Respetuoso silencio

¿En qué ocasión es mejor quedarse callada?, ¿es verdad es de que quien calla otorga?, ¿o es mejor creer en el famoso refrán de "en boca cerrada no entran moscas"? A veces es bueno contarlo todo y no guardar nada que pueda ser utilizado en contra de la persona que escucha nuestros histéricos gritos en una próxima pelea. En otras ocasiones es mejor guardar respetuoso silencio.


No tengo argumentos, o si, pero si los utilizo lo único que voy a hacer es prolongar esta discusión que ya me tiene aburrida y mareada. Empezó como un desacuerdo mínimo, no pensé que le iba a tomar tanta importancia, pero me equivoqué y que manera la mía de equivocarme. No creí que tuviera tan buena memoria y ahora cada reclamo mío es infundado, que una vez le dije, que una vez le pedí, que una vez le llamé la atención, que eso que él me dijo es mi escudo ahora, y yo solo quiero que me abrace y que me deje callada con un beso pero no lo va a hacer, y yo no se lo voy a pedir. 

Estoy tentada a decirle esta frase que desde hace rato se arma en mi cabeza, pero corro el riesgo de, ya lo dije, otorgarle varios minutos a esta crisis que ya me cansó, además de haber perdido el hilo de la discusión hace buen rato, por lo que no sé en que momento preciso convertimos un intercambio de opiniones en una guerrilla de proporciones épicas. Por eso en este instante me muerdo la lengua y prefiero guardar respetuoso silencio.

No tengo ganas de nada. No quiero salir de la cama, a veces la depre puede mas que mis buenas intenciones. Justo en ese momento mis amigas  me timbran, me mandan un sms, empiezan a bombardearme con mensajes al fb. Quieren salir y por su tono ya veo que no van a aceptar un no por respuesta, y pienso que salir, ver gente, conversar me puede ayudar a salir de este bajón anímico. Me anoto al plan que sea, lo importante es dejar la claustrofobia (espacial y anímica).

Mi cara me delata, mi tono de voz también, y ellas que me conocen a la perfección saben que algo no va bien. Empezamos a hablar de cualquier cosa, política, religión, cine, la última canción de Las Vengadoras. Muchas risas borran la mueca gélida de mi cara.  De pronto una comenta su situación actual, no busca apoyo, ni soluciones, mucho menos cargar al grupo con sus vacilaciones (y divagaciones), solo ejemplifica una idea. Y yo pienso, cada una tiene sus rollos existenciales, pero la idea no es contarlos, llorarlos y exigir salidas hasta aburrir al grupo, para eso existe la terapia. Algo me molesta si, pero para qué contarlo si yo proclamo que nuestros amigos no tienen por que ser nuestros psicólogos con oídos abiertos las 24 horas. Y mientras medito eso, opto por guardar respetuoso silencio.


Ese chico me gusta un montón y a veces me da señales de que yo también le gusto a él por como me mira, como me habla, me busca. me cuenta sus cosas, pero estas señales no son nítidas, son entre líneas, y como ya lo he dicho mil veces, las entre líneas son engañosas. Y aunque hay química (y algo de física también), nos llamamos a cada rato e inventamos excusas para vernos, yo nunca, jamás he tomado la iniciativa y a estas alturas de mi vida no voy a empezar. Si le gusto que él hable, yo tengo fe que me sorprenderá con una declaración romántica en cualquier momento (si claro, el día que los sapos bailen flamenco).

De pronto un día me cuenta que le gusta una chica, y a la semana me cuenta que ya está con ella. Me quedé en la friend zone y no me gusta, así que me resigno y empiezo a enumerar los mil defectos del pata que está estrenando enamoradita. En esa lista, bastante extensa, están todos los errores que cometió en cada salida, por suerte tengo buena memoria y mucha imaginación, por eso sus virtudes también se convirtieron en puntos en contra. Pero como tengo el cartel de "soy buena amiga, cuéntame no más que prometo comprenderte" el fulano me busca cada vez que se pelea con la chica. Más de una vez quisiera decirle "me tenías a mi babeando por ti y preferiste largarte con la tipita esta, ahora aguántate", pero como soy su amiga lo escucho (aunque a estas alturas mi cabeza ya esta en otro lado) y decido no opinar, prefiero guardar respetuoso silencio.

Ok, me equivoqué. No soy perfecta, aunque a veces pretenda serlo, pero esta vez me salió mal la jugada y no hay manera de disimularlo, todos se dieron cuenta de que me equivoqué mal. No pierdo la sonrisa, pero la cara de tontita no me sale y el enrojecimiento que invade mi rostro no coopera. Sería genial que justo en ese momento todos se hayan vuelto sordos, pero nunca falta alguno que quiera hacer mas notorio que te equivocaste y lance ese incómodo "¿cómo decías?" o peor aun "¿viste?". No , me volví ciega justo en ese instante.

Podría convertir el error en gracia, pero no se me ocurre como, no se por qué a cada segundo ese detalle mal dicho (o mal entendido) se escucha peor, quisiera agregar un comentario, sin embargo solo serviría para empeorar la situación que desde ya es incómoda. Por suerte alguien le encuentra el lado cómico y se inicia la chacota general. Podría defenderme, aunque dicen que quien se pica pierde y aquí esa ley se aplica. Así que opto por soltar la carcajada, para que se rían conmigo y no de mi, y para cortar la broma, que ya lleva mucho rato y ya me está fastidiando guardo respetuoso silencio.



Y así como estos, hay un montón de casos en los que es mejor quedarse calladitos. Bien decía Neruda me gusta cuando callas porque estás como ausente. Pero pedirme silencio a mi es bien complicadito, soy cotorra por naturaleza y aunque trato de moderarme no puedo, está en mis genes el ser parlanchina. Aunque ya he descubierto que un beso me puede callar, y un beso espectacular me deja muda (y sin aliento) por largo rato.

Canción para gurdar silencio... porque así como me puedo callar, también puedo pedirle al receptor de mis chillidos histéricos que se calle y preste atención a mis argumentos. A esta canción nadie se le resiste (o al menos al cuerpo de Fergie es difícil que algún chico diga no)


Así como a veces es guardar silencio, otras veces es bueno pedirlo o buscarlo para poner las ideas en orden, entendernos y reconciliarnos con nosotros mismos. Pero silencio de verdad, no como proclama la siguiente canción, un silencio que no es silencio




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