La boda de mi mejor amiga

La vida es irónica, y me lo deja clarito una vez más. Mientras yo cerraba una historia y abría a las malas mi mano para soltar a esa persona que nunca sumó a mi vida (y valgan verdades nunca me quiso), mi amiga también abría un capítulo en su vida, pero un episodio feliz. Por eso comparto su felicidad, por eso no hay lugar para caras tristes, por eso celebré feliz la boda de mi amiga.
 
 
Una tarde de junio del año pasado mi amiga me contó la buena nueva. Se casaba. Me lo contó entusiasmada, había brillo en sus ojos, una sonrisa inmensa pero natural, la voz emocionada, y yo solo atiné a abrazarla y felicitarla para, acto seguido, empezar a soltar ideas para que su boda, sea la boda perfecta, la boda que ella soñaba. Tenía al lado al hombre idóneo para ella, o sea que empezábamos bien.
 
Sería falso decir que estuve a su lado en todos los preparativos por una larga lista de razones, pero si quise hacerle un presente simbólico. Mis ganchos para el pelo, son una característica muy propia, mis AgroBellas siempre me distinguían por ellos. Y una vez, tras ver "Guerra de Novias" dije, tengo dos ganchos azules, el día que me case utilizaré uno, y el otro se lo regalaré a alguna de mis amigas, para que le de suerte y se cumple la cábala de que la novia debe llevar algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul. Mi amiga, al ser la primera de mi grupo en casarse y por todo lo compartido antes de su compromiso, se hacía merecedora al ganchito azul.
 
Su historia (la cual no voy a contar, quédense con las ganas) es una muestra clara de que el amor todo lo puede, todo lo perdona, todo lo soporta, aunque parezca una utópica reflexión tras leer a Khail Gibran. Sin embargo es así, su boda era una celebración al amor paciente, tolerante, cultivado día a día, que finalmente se hace inmenso, libre de promesas, eterno.
 

Por eso la emoción fue general cuando hizo público el acontecimiento, nuestra amiga se casaba, hacía formal su relación, pero más que un mero trámite, ella quería celebrar su amor, y todas nos sumamos al festejo con algarabía y mucha expectativa, restábamos los días junto con ella y cuando nos pidió ayuda de una u otra manera no dudamos en darle las dos manos.
 
Y por lo mismo, fue muy emotivo verla ingresando de blanco y del brazo de su papá al salón, mas emotivo ver al novio bien plantado y sonriente esperándola y mas emotiva aun la ceremonia (bastante divertida dicho sea de paso). Me dio gusto participar leyendo la primera lectura, y no renegué al corretear por todo el salón, coordinando con el DJ, indicando a los papás de la novia cuando debían bailar, volviendo a decirle al DJ que es lo que seguía.
 
Viéndola compartiendo con todos sus invitados y sintiéndome la experta en bodas que alguna vez quise ser, no podía dejar de pensar si es que alguna vez me tocaría a mi entrar a la iglesia de blanco y del brazo de mi papá. A estas alturas no lo se a ciencia cierta, y trato de no atormentarme con ello porque, siendo sinceros, no logro nada haciéndolo. Pero si, no voy a ocultar lo evidente, esta romántica por naturaleza sueña con casarse algún día. Y no por el fiestón, el vestido blanco, la torta de tres pisos, las mesas vestidas y la orquesta tocando Ámame toda la vida del Gran Combo.
 
Si algún día llego a casarme lo quiero hacer porque estoy convencida de que voy a estar para esa persona siempre, y viceversa, porque quiero compartir, porque quiero estabilidad, porque quiero formar una familia tradicional y porque me ilusiona la idea de ser señora, lo admito, quiero el anillo y todo lo que representa, peleas, diferencias y negociaciones incluidas.
 
 
De momento todo se queda en mi cabeza, aunque la cara del protagonista no la puedo divisar aun, y disfruto eso de estar sola, soltera y sin apuro. Y disfruto de la felicidad de mi amiga, de su amor incondicional, creciente, paciente.
 
A la larga el amor es eso, no completa, porque llegamos a este planeta completos, pero por ahí alguien puede darnos equilibrio, algo de orden en nuestro caos, algo de luz en medio de nuestro cuarto a oscuras, algo de silencio en nuestra bulla infernal. El amor sabe que puede mover al mundo, por eso lo espera, por eso celebra cuando es encontrado, por eso el rosado siempre está de moda, por eso asumir que estamos enamorados es una aventura apta solo para valientes. ¡Qué vivan los valientes!
 
Canción para celebrar el amor... Y para restar los días porque en menos de una semana vuelvo a ver a La Oreja de Van Gogh en Lima y tal vez no canten esta canción, pero si la vida me invita a bailar, yo bailo y canto voz en cuello esta canción
 
 
Esta es la canción con la que los novios abrieron la fiesta. Que bueno saber que en estas épocas de redefinición del amor, relaciones y sentimiento, algunos todavía creemos en el amor eterno, y que canciones como esta siempre tengan oídos abiertos
 
 
 
 
 
 
  


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