Tomar su mano

Lo primero que le veo a un chico son sus manos. Unas manos limpias, con uñas cortas e impecables suma puntos, que reciben un plus si estas manos son suaves como las uvas, como dice un poema que leí hace muchos años. Y pocas cosas me gustan tanto como que el chico que me gusta me tome la mano.


- Mi mejor amiga me contaba con lujo de detalles lo que había sucedido el último fin de semana. Ese sábado, ella había coincidido con el chico que tanto le gustaba. Ella sospechaba que la atracción era mutua, pero no se hacía muchas ilusiones, para que el globo no se le reviente en las narices. En un momento de su crónica me cuenta que él le agarró la mano, yo le pedí detalles, ¿enlazó sus dedos con los tuyos? le pregunté. Su respuesta afirmativa era el dato que necesitábamos para redondear la historia. Él también estaba templado de ella, se delató cuando tomó su mano.

- Él me gustaba, y me gustaba un montón. Me ponía nerviosa cuando lo tenía cerca, sin embargo me gustaba sentirlo a mi lado, como esa tarde en que estábamos sentados uno junto al otro, riendo y hablando de cualquier cosa, ignorando a toda la gente que estaba a nuestro alrededor. De pronto, muy disimuladamente, sus dedos largos se entrelazaron con los míos, y así permanecimos hasta que tuve que irme. Esa tarde fui muy feliz. Esos dedos entrelazados con los míos me revelaron dos cosas: yo también le gustaba a él, y mi corazón se acelera cuando toman mi mano.

- Yo decía que me quería ir, pero le estaba mintiendo a  él, y de paso a mi misma. Al cabo de una hora dándole vueltas al mismo tema, y cansada de decir una cosa y pensar exactamente lo opuesto, opté por abrir un paréntesis, olvidarme de lo que pasó y de lo que pueda pasar, y quedarme con él a mi lado. Él celebró la noticia sin mucho entusiasmo, y justo cuando yo dudaba de haber tomado la mejor decisión, él buscó mi mano por debajo de la mesa y la sujetó fuerte. Mis vacilaciones se borraron de sopapo cuando él tomó mi mano.



- Sus besos me gustaban mucho, y nuestro pasatiempo favorito era ese, besarnos mucho. Cuando nos estacionábamos frente a su televisor, o se nos daba por escuchar música, él me abrazaba, yo me acurrucaba a su lado y me sentía feliz. Nunca reparé en el hecho de que nunca o casi nunca me había tomado la mano, porque lo que me interesaba era sentir sus labios cerca a los míos. Parece que un día, él cayó en cuenta de que no solía tomar mi mano, entonces una tarde, mientras nos besábamos, enredó sus dedos con los míos. Al rato, soltamos nuestras bocas, pero no nuestras manos. Sus besos sabían mucho mejor cuando me tomaba la mano.

- Siempre se distinguió por ser un caballero. Me hacía pasar por delante de él, me acomodaba la silla, me daba la mano al salir del auto, había memorizado muy bien el manual de Carreño, y eso me encantaba. Cuando caminábamos, solíamos hacerlo uno al lado del otro, sin abrazos, y mucho menos tomados de la mano, estaba claro que solo éramos amigos. Pero una noche las cosas cambiaron. Me acerqué a él algo desorientada, apurando el paso. Él sonrió y me abrazó fuerte. Subimos al taxi y allí me tomó la mano, yo la apreté un poco en señal de aprobación, en señal de que aceptaba lo que fuera con él a mi lado, en señal que me gustaba ese gesto. Él sabía que no me resistiría en el instante en que tomó mi mano.

- Una tarde pasó a buscarme. Quería caminar, hablar con alguien, salirse un poco de la rutina, y yo acepté porque, valgan verdades, siempre la paso bien con él. Mientras caminábamos, él me miraba y se desarmaba en comentarios zalameros, los mismos que yo escuchaba con emoción, ¿a quién no le gusta escuchar que se ve bien, que está mas guapa que de costumbre y que encima huele rico? A pesar de ello, no se me movía un pelo. Lo que si me movió el piso, y con eso la cabeza y los sentimientos fue cuando buscó mi mano, la cogió fuerte y no la soltó mas en toda la tarde. Él y yo no vamos a ninguna parte juntos, pero logra que le de una vuelta más a la idea cuando toma mi mano.



Yo recuerdo la electricidad que recorrió todo mi cuerpo en formación y libre de estrías y celulitis aún, cuando me tomaron la mano por primera vez, y la enorme sonrisa que se pintó en mi cara una semana entera, porque esa es una inocente, limpia y eficaz manifestación de amor. Yo se lo mucho que me gusta que el enamoradito de turno me lleve de un lado a otro, siempre de la mano. Yo me conmuevo cuando alguien busca entrelazar sus dedos con los míos. A veces solo tomar mi mano me calma, me pinta el día, me emociona. Lo acepto, cuando me toman la mano vuelvo a ser la adolescente melosa, desmelenada y enamoradiza que nunca fui.

Canción para tomar mi mano... Porque a veces eso basta. Yo solo quiero tomar tu mano dicen The Beatles, y estoy segura que todas las fans enamoradas que tenían desperdigadas por todo el mundo pensaban, si,yo también quiero que John, George, Paul o Ringo tomen mi mano, y me sienten en primera fila en su próximo concierto


El título de este post, que delata en una y sin mucho misterio el tema del que he hablado, es el título de una canción de Mar de Copas, y que tuve la oportunidad de escuchar al menos una vez en vivo el año pasado. Tomar su mano o su mano tomar, se entiende la idea







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