Si te vas

Es bien sabido que amor de lejos, felices los cuatro, por eso la canción de Maluma (él la canta, ¿cierto?) gozó de tanta acogida. Es una verdad universal que nadie se atrevió a contar alegremente. Sin embargo, hay una pregunta que cae de madura, ¿el amor de lejos funciona?


Al hablar de amor de lejos, me pongo lo más dramática posible, porque total, por algo soy la reina de la exageración, y planteo la situación de una relación, en la que una de las personas involucradas por estudios, ofertas laborales, desesperación, hastío de Lima, la horrible, u otro similar, decide agarrar sus chivas e irse al otro lado del mundo, España, India, Papúa Nueva Guinea, Dubai, o el primer país mas lejano que se te ocurra, o de repente que no has escuchado mencionar ni de por casualidad en National Geographic, canal que sintonizas todas las noches para conectarte con la cultura y la naturaleza.

Él se va, y tú decides quedarte, porque tu familia, tu trabajo, tu vida está aquí. Evidentemente, eso no quiere decir que no lo ames, por lo que en un arranque de melcoha y convencida de que el amor que sientes por él no conoce de distancias geográficas, y de que gracias a Dios, existe el Whatsapp, el Skype y tantas otras maneras de evadir los mares que los separarán, le juras que pondrás todo de tu parte para que la relación siga como si nada hubiera pasado. Tú eres la novia, él es tu novio, y no hay distancia que valga. Él parte, tú lo despides en el aeropuerto, se dan un abrazo y un beso digno de película romántica clásica, lloras un poco, y empieza tu relación a larga distancia.

Al inicio, como que no sientes la lejanía, porque se comunican todos los días por todos esos medios que la buena de la tecnología pone al alcance de nuestras manos. Él te cuenta emocionado sobre la zona en la que va a vivir, la gente de la chamba, el curso que está iniciando, todo es novedad, tú estas igual de emocionada que él, y qué viva el amor. Eso de felices los cuatro a nosotros no nos va a pasar porque nos amamos, dices convencida. Hasta piensas que esa relación de distancia es genial. Esta conclusión es a la que llegas, por lo general, cuando tu amiga, con la que te pegabas unas bombas de campeonato y juergueabas hasta que salía el sol te llama y te dice "habla, ¿unas chelas (o el trago de tu elección)?". Como estas sola, y un poco triste, porque en realidad extrañas a tu novio, aceptas, como para disiparte.

Esa noche, tarde, madrugada, o la hora que sea, la pasas espectacular, entonces quedan en salir el siguiente fin de semana, y el siguiente, y así conviertes en rutina algo que ya no solías hacer. Caes en cuenta que dejaste de salir tanto desde que estás con él, porque es un chico que no gusta de discotecas, ni bares, prefiere ir a un café, o quedarse en casa, y a la larga tú te acostumbraste, olvidando lo mucho que disfrutabas pegártela con tus amigas. 

Una mañana, en medio de una resaca de aquellas, piensas en tres cosas. Primero, que necesitas rehidratarte. Segundo, que estás recordando quien eras y admitiendo que te encantaba ser así, divertida, fiestera, el alma de las juergas, y que eso de quedarte en casa un sábado por la noche no es para ti. Y por último, que aunque quieres y respetas a tu chico perico, haz hecho un esfuerzo casi sobre humano, para no agarrar con ese pata que siempre está dando vueltas en la discoteca que se ha convertido en tu segundo hogar, y que tu novio tal vez te respete, y por ello ni si quiera mire a alguna gringa que se le cruce en el trabajo, el campus, o por donde quiera que vaya, aunque nadie te lo garantiza y la carne es débil. Por primera vez, desde que él se fue, te sientes celosa, intranquila, eso del amor de lejos te ha dejado de cuadrar, y en one. Tienes que hablar con él, y como suele suceder, justo ese día él no aparece ni de por casualidad en sus redes.



Vivir para contarla. Antes que el Ingeniero limeño que ahora vive en Madrid, partiera, solíamos salir y la pasábamos muy bien, alguna vez debo haber contado que es una persona inteligente y enterada, por lo que hablar por horas era una actividad que disfrutaba mucho. Debo admitir, también, que tenía su pinta, él lo sabía, pero no se jactaba de ello, lo cual lo hacía el doble de atractivo. A pesar de que yo no quería nada serio con él, porque no quiere hijos, por ahí que tentamos algo. Lo mismo que se desbarató en el momento en que me dijo que estaba postulando a una beca y se iba a España.

Como nuestra relación era un "sabroso entremés", no tenía sentido hacer planes para irme con él, algo que ninguno de los dos contempló jamás, sobre todo porque yo tengo la idea de que un hombre no sería el principal motivo por el cual yo armara maletas y me mudaría de galaxia. El Ingeniero y yo pensamos, en cambio y por un instante, que podríamos seguir con lo que tuviéramos, a distancia, ya que nos gustábamos y, a veces, el alejamiento redefine las relaciones. Justo en el instante en que recreaba en mi cabecita loca la imagen del comercial ochentero de Pepsi, en el cual una pareja se reencuentra en el aeropuerto, recordé que yo soy ansiosa y celosa.

Esas son dos características que hacen que una relación de lejos no funcione. ¿Se imaginan como sería vivir todos los días, las 24 horas, pensando en que hace él, y si habrá otra rondándole, a pesar de que él te jura, cada día, cuando conversan por skype o por lo que sea, que no es así? Una tortura china, por decir lo menos. Así que por mi salud mental, emocional, y hasta física, decidí cortar por lo sano, lo cual no implicaba que dejáramos de vernos. Por eso nos encontramos una semana antes de que partiera. Los dos sabíamos que pasaría mucho tiempo antes de reencontrarnos, por ello solté algunos lagrimones en plena avenida La Marina, los mismos que volvieron a mis ojos cuando hablamos por Skype, horas antes de que se subiera al avión.

Digamos que en la distancia la relación se hizo mas cercana, mucho mas los primeros meses, en que me enviaba mensajes al celular a las 5 de la mañana, diciéndome que me echaba de menos, y yo buscaba desesperadamente una conexión a Internet para decirle que yo también lo extrañaba. Dos años después empezó a venir a Lima esporádicamente, siempre me buscaba, y yo siempre inventaba tiempo para poder verlo, hablar, escucharlo fascinada y sonrojarme cuando me decía "Maja, estás mas guapa que la última vez, pero extraño tu pelo largo". La sensatez que tuve conmigo misma, permitió que la amistad prevaleciera.


Tal vez esa sea la clave para saber si nuestro amor de lejos, continuará o no, ser sinceros con nosotros mismos y decidir, sin ningún tipo de presiones o condiciones, si confiamos ciegamente en la otra persona, en nuestros sentimientos y en la fuerza del lazo que nos une. A esto llegaremos solo después de un examen de conciencia libre de sentimentalismos, aquí la razón se pone malcriada y debe interrumpir al corazón.

Yo no me animo a entablar una relación a larga distancia, aunque comprendo que la vida da sorpresas y de aquí a un tiempo diga, ok me equivoqué y aquí me ven restando días para encontrarme con él. Mientras le damos tiempo al tiempo, pensemos si ustedes se animan o no a decirle a la persona que tienen al lado, yo me quedo contigo, así te vayas.
  
Canción para entablar relaciones de lejos... Ya que en el post hago referencia al Ingeniero Limeño que ahora vive en Madrid, no puedo dejar de colocar esta canción, que era la que me remitía a él cuando recién partió. Aunque no teníamos nada en concreto, yo sentía que él se iba, y yo lo perdía



Hay muchas canciones que se titulan como este post. De todas, he elegido, tal vez, la más desconocida y reciente. Es el primer video que grabó TK tras su reunión, y aunque no es mi favorito, y dista mucho de viejas mega producciones, la canción se deja escuchar

  



     

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