So kiss me

Los besos que se dan sin pedir permiso, sin poses falsas, con espontaneidad y en el momento menos esperado, son buenos. Los que son regalados por esa persona que nos trae de vuelta y media, son mejores. Por eso los besos nos dejan mejor sabor que los agarres.


¿Hay diferencia entre un beso y un agarre? En el sentido estricto de la acción no, porque en ambos casos son dos personas que aproximan sus labios. Lo de la posición de las manos, el lugar, los sentimentalismos, la reacción posterior de ambos y demás agregados son eso, añadiduras que no afectan en nada al hecho en si.

Pero, si englobamos la situación y nos ponemos sentimentales y pensantes, pues si hay diferencias. Un beso se le regala a esas personas que queremos y con la que tenemos una relación, es a veces una recompensa, a veces el fin de una pelea, a veces el preámbulo, a veces el inicio, a veces la despedida. Un agarre, en cambio, es un hipo juguetón, un impulso, algo que hacemos porque se nos dio la gana con una persona que nunca antes hemos visto en nuestra vida, o de repente si, pero nunca como galán en potencia, y tal vez nunca lo volvamos a ver, o a lo mejor si y como el agarre es algo insignificante es recontra fácil hacer como si no pasó nada.

Dime con quien aproximas tus labios y te diré si eso es un beso o un agarre. Si es tu enamorado, novio o esposo, obvio es un beso. Si es un desconocido, un amigo, con o sin derechos es lo de menos, un pata de confianza, hasta un pretendiente, con el que ya perdiste las esperanzas porque un día parece que le interesas y al día siguiente ya no, es un agarre, ya que no hay compromiso de por medio. Puede que haya cariño, pero no correspondencia, entonces no es más que un mero agarre.



Por eso mismo, el efecto de un beso es distinto al de un agarre. El beso, al darse con una persona con la que tenemos una relación amorosa en la que el compromiso tiene un lugar prioritario y entendible, nos causa satisfacción, nos pinta una sonrisa, si quieren ponerlo entre poético y cursi, nos inspira. El agarre también nos puede causar risa, pero una risa malévola, la misma que nos causa recordar una travesura de infancia porque, a la larga y como lo dije líneas arriba, es eso, un jueguito.

Obvio que si proclamo todo esto alegremente es porque he tenido ambos, agarres de fin de semana en algún bar de moda, o un antro ahí no más, y besos dignos de película romántica de bajo presupuesto, o de telenovela de época. Los que más se recuerdan son los últimos, porque buenos o malos, se graba en la mente, sobre todo si tienes una memoria casi fotográfica, como la mía. 

Vale la pena traer a la cabeza ese primer beso con el Eterno, porque se hizo esperar y pude comprobar que besa bien, no le pienso quitar mérito. O ese primer beso con el Intermedio, en la esquina de mi casa, después de una larga caminata por el Centro de Lima y un extenso pliego de disculpas por su mal comportamiento, si pues, teníamos problemas antes de empezar en serio. O el primer beso con el Hombre Invisible, como parte de esa primera cita, la mejor de todas las citas de la historia, bajo una noche estrellada y escuchando a Gianmarco, más cursi, meloso y ligeramente romántico, imposible.

Otros que se me vienen a la mente es ese que me robó el Oficial al volver de una salida post ruptura, su entusiasmo de vivir una segunda parte fue tal que no pude evitar contagiarme, lastimosamente esa continuación no funcionó y cancelamos la temporada antes de que saliera al aire, entiéndase, antes de contarle a medio mundo de que habíamos vuelto. O el beso que me regaló el DJ que me rompió el corazón tras un desayuno post navideño, fue una cita bonita en una mañana larga, y ese beso fue nuestra manera de decir basta de tanta miel, volvamos a la realidad, a los dos nos esperaban reuniones en el trabajo. 


Los agarres también tienen su encanto, sin embargo, si es que me dan a elegir, yo me quedo con los besos, bien dados, con la posición de los brazos como debe ser, con la actitud decidida y la atmósfera creada. Alguna vez he leído que le beso libera una serie de hormonas, y un montón de tratados de química y física. Tan importante es que hasta un día tiene, el 13 de abril.

No importa si es abril, junio, noviembre o enero. Tampoco interesa si es el inicio de algo más, una despedida a regañadientes o un impulso romántico en el momento más inesperado. Un beso robado, regalado o solicitado siempre viene bien. Solo porque si, porque se me antoja, porque me provoca, hey kiss me.

Canción para besarse... Hace algunos meses escuché que hablaban de canciones para chapar en un programa de radio. A mi se me vinieron a la cabeza varias, elegí dos, Eres de Café Tacuba y esta de Lenny Kravitz y su amante eterna, que juega a las escondidas sin saberlo

   

Y ya que estamos en onda noventera, mi década favorita definitivamente, vamos con una canción de dicha época, la misma que titula el post y que, creo, nunca pasará de moda. So, kiss me








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