Escapémonos

A veces es bueno abrir un paréntesis y escaparse de la realidad, sin pensar que fue lo que pasó y que es lo que está por pasar, simplemente vivir el momento, saborear cada segundo y al diablo lo demás. Escapémonos, solo un día (o una noche), solo un par de horas. Tómame de la mano y escapémonos.


Escapémonos es una canción de Marc Anthony y J Lo que, valgan verdades, me fascina. Dicen las malas lenguas, que Marc le escribió esa canción a J Lo después de abandonar a su esposa, ella le siguió los pasos, dejó tirando cintura a Ben Affleck y se fue con Marc, dando que hablar a la prensa de espectáculos latina y anglo. Sin querer queriendo su relación, clandestina y mediática a la vez, fue materia común en todo el continente. Ellos se escaparon, se la jugaron, se casaron, tuvieron gemelos y emprendieron un negocio televisivo que hasta hoy, a pesar de su separación, les deja buenas ganancias.

Pues bien, yo no soy J Lo y él no es Marc Anthony, eso lo sabíamos muy bien, sin embargo esa canción, Escapémonos, fue la respuesta que estábamos buscando. Todo ocurrió hace muchos, muchos, muchísimos años. El Eterno y yo habíamos coincidido una vez más, y aunque tratamos de comportarnos como los amigos que siempre fuimos, no pudimos con nuestro genio y volvimos a la esquina del primer beso y cometimos nuestra travesura predilecta, besarnos a escondidas.

Luego del beso empezamos a caminar, él me pidió que lo acompañara esa noche, que le siga a donde vaya, que me quede a su lado hasta la mañana. La idea era tentadora, pero unas cuantas preguntas llegaron a mi cabeza, y a mi lengua: ¿qué gano quedándome?, ¿quedarme me garantiza algo?, ¿todo cambia si me quedo contigo? Volteé y me encontré con su cara gacha y un gesto triste. No, nada pasaba si me quedaba esa noche. Solo iba a ganar un recuerdo más que con los años podría doler. No valía la pena. Sin embargo le agradecí esa respuesta implícita, por lo que lo volví a besar, nos tomamos de la mano y volvimos al lugar en donde habíamos coincidido.


Al llegar nos quedamos en el umbral de la ventana y fue allí donde escuchamos Escapémonos. Mi cara triste cambió cuando sorprendí al Eterno cantándola y dedicándomela. Esa canción nos aconsejaba que hacer las próximas horas, escaparnos por necesidad y te regalo el mundo si nos dejan solos. Sonreí confiada, teníamos un plan tácito, nos íbamos a perder juntos, nos besamos de nuevo (como que nos besamos mucho ¿no?), nos pusimos la máscara de aquí no pasa nada y entramos al punto de reunión.

Ese escape significaba no mirar atrás. Hacerme la de la memoria selectiva. Recordar solo que el Eterno fue mi primer amor, el primer chico que me tomó la mano, quien me hizo un regalo, el primero que me hizo tirar los modales y el protocolo por la ventana, aventurarme y portarme mal solo una vez, y olvidar que fue el primero que me rompió el corazón. Estaba de su mano y eso era lo único que me importaba, esa noche cumplí ese papel que alguna vez soñé, ser la chica que atraía toda su atención, la chica con quien bailaba, la chica a quien besaba, la chica a la que le acariciaba la rodilla por debajo de la mesa, como dice la canción del insufrible Luis Miguel.

Y mientras me olvidaba de cualquier escena que trajera alguna herida ya cerrada, también debía desprenderme del futuro. No pensar en que al día siguiente esto fuera solo una anécdota más, ni que un beso más iba a convertir al sapo en príncipe, ni que nos deberíamos despedir a regañadientes cuando saliera el sol. Después del amanecer no sabía que iba a pasar, honestamente no me interesaba lo que  vaya a ocurrir, al menos esa noche quise que los minutos se hagan largos, que se hagan infinitos, que el Eterno le haga honor a su nombre.


Lo que tenía en la cabeza es lo que sigue: escapémonos, no hay pasado, no hay futuro, solo estos minutos en los que no interesa nada, solo que estoy finalmente a tu lado, Eterno, solo que me puedes abrazar y besar, solo que me estoy escapando contigo a mi lado. Si esta historia no tiene futuro no importa, si solo tienes una respuesta negativa a mis preguntas tampoco interesa,  solo no me sueltes la mano, si nos perdemos, busquemos una salida al laberinto juntos, aunque al encontrarla cada uno vaya por su lado.
Frente a esa historia que no va a alzar vuelo porque así es la vida, porque sus mundos son muy distintos o porque sus frecuencias son hartos distintas, escápate. Róbale esos minutos a la realidad y vive tu historia paralela, abre un paréntesis y escribe dentro de él lo que dure, cúmplete el capricho de sentir al menos una hora como hubiera sido si.... aunque sepas que nunca será. Y luego guarda el recuerdo, rescátalo cuando ya no duela y sonríe al mirarlo porque tu historia de novela no se quedó en la ficción.
Canción para escaparse... Si he hablado de esta tonadita al comienzo del post, y encima lo titula, pues lógicamente tenía que ponerla. Digamos que la canción apareció en el momento justo y sin que lo pidiera en concreto me aconsejó que hacer esa noche, escaparnos por necesidad, mejor si me regalas el mundo siempre y cuando nos dejen solos
A veces, ese escape equivale a una tregua, dejando atrás todo lo que nos duele y aceptando la mano de la otra persona para perdernos, extraviarnos sin perder de vista la salida. Si nos queremos hasta el final, ¿qué mas da lo demás?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados