La cita

Salió de la oficina y se fue a ver tiendas. No era fin de mes, por lo que se limitó a mirar escaparates. Al llegar a casa tiró los zapatos, se puso cómoda, se sirvió un café y encendió la pc. Abrió el skype y ahí estaba Él que sin perder tiempo la saludó. Mientras Ella respondía y revisaba sus correos una sola pregunta rondaba su cabeza "algún día me invitará a salir". Sin saberlo Él le dio la respuesta: "¿tienes planes para mañana?... te invito a cenar".
 
 
 
Ella y Él se habían conocido hace casi un año. Era verano, era de noche, llegaron por separado con grupos de amigos, ninguno en común, se habían simpatizado y antes de partir intercambiaron correos y teléfonos. Al día siguiente Ella encontró en su msn una solicitud de Él, la aceptó y empezaron a conversar y conocerse. Él también la llamaba de vez en cuando, en más de una ocasión la había encontrado atareada, maquillándose, cambiándose de ropa o en rumbo a alguna fiesta, bar, reunión, plancito. Él no lo decía, pero lamentaba no haberla contactado antes para incluirse en ese plan. Ella deseaba lo mismo.
 
Al principio Ella no mostraba mayor interés. Respondía sus saludos, conversaban sobre temas triviales, sobre su día a día, hasta que una noche las horas les quedaron cortas, minuto a minuto se sorprendían con sus coincidencias y salvables diferencias. Eso le dio a Él la suficiente confianza para hacerle constantes video llamadas, y el interés de Ella se incrementó. Citas virtuales habían tenido muchas, a Él le gustaba conversar con Ella y verla sonreír, beber café, mirar como caía sobre su rostro un mechón de cabello, observarla mientras se peinaba. La había visto en buzo y en vestido liviano, maquillada y con la cara lavada, su pensamiento siempre fue el mismo "es muy guapa".
 
Sin embargo no se animaba a invitarla a salir. Tenía miedo de rebotar, y Ella nunca invitaba a salir, ni llamaba, siempre esperaba que la otra persona tomara la iniciativa y mantenía fuerte ese principio aunque sus amigas le decían que era una anticuada, que ahora las chicas también podían llamar e invitar, que se dejara de prejuicios tontos. Pero Ella también era terca, por eso nunca lo llamó, su máximo atrevimiento fue pasarle la voz cierta tarde que lo encontró en el skype y Él entró. Respiró aliviada cunado dos minutos después recibió respuesta de su hola, que tal.
 
 
Esa noche, en que Ella se había conectado para olvidarse de todos los pendientes que la esperaban en la oficina el día lunes, Él se armó de valor, se lo había jurado, la invitaría a salir la próxima vez que coincidieran. Ella no dudó ni un segundo en aceptar su invitación y citarlo a las 7 en su casa. Él empezó a listar los posibles lugares descartando algunos, sumando otros, había demorado tanto que debía impresionarla, sentir que valió la pena la espera, todo debía ser perfecto.
 
Mientras Ella aceptaba la propuesta e indagaba a donde irían, en otra ventana del skype su mejor amiga se enteraba de todo instante a instante y, valgan verdades, era la más entusiasta. Sugería vestuarios, peinados, temas de conversación y lanzaba tips de belleza, que los sobres de manzanilla si a las ojeras se les antoja pronunciarse, que mas base si algún inoportuno barrito se asomaba, que mucho acondicionador y nada de agua fría para que el cabello no se ponga indomable. Esa velada debía ser memorable para los dos.
 
A la mañana siguiente Ella despertó mas tarde de lo habitual. Era lógico, la noche anterior, Él se despidió, tenía que ir a la oficina a pesar de que era sábado, y Ella se quedó conversando con su amiga hasta la madrugada, trató de no hacerse muchas expectativas pero fue inevitable, se dio licencia para soñar con cada detalle de la velada que le esperaba. Mientras desayunada, se duchaba siguiendo los consejos de su personal styling, revisaba su closet con detenimiento y buscaba sus zapatos grises de tacón, Ella caía en cuenta que hacía mucho no tenia una cita. O al menos hacía mucho que no se producía tanto para una salida. Se sorprendió cantando voz en cuello una balada de los 90's, señal inequívoca de que estaba de muy buen humor.
 
 
Él llegó esa mañana a su oficina y encendió su computadora solo para darle play a todas las canciones que habitaban en la carpeta titulada "Personal". Entre tanto ordenaba documentos, revisaba si el pedido hecho llegó completo, descubría que no por lo que envió un correo con carácter de urgente, mientras lo hacía encontró un mensaje nuevo en su bandeja de entrada, era de sus amigos de la pichanga con quienes se reunía todas las semanas para jugar fulbito. El mensaje decía "el domingo en la cancha de siempre a las 8... hablen, ¿la hacen?". Él confirmó, no se perdía por nada sus horas de fulbito semanales desde sus años de universidad.
 
Manejaba hacia su casa, pensó que sería bueno dormir un par de horas antes de pasar a buscar a Ella, pero se desvió de forma inesperada, había olvidado que debía recoger la ropa de la lavandería, si no, qué me pongo esta noche pensó, este polito ni hablar se contestó y lanzó una carcajada, mientras imaginaba ese primer encuentro, y rogaba que ella llevara el cabello suelto.
 
Así lo decidió Ella. En realidad la mejor amiga de Ella se lo había recomendado y le hizo caso, lo llevaría suelto, pero como canta Julieta Venegas con Jarabe de Palo, llevaría un listón en su pelo, pero Él no se lo soltaría, al menos en esa primera cita no. Ya lo dijimos, Ella era terca, pero esto mas que una cuestión de principios, era un asunto de coherencia, Ella no creía en las relaciones que nacían de la pasión, porque son etéreas, pasajeras, es como construir sobre arenas movedizas le decía constantemente a sus amigas, entonces lo mas lejos a lo que llegaría en esta cita es a un beso, si y solo si, las condiciones se prestan.
 
Ambos tuvieron un instante de telepatía sin saberlo y determinaron tomar una breve siesta para llegar relajados a la esperada cita. Pero a los cinco minutos de tumbarse sobre la cama Ella desistió, no dejaba de pensar en que los zapatos grises no iban del todo con los jeans ajustados y la blusa verde, que a lo mejor los canela completaban mejor el look, o mejor todavía, se olvidaba de la innovación y apostaba por unos botines negros, nada espectacular. Pensó que estaba actuando y pensando como una calabaza total, bebió agua y se tiró a dormir. Al diablo, no creo que se fije en eso se dijo antes de cerrar los ojos.
 

Ella despertó y se volvió a meter a la ducha, al salir se observó en el espejo. Nada de ojeras, nada de barritos, nada de cabello indomable, todo bajo control. Miró sin ganas los jeans ajustados y decidió modificar por última vez la ropa, quiso comprobar el heroísmo del vestido negro que se compró porque según leyó en una revista, la sacaría de cualquier apuro. Él salió sin contratiempos de casa, encendió el auto y fue a buscarla, encendió la radio y escuchó "November rain", su canción favorita de Guns n Roses, se sintió relajado, de excelente humor, todo estaba bien y la cita aun no empezaba.

Ella se miró una vez más en el espejo, tarareaba las canciones que su reproductor soltaba desordenadamente, recordó que esa noche había un tributo en el local barranquino al que iba casi todos los fines de semana y no se lamentó el no ir, en ese instante cayó en cuenta que esa cita le creaba mas expectativas de las que estaba dispuesta a admitir, muchas más. Trataba de desbaratar ideas, que las cosas sean como tienen que ser, y justo cuando terminaba de decir eso sonó su celular, Él la esperaba en la puerta de su casa. La cita estaba por empezar.

Canción para alistarse frente al espejo antes de una cita... Esta es una de las canciones favoritas de Ella, justo la que tarareó la mañana de la cita, y que volvió a escuchar mientras se arreglaba. Entre Él y Ella no había nada personal, bueno hasta antes de la cita no


Y bajo la premisa de esta canción, Ella decidió llevar el cabello suelto, pero con un listón para que la mecha castaña no cayera sobre su cara en un momento cumbre de la larga charla que tendrían durante la cena en esa cita tantas veces pensada y finalmente propuesta





 
  
 
 
 
     

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