A dos manos

Cada quien, con sus aciertos y desaciertos escribe su propia historia, la misma que define un poco quienes fuimos y quienes somos. En esta historia aparecen diferentes personajes, padres, hermanos, amigos, enemigos, amores, compañeros. Algunas presencias son efímeras, referenciales, son "personajes de relleno". Sin embargo, otros personajes se vuelven coprotagonistas, es ahí cuando nuestra historia se escribe de a dos. Y una vez finalizada esa etapa nos quedamos con la satisfacción de que tenemos un lugar, chiquito o enorme, en la vida del galán de turno.


Hace un par de semanas, una persona escribió en su muro, que algunas veces que uno quisiera ser la historia en la vida de alguien pero es sólo un capítulo, y lo importante es escribir con el alma porque sólo así se habrá dejado huellas. Reflexioné sobre esa frase, ciertamente muy poética, y pensé que tiene algo de verdad, algo de falso. Nadie más puede escribir tu historia, así estés sumamente mimetizado con ese otro, cada quien escribe su libro como desea, como le va y como aprende. 

Con buena letra, con borrones en cada página, con margen y títulos grandes, con apuntes al pie, con finales felices o contando un solo de tragedias. Así estemos solas o acompañadas. Pero, obvio, al estar junto a alguien escribimos historias compartidas, esos momentos que vivimos los dos juntos y que encierran una lección, un pasaje para el olvido, o un instante que queríamos que fuese eterno. Es la misma anécdota, pero escrita en dos libros diferentes, el tuyo y el de él, o ella, redondeado con la percepción que cada uno tuvo.

Una vez que se alejan, voluntaria o involuntariamente, de mutuo acuerdo o por razones distintas, lo cual evidencia que estar lejos era lo mejor, y después de la negación, culpa, ira y resignación, decidimos pasar la página. Empiezas a escribir un nuevo capítulo, en el que eres la misma en esencia, aunque con cambios, que son ni más ni menos que los rezagos de esa relación que ya fue, O sea, por las buenas, o por las malas, con alegría, o con resignación, con sarcasmo, o con cólera, ese chico, al que solías llamar amorcito, osito, cosita, bebe, gordito, o cualquier otro apelativo tan romántico, como cursi, marcó época.

La pregunta del millón es ¿lo habrás marcado tú también? Evidentemente, y aunque él, o ella, lo niegue, también dejaste tu huella. Así hayas estado un mes con esa persona, o haya sido una no - relación, o haya terminado muy mal y no quieres volver a verlo ni en pelea de perros, te ganaste un lugarcito en su vida. Escribió aunque sea una línea dedicada a ti en ese libro personal. Comprobarlo y verificar que tan grande es tu espacio en su memoria es otro cantar, siendo una misión imposible si hay orgullo o resentimientos de por medio.


Desde mi experiencia yo confieso, que cada relación y no - relación vivida dejó huella. Pasajes felices, tristes, para la posteridad o para el olvido, guardo recuerdos felices, tal como lo comentaba la semana pasada y juego a la de la memoria selectiva por una cuestión de bienestar emocional. E intuyo que esas personas con las que construí un lazo importante en un momento que no es este, también me han hecho de un lugarcito en sus cabezas, en su corazón o en su hígado, eso no lo puedo afirmar a ciencia cierta.

Saber que fuimos, o de repente somos parte de la historia de alguien, que tenemos papel protagónico en una novela que no es la nuestra, nos hace sentir queridos, importantes, evocados. Y ya que nada es para siempre, disfrutemos el momento, vivamos con intensidad, con sello registrado, con el alma, porque esa es la manera en que dejamos huella.

Canción para escribir una historia a dos manos... Tener el papel protagónico en la historia de alguien nos hace sentir aunque sea un poquito inmortal. El destino es caprichoso, y a veces sin querer nos hace vivir en el camino de aquel que estelarizó un capítulo de nuestra vida



Ya que hablamos de historias, este canción tenía que estar. Pre histórica, one hit wonder, y clásica cuando piso algún karaoke. Yo pienso que no son tan inútiles las noches, tardes y mañanas que te di. No, no fueron en vano  






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