Te abrazo en mis recuerdos
El 8 de noviembre no es un día cualquiera, o al menos no lo es desde 1986, fecha en que llegó al mundo mi hermana menor, Laura. Este es el primer año en que no la voy a abrazar, ni desear un feliz cumpleaños, ni entregarle mi regalo, cruzando los dedos y esperando que le guste. Al menos no físicamente, por eso quiero abrazarla con el corazón mediante una oración y los recuerdos que guardo con ella.
Un sábado 8 de noviembre de 1986, a eso de las 10 de la mañana, yo bajaba a tomar mi desayuno un tanto somnolienta. Un par de tíos estaban sentados en la sala de mi casa y uno de ellos me cuenta emocionado que mi hermanita estaba naciendo. Yo resuelta e indiferente le respondí, ya se, y le pregunté a mi abuelita si podía servirme mi leche. Ese mismo día, unas horas después llegué a la clínica para conocer a mi hermanita y poder cargarla, y tomarnos la primera foto juntas. Cuando le contaba la anécdota del día en que nos vimos las caras por primera vez le decía, si pues, estabas roja, hinchada, calva, arrugadita, bien feita eras, ella se reía y me decía, no, yo era una bebé hermosa. Realmente lo era.
Por eso, según pasaron los meses, más que mi hermana, parecía mi muñeca, mi Peloncita de carne y hueso, a la que no le cambiaba los pañales ni el vestido porque mis habilidades maternales no estaban desarrolladas al 100 por ciento con escasos 5 años, es mas, a mis 37 dudo que estén habilitadas del todo. Si algo caracterizó a Laura desde siempre, fue su sueño pesado, no importaba si pasaba un trailer, un elefante caía sobre la casa, o le ponían al lado a Alonso llorando desconsolado, ella desde sus primeros meses descubrió que no había placer más grande en la vida que dormir.
Otra cosa que la distinguía y en la que me van a dar la razón todos la que la conocieron es que le encantaba celebrar su cumpleaños cual fiesta patronal. Una de las actividades de la semana de celebraciones, que a veces se extendía a 2 y hasta 3 semanas consecutivas, era salir de compras para elegir su regalo. Recuerdo cierta vez que le sugerí comprarse unas medias de cocos, misma bataclana, para darle un toque a su look y ella aceptó y me agradeció la idea. O los zapatos que me pidió hace 3 años y que se salían de mi presupuesto, el cual me importó poco o nada cuando se los probó y vi su cara emocionada. Si estaba a mi alcance, por qué no darle el gustito. En vida lo hice y eso me consuela ahora que no está mas.
Ya que hablamos de compras, Laura fue la valiente que me acompañó a hacer compras navideñas, cierta vez que quise ir hasta el Jockey Plaza para adquirir mis presentes. La hice ir y volver, de una tienda a otra toda la mañana, y ella fue quien me hizo desistir de la idea de subirme a la calesita que habían instalado para sentirme niña otra vez. Terminamos hambrientas, misma sensación que se esfumó al ver la cantidad de gente que había en el patio de comidas. Le propuse volver a casa, dejar las bolsas, a ir a almorzar a Popeyes, ella amaba el pollo crujiente. Así lo hicimos, y luego fuimos a Metro a hacer más compras. Tiempo después mi mamá me contó de lo sorprendida que estaba Laura al comprobar que su hermana mayor era, tal como lo proclamaba sin problema, una compradora compulsiva.
Sus domingos eran sagrados. El coro Los Castillos y el Movimientos Eucarístico Juvenil de la parroquia San Pedro eran su prioridad, cosa que más de una vez le recriminamos, y finalmente aceptamos. No le interesaba si el día anterior había toneado hasta las 6 de la mañana, si mi papá preparaba su lasgna dominical, o si nos mudábamos, Los domingos a las 10 de la mañana, o antes, desaparecía y no volvía hasta pasadas las 6 de la tarde. Esas eran sus prioridades, era lo que amaba hacer, era en donde se sentía a gusto y en donde, definitivamente dejó huella.
Recuerdo los campamentos a los que adoraba ir, y yo nunca iba, mis viajes relámpago en los que me echaba de menos, las fiestas con los primos, las noches de karaoke, los pasitos de baile estrambóticos, los conciertos de TK en Barranco, los de Mar de Copas en la kermesse de algún colegio local, las procesiones, las tardes de cine, los almuerzos con Diana porque si, las películas de terror que le encantaban, y yo no veía ni pagada, las reuniones familiares, la baba que se le caía por los sobrinos, los abrazos que le daba cada mañana a mis abuelos.
Mi familia no es perfecta, no aspira a serlo, por lo mismo mi relación con Laura no fue impecable, por supuesto que nos peleábamos y nos enfadábamos, pero también podíamos abrazarnos y decirnos cuanto nos queríamos, cara a cara, por carta, o por Facebook. Nuestra relación era cercana, era lúdica, era fraternal, y no solo por el lazo de sangre, sino porque el cariño era inmenso. Lo es y lo será, porque siento que estás aquí, leyendo esto y diciéndome, ay Sandy, eres una llorona.
Quiero recordarla así, y abrazarla en mis recuerdos, con especial cariño hoy, que no es un día cualquiera, que nunca lo será.
Canción para abrazarte en mis recuerdos... Nosotras compartíamos algunos gustos musicales. Amábamos por ejemplo, a La Oreja de Van Gogh y esta canción era una de nuestras favoritas
Sandrita me dejas con una sensación inexplicable , gracias por compartir tu sentir por tu hermanita Laura y Feliz Cumpleaños a ella hoy . No tuve la suerte de conocerla pero sin duda se que es un ángel y que esta feliz y agradecida de haber compartido todo eso contigo , te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Fiorella. Efectivamente, ahora ella es un ángel que desde el cielo cuida a la familia y a todos sus amigos, a quienes adoraba y siempre tenía cerca. Un agrazo para ti
EliminarTan cierto cada palabra que escribiste primix. Ella fue, es y será LAURA. Te adoro primix... Un beso y abrazo fuerte al cielo. Los 8 de noviembre por siempre tu día especial. Te quiero mucho ❤
ResponderEliminarSiempre recordaremos lo mucho que disfrutaba celebrar su cumpleaños, y seguro lo sigue haciendo en el cielo. A nosotros nos toca recordarla con alegría y amor, manteniéndonos unidos, como se lo prometimos al despedirnos de ella.
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