¿Príncipes en este siglo?


En la última semana he visto dos películas (una en el cine, la otra la volví a ver en televisión por enésima vez) que dejan en claro algo. Siento mucho comnuicarlo, pero es mi deber anunciar que los príncipes ya pasaron de moda. Yo hace tiempo admití que no espero un príncipe, ni azul, ni verde, ni rojo, ni morado, tampoco en blanco y negro. Entonces en esta búsqueda de novio, ¿a quién espero encontrar en el camino?


Encantada y Blanca Nieves y la leyenda del cazador tienen algo en común. Al margen de que ambas protagonistas son inventadas y envenanadas con manzanas, en las dos películas el Príncipe tiene un papel secundario, y no rompen ningún hechizo. En los dos casos las protagonistas muerden la manzana, parecen muertas y cuando el príncipe las besa no pasa nada. Obvio que si quedaran así, muertas, la película sería un fracaso rotundo, es mas, yo sería la primera en tirar mi pop corn contra la pantalla y exigir el reembolso de mi entrada. Pero no, Disney siempre tiene un as bajo la manga. Si el beso del príncipe no funciona, allí esta el hombre común y silvestre que rescata a la princesa del sueño eterno y vivieron felices por siempre (sería bueno que escriban una película que cuente que pasa después de la luna de miel).

Por un lado, este cambio de papeles en los personajes protagónicos devela, aunque sea un poquito esa leyenda de que nosotras los preferimos malos. Ojo, no abusivos. Malos con su pinta, rebeldes con causa, indomables, esa combinación violento - tierno, cautiva si no a todas, a la mayoría de nosotras (levanto la mano, esa mezcla me derrite). Si estamos dispuestas a aceptar el chico malo en paquete completo bacán, porque no hay que perder de vista un detalle. El malo, malo se queda. Una persona no cambia por otra, puede cambiar solo por si mismo, y un hombre no es un proyecto al cual se deba moldear, ajustar, refinar, enseñar modales, etiqueta, cambiarle la vestimenta y presentarlo en sociedad. Es humano, con defectos y virtudes, el mismo Miguel Bosé lo dice y jura amar así a esa persona, con mala ortografía y todo.

¿El amor que todo lo puede, no puede hacer cambiar a una persona? Cambiará algunas cosas, pero la esencia no. Después de todo esa es la gracia. El amor nace cuando vamos conociendo a esa persona en conjunto y no por detalles aislados que con el tiempo pueden irse ajustando. Ahora, también conviene ver que puede que el tiempo no cambie absolutamente nada, y así sigamos aceptando al sujeto en cuestión. Hablo desde mi experiencia. El DJ me traía tan desquiciada que acepté vivir mi ilusión con los defectos y manías que él tenía y no estaba dispuesto a cambiar, al menos no en ese momento de su vida. Aceptaba todo porque estaba viviendo mi momento con el pata con pinta de malo y era feliz. Tiempo después, expectorada de la nube y encaminando otra relación, que finalmente no prosperó, caí en la cuenta de que no podía moldear a una persona a mi antojo y que no estaba enamorada, ni si quiera ilusionada, pues si lo estuviera esos defectos que encontré en este nuevo prototipo no me importarían. Pero me importaba, los enumeraba y encontraba mas y mas errores.
  

Los príncipes de a pie, no existen. Kate Midleton atrapó al único que, desde mi punto de vista valía la pena. Pero con corona y todo nadie me va a decir que William de Inglaterra es el hombre perfecto. No señores. Miren las juegras que se metía y Kate al decir si acepto, aceptó nuevo título honorario, obedecer el protocolo al pie de la letra y renunció a algunas otras cosillas. Al entrar de narices a una nueva relación, hombres y mujeres ganamos compañía, ternura, detalles, escenitas, tardes de cine, noches de karaoke, parrilladas y un sin fin de cosas, pero también perdemos otras. Noches de pichanga, o de copas con las amigas, salidas de shopping, en fin. Por mas que se respete el espacio de la otra persona, algo se pierde. Se compensa es verdad, pero se pierde algo de libertad hasta donde uno lo permite.

No es que este en contra de las relaciones (de pura picona, puede ser), estoy en contra de esas relaciones en que el espacio propio desparece, le tengo horror, casi fobia a la sola idea. Ya lo viví una vez y aprendí la lección. Lo dijo Alicia Bisso, lo repito yo, una no sufre por las puras.

Volviendo a los príncipes. En esta época de feminismo, revolución femenina, flower power y demás, las mujeres no necesitamos príncipes que nos vengan a rescatar, nos lleven a su castillo, nos den título nobiliario y construyan con nosotras una vida feliz para siempre. Al menos, yo no quiero eso. Llevo buen tiempo sola, he aprendido a defenderme, a mantenerme y a pasarla bien en conmigo - misma - landia. Esos detalles y toques de caballero si los busco y los defiendo, lo cortés no quita lo valiente, pero lo de defensa personal, vivir en su castillo y demás, no va. Entonces qué busco. Lo mismo que muchas otras muejres, o eso creo. Ojo al piojo, a ver si coinciden conmigo.

  


Busco a un chico valiente. Lo suficiente para aplaudir mis logros sin sentirse amenazado. Que me motive con el ejemplo a seguir creciendo personal, laboral y profesionalmente. Detallista, que no necesite un aniversario, cumpleaños o fecha marcada en el calendario para sorprenderme con una flor de jardín, un chocolate de 50 céntimos o despertándome con esa canción que me encanta y hace de cualquier mañana, un día especial. Solo se ama lo que se admira, asi que busco a un chico trabajador, empeñoso, con aspiraciones altas, mas no irreales. la que siempre vuela soy yo, necesito mi cable a tierra. Seguro de si, pero no indiferente, los celos en una medida justa oxigenan una relación.

Si a eso sumamos gustos similares a los míos en música, cine, ratos libres, política, religión y comida, sería la gloria. En realidad, lo de religión si es importante, por puro capricho. Sin embargo no busco eso. Busco similitud en aspectos vitales, y complementarios en otros tantos. Aprender de otra persona. Proyectarme de su mano en mis planes a mediano y largo plazo. Odio decir esto porque me voy a ver como una tía de la "alta suciedad" limeña, pero es lo que siento a mis 31. Quiero alguien que me quiera y me haga sentir mas viva de lo que estoy, pero que no me haga perder el tiempo.

De aventuritas, romances sin importancia y agarres de fin de semana ya estuvo bueno. Si aparece esa otra persona que quiera arriesgarse, le cuento que es un buen momento para sentar cabeza, eso si sin dejar de divertirnos y pasarla bomba. Solo se vive una vez, y a la juventud hay que sacarle el jugo.

Canción para dejar de buscar príncipes... romper el molde y arriesgarse a querer sin miedos. Gracias a mi hermana menor por presentarme esta canción



Y esta canción hace de la mañana mas sosa, un día espectacular. No solo me pone de buen humor, si no que me hace ver el lado mejor de todas las cosas, porque me encanta la forma en que haces todo



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