También es violencia
Hace algunos años, la periodista Maribel Ocampo cuestionaba porque las mujeres, sobre todo las figuras públicas, tienen que verse bien, llámese tener un peso siempre por debajo del recomendable, un cutis de porcelana, sin la más mínima sospecha del paso del tiempo, una cabellera frondosa e impecable y una figura envidiable, y los hombres no. Es más, mientras nosotras, las mujeres del mundo, hacemos y compramos de todo para tratar de detener el tiempo, los hombres que peinan canas se hacen más interesantes, y hasta más churros. Y eso lo decimos nosotras, las víctimas de la era de la inmediatez y la imagen.
Desde que tengo uso de razón he luchado contra mi panza. He crecido odiándola, y detestando cada lunar de mi cuerpo, hasta que un día escuché que eso, junto con la bullanguería y el gusto por la buena comida, es parte de la herencia italiana, y me reconcilié con ellos. Sin embargo, he hecho de todo para olvidarme de la barriga y todo fue inútil, dietas imposibles, abdominales, spinning, rutinas de baile, bebidas adictivas, fórmulas maravillosas y naca la pirinaca. Bajaba de peso, pero la barriga seguía allí, aferrándose a mi.
Tiempo después, descubrí que la panza tenía razones profundas, por lo que después de despedirme por muchos meses de la comida chatarra y una operación que me tuvo con constantes ataques de nervios y unos espantosos cólicos posteriores, la panza se redujo notoriamente, y después de mucho tiempo me vi en el espejo y sonreí, me gustaba la mujer que se reflejaba allí. Estoy regia, dije para mis adentros, y hasta hoy, que he subido un par de kilos, que espero bajar antes de Navidad, pienso igual. Me siento bien.
Lastimosamente, en nuestra sociedad, es más fácil señalar lo malo, que destacar lo bueno de las personas. Es muy natural decir, oye has subido un par de kilos, una papa menos al caldo, estás gorda, sin pensar un segundo antes de abrir la bocota y ponerse en los zapatos de esa persona que tienes en frente, que puede tener una enfermedad, matándose de hambre, o rompiéndose la columna con los abdominales cada mañana, solo para evitar comentarios como el que acabamos de hacer, bien librados de culpa.
Por supuesto que me ha pasado y me ha dolido, sobre todo porque el tema del peso es sumamente susceptible para mi, y si nunca he tenido un desorden alimenticio es porque no probar ni un bocadito se me hace impensable, amo comer, y me muero de miedo que al devolver la comida compulsivamente, mi esófago se perfore, o algo peor. Digamos que he visto tantas películas y leído tantos casos de anorexia y bulimia, que prefiero pasar. Mi peso y contextura me preocupa, pero no me obsesiona.
Duele el doble, cuando una persona que estimas, te lo dice una y otra vez, de manera directa o disimulada, y vuelve a lo mismo, cada tanto, coincidiendo con los peores momentos. Que como muchos dulces, si, me encantan los postres, pero eso no significa que coma uno a diario, o me empuje chocolates todos los días religiosamente. Que no debería comer chatarra, por qué, si para mi el plato más rico y ponedor de todos es la salchipapa, y comerla una o dos veces al mes, es un placer tan grande como culposo. Que debería pensar en mi salud, bueno, hace tiempo aprendí a cuidarme sola, y mi salud, es un tema que me compete a mi, si mi estómago revienta algún día, a quien le va a doler es a mi, y a nadie más.
Esos comentarios, que pueden ser simples sugerencias, no solo duelen, sino que son una forma tácita de agresión, porque su trasfondo es el mismo, como estas gorda, eres una lacra social, También si eres muy flaca, muy alta, muy baja, muy lacia, muy rizada, muy rubia, muy morena, muy mestiza. Y después, tienen la riquísima frescura de preguntarnos y burlarse cuando decimos no estar conformes con nuestro físico.
La lista no termina ahí. Comentarios como, cuándo te casa, te vas a quedar a vestir santos, para cuándo los hijos, estás hecha una veleta, deja de viajar y empieza a reproducirte, las señoritas no deben hablar así, los hombres no lloran, y un largo etcétera, son socialmente aceptados, pero también son un tipo de violencia, y son machismo por donde se les vea.
Repudiamos los tocamientos indebidos de Mamani, que está esperando un par de semanas para que lo suyo sea materia olvidada, pero no Fujibruto, vamos a recordar tu delito hasta el día en que te mueras, nos indigna ver tantas mujeres muertas a manos de sus parejas, tantas niñas violadas y violadores saliendo libres como si nada pasara, pero todo eso tiene su raíz en algo que se llama machismo y que mientras un grupo de desadaptados se escandalice y saque el crucifijo cada vez que escucha la palabra género, vamos a seguir en las mismas. Todo esto pasa justo en vísperas de día de la no violencia contra la mujer.
Una vida libre de violencia, donde se respeten los derechos de las mujeres, y de todos en general, donde se puede andar por las calles sin el temor de ser "piropeadas" en cualquier esquina por un acosador callejero, asaltadas, violadas y hasta asesinadas, donde dejen de multiplicarse las adolescente embarazadas, donde podamos sentir que la igualdad de género existe y no solo es un bonito parloteo, solo será posible si educamos en casa, con palabras y con el ejemplo, y dejamos que la escuela estandarice esa educación.
Reflexionemos sobre el machismo y la violencia cotidiana e invisible, justo hoy, en vísperas del Día de la No Violencia contra la Mujer. Sigamos luchando, aunque la justicia, las autoridades y las noticias nos hagan sentir que no vale la pena. Erradiquemos las agresiones desde la raíz, rechazando comentarios ofensivos, por más inocentes y buena onda que parezcan, repartiendo las tareas domésticas por igual, respetando las decisiones de todos, así como deseamos que se respeten las nuestras.Y para eso es necesario dejar de relacionar la palabra género con el cuco, el diablo o la inmoralidad. Señores ultra conservadores, con sus hijos no nos metemos, siempre que ustedes no se metan con la igualdad.. Si, con la igualdad de género (buh!!!)
Canción para erradicar la violencia... Aunque parezca cliché, solo lograremos mandar al diablo comentarios desubicados, si empezamos a querernos, a valorarnos, a arrollar con nuestra actitud, y a sentirnos regias, lindas, guapas... Más guapas que cualquiera
Esta semana encontré en las redes la campaña #CambiaElTrato, y espero que siga circulando, porque lo que se dice en los medios, en un noticiero, en la parroquia o donde sea no es tan convincente como lo que te dice tu pata, tu brother, tu par, alguien tan real e igual como tú. La idea es cambiar el chip, #CambiaElTrato
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