No pasa nada, pero pasa todo
Es una mala costumbre de nosotras, las mujeres, decir no me pasa nada cuando nos pasa de todo. Nuestra cara nos delata y cuando nos preguntan nos empeñamos en decir que nada, esperando que alguien adivine lo que sucede. Ya sabemos que los hombres no son videntes, pero seguimos empecinadas en que algún día aprendan a leer nuestra mente, así como nosotras podemos leer la de ellos.
No pasa nada, pero nos fastidia que él haya saludado tan euforicamente a esa amiguita que es más flaca, más sonriente, más simpática y más lacia que nosotras. No es que estemos celosas, porque total no nos pasa nada, pero nos preguntamos porque su cara cambió del gesto serio a una sonrisa digna de comercial de pasta dental apenas divisó a la fulanita esa, la misma que minutos después de abrazar a nuestro chico nos saludó con besito y todo sin perder la sonrisita coqueta.
Tras ese breve encuentro, él nota nuestra incomodidad y mientras nos dice "es mi amiga, no estarás celosa ¿no?", nosotras pensamos "para nada pedazo de cretino" y recordamos que hace mucho no nos dice que se nos ve bien, ese vestido nos queda lindo, o un cumplido cualquiera, los mismos que hace poco recibió la amiguita en cuestión. Evidentemente no pasa nada, pero nos pasa y pensamos todo.
No pasa nada, pero no entendemos como puede haberse olvidado de nuestro aniversario, y encima cumplimos seis meses, medio año completo y aunque no hubo recordatorio de por medio, él debería tener eso anotado en la agenda, así como tú lo tienes debidamente señalado y debajo un corazón con el nombre de ambos. Asumiste que también debía haberte comprado un regalo, por ejemplo esos chocolates que te encantan, una caja de rosas importadas, o esa pulsera bellísima que te quedaste contemplando largos minutos cuando pasaron por la joyería.
Ni si quiera ha hecho reservaciones para cenar y tu imaginabas que esa noche irían a algún restaurante de por lo menos tres tenedores a cenar y brindar por su amor. Jamás pensaste que te llevaría a comer salchipapas al carrito sanguchero de la esquina de tu casa. Y mientras comes con amargura esa papita remojada en mostaza, él nos pregunta por el silencio sepulcral que estamos guardando a lo que nosotras contestamos que no pasa nada, pero recuerdas el esmero con el que envolviste aquella camisa que le reglaste cuando cumplieron cuatro meses y le quedó pintada. Reparas en que no mereces tanta ingratitud de su parte. Evidentemente no pasa nada, pero nos pasa y vamos a recriminar todo.
No pasa nada, pero nos molesta que no haya llamado por la noche como lo hace desde que empezamos a salir con él, y a la mañana siguiente nos envíe un sms deseándonos buen día como si nada hubiera pasado, sin pensar en que no dormimos bien por la angustia y soñamos que algo fatal le había ocurrido, porque si no nos llamó, fue por algún suceso grave, o eso asumimos. Por la tarde nos llama, finalmente nos cuenta de lo más campante que se le olvidó marcarnos antes de dormir.
O sea, se le olvidó, no se le olvida la pichanga con los amigos, el cumpleaños de su pata de la universidad, el sabor del chocolate caliente de su abuelita, pero si se le olvida llamarte justamente a ti que te preocupas por él, que necesitas escuchar su buenas noches para soñar con los angelitos, que no puedes vivir sin saber de él cada seis horas como plazo máximo. El tono de tu voz cambia, y él lo nota por eso te pregunta si pasa algo y tú tratando de mantenerte serena sin éxito le contestas que no, que todo está bien, y aunque no lo pronuncias, piensas "lo único que pasa es que estoy hablando con un tremendo desconsiderado". Evidentemente no pasa nada, pero pasa y lo descalificas de todo.
No nos pasa nada, pero no soportamos que siempre tenga algo que hacer y postergue el tiempo que deberíamos pasar juntos. Si no es la mamá que se lo lleva de compras, son los primos que lo invitan a ver el partido, o los amigos que lo llaman para hacer una noche de solo calzoncillos, o el cumpleaños del primo de la ahijada de su tía. Obvio que tú también tienes reuniones, fiestas, lonches y demás, pero priorizas el tiempo con él. Nada de espacio propio, ni derecho a frecuentar a su gente, nada de eso, tú eres su enamorada y por eso deberías ser su prioridad.
Por eso, cuando están tranquilos y felices caminando de la manito y él te dice que el sábado no va a poder visitarte porque tiene algo importante que hacer, léase una fiesta rave a la que no puede faltar, tu cara cambia, nada de sonrisas complacientes, ni gesto dulce, estás harta de que él sea tan egoísta y nunca
piense en ti. Poco te importa sus promesas de que se van a ver el viernes y te va a llevar a ese café que tanto te gusta, o que el próximo fin de semana se van de la ciudad, tu tienes que verlo este sábado y él se va a largar. Sin embargo, le dices convencida que no pasa nada cuando él te pregunta por tu cara seria, aunque piensas que no te quiere y que siempre te deja de última en su lista de prioridades, mientras que tu si lo valoras, te interesa y por eso acomodas tu horario al suyo. Evidentemente no pasa nada, pero pasa y lo condenas a todo.
No, no nos pasa nada, solo que nos pasa, pensamos y sentimos de todo, pero nos es difícil decirlo en voz alta. O de repente no, pero preferimos ahorrar sílabas y jugar a las adivinanzas, a pesar de que sabemos que ellos no van a insistir en preguntarnos qué nos pasa y van a creer, o querer creer, que efectivamente nada
pasa. Bueno fuera que nos quedáramos calladas para evitar peleas, rencillas o distanciamientos, pero no es así.
Esperamos un par de horas y la bomba explota y con ella todo nuestro odio, nuestros resentimientos y todo lo que se camuflaba bajo ese no me pasa nada. ¿No sería más fácil decir de frente lo que ocurre? Así podríamos conversar con calma y solucionar la molestia, haciéndole notar a aquel que tenemos al lado eso que nos fastidia, con la esperanza de que lo corrija a la brevedad posible. Así las relaciones serían más sólidas, habrían menos incomodidades y nos quitaríamos ese rótulo que proclama que mujer que no es complicada, no es mujer.
Canción para decir que nos pasa... Aunque nos cueste, y si que nos cuesta un montón, a veces es bueno hacer una pausa y pedir algo de atención para anunciar eso que nos molesta. Es mejor eso antes de dar una impresión incorrecta
Si muchas veces nos quedamos calladas es porque no sabemos cómo decir algo o por dónde empezar a explicarnos. Hay un quiebre en la comunicación y preferimos desaparecer mientras vemos como crece el espacio entre los dos, como lo cuenta Fuera del Resto en esta canción
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