposible, te morías de la vergüenza y temías que tu tono de voz al mencionarlo delate ese cariño que crecía en ti.

Pero ahora ya no. Hablas de él con toda la calma del mundo, aunque claro, los pocos comentarios dedicados a ese sujeto están desprovistos de estima, porque ya te diste cuenta que es un tal por cual, por eso te repites una y otra vez que esa tarde que lo viste con otra incauta se te cayó la venda de los ojos. Y si escuchas hablar de él ni te va, ni te viene, simplemente tu interés se ha reducido al nivel menos 5 y disminuye cada día más.

Antes de ese desliz, tu escuchabas esa canción que o estaba de moda cuando lo conociste, o bailaron juntos alguna vez, o narra tu historia y tus sentimientos a la perfección, o que es interpretada por su cantante favorito, o todas las anteriores y no parabas de suspirar y corearla corazón en mano. Es más, la habías puesto de ringtone y soñabas con el día en que te la dedique y todo te parezca bonito.

Hoy por hoy la canción te sigue gustando, pero ya no la relacionas con él, por lo que ya no hay euforia al sintonizarla, tanto así que hasta te atreves a mover el dial. O a lo mejor la tonadita te remite a él, pero lejos de arrancarte una sonrisita tímida y endulzada, lanzas una carcajada recordando lo tontamente enamorada que estabas. No sientes pena, solo una ligera vergüenza por quien fuiste. Es más, hasta reconoces que es una tonada muy mala, demasiado cursi para tus gustos actuales.


Antes de abrir los ojos a la fuerza, te emocionaba la sola idea de verlo el fin de semana. Y te emocionaba mal. Pasabas gran parte del día pensando en qué ponerte y más de una vez tuviste que correr a comprarte algo para estrenar ese día. Te pasabas buenos minutos imaginando que le dirías, que te respondería, cómo se mirarían, y hasta aparecían en tu mente escenas imposibles, como la coincidencia de rostro cuando ambos se agacharon a recoger esos papeles que dejaste caer, la entrelazada de dedos en medio de un juego cualquiera o ese beso de comedia romántica que tanto anhelabas. 

Hubieras llegado al día del encuentro con tu globo de la ilusión hiper inflado, pero en este momento la fecha se acerca y no muestras mayor entusiasmo. Te da lo mismo ir producida o en buzo, maquillarte o andar con la cara lavada y tu típico moño dominguero, verlo o no encontrarlo, hablar con él o ni si quiera mirarlo, es más hasta consideras el no ir, porque no te provoca, ni salir de tu casa, ni verle la cara, así de simple. Te da flojera.

Antes de asumir que invertiste un cariño infinito en un proyecto sin futuro, te emocionabas al coincidir con él. Él te movía el piso, lograba sonrojarte con una palabra, te hacía delirar con una sonrisa, te conmovía con su carita de Gato con Botas, te temblaban las piernas cuando te miraba a los ojos y te esforzabas por grabar con exactitud milimétrica cada conversación.

Las cosas han cambiado y tú lo sabes porque ya no hay emoción, ni conmoción, ni temblor, nada de eso. Esas mariposas que revoloteaban en tu estómago no están más y si antes veías al sujeto en cuestión como un hombre adorable y perfecto (evidente producto de la ilusión), ahora lo observas con cuidado y cuentas sin miedo cada defecto, cayendo en cuenta de que son muchos. No pasa nada y lo admites frente al espejo, eso que antes sentías se quedó en el pasado. Puedes verlo, conversar con él, observarlo y mantener la calma.


Así como estas situaciones se te pueden presentar miles más, tantas como historias existen. La última palabra la tienes tú, porque solo tú conoces tus sentimientos, lo que él provocaba y lo que provoca ahora. El tiempo cura todo, eso es verdad, pero no hace nada por si solo, por eso tu voluntad juega un papel determinante. Si insistes en recordarlo, relacionarlo con cada cosa, revisar su facebook o indagar sobre su vida con un amigo en común, no vas a lograr dejarlo en el pasado.

Ya lo he contado alguna vez, lo mejor es mantener la cabeza ocupada en otra cosa, estar tan metida en tus asuntos que no te quede tiempo para pensar en él. Solo así podrás admitir que realmente no pasa nada, que ahora sigues con tu vida sin cargar recuerdos que duelan, que tal vez te costó mucho, pero lo superaste, que ya no vale la pena invertir energías y tiempo en él, que en buena hora te diste cuenta que la cosa no va y él ya fue.

Canción para dar vuelta a la página... Se da el caso de que justo cuando él ya no te mueve un pelo, empiezas a despertarle un interés inusual, porque aquí también rige ese principio de que a los hombres les gusta el maltrato. Lastimosamente es tan tarde y tan poco, ya fue


Si presentas un episodio nostálgico en el que insistes en recordar al tipo este, puedes darle play a esta canción de Madre Matilda. Pierina Less dice que da vueltas en medio de los círculos en el tiempo, lo cual está permitido, lo importante es no caer en medio del hoyo, o sea piensa en todo lo que está por venir y ve hacia ello, despierta y no caigas después


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