¡(Sobre) Viven!

Unos meses atrás escribí sobre la historia de la entrada para el concierto de Andrés Calamaro, o lo que representaba esa entrada, un montón de planes que fueron postergados cuando entró en escena algo llamado COVID-19. Hasta que llegó el día en que Calamaro por fin se presentó en Lima y le llegó su hora a ese ticket, comprado hace casi 3 años.


Digamos que el último concierto de Calamaro fue accidentado porque pasó algo que nunca sucede, me enteré que se daría solo 24 horas antes, lo que pone de manifiesto, más que mi distracción, mi ensimismamiento. Había sido una semana difícil, en la que mi mente estaba dispersa, hasta que apareció la noticia. Calamaro se presentaba en Lima en cuestión de horas, yo tenía la entrada, pero no sabía si Pepita Grilla, con quien había comprado la famosa entrada hacía casi 3 años atrás, lo sabía, tenía tiempo y estaba dispuesta a ir. Por suerte todas sus respuestas fueron positivas y un par de horas antes del recital nos encontrábamos felices, juntas como hermanas, yendo a ver a nuestro soberbio argentino.

Yo quería salir de mi apatía y pensé que una cerveza sería propicia para ello. Así que Pepita Grilla y yo brindamos con una Pilsen bien helada, pero ella advirtió que más que un concierto largamente postergado, eso era una celebración a la vida. "Somos sobrevivientes", me dijo. Para variar, no le faltaba razón. Y el ambiente era bastante festivo, tanto, que más que un concierto parecía un tono. Durante toda la espera me sentí en una fiesta, en una discoteca donde el rock en español imperaba, en una celebración masiva.

Creo que todos los allí presentes celebraban su supervivencia, sin saberlo tal vez. Nuestros abuelos sobrevivieron al gobierno militar, nuestros padres sobrevivieron al primer gobierno de Alan García, nosotros sobrevivimos al COVID. Sin embargo, hubieron muertos y heridos, literalmente, porque sino todos, la gran mayoría perdió a un ser querido por este maldito virus, que parecía democrático, hasta que recordamos que en nuestro país, la salud no es un derecho, es un servicio, así que si tienes dinero, tus posibilidades de sobrevivir se multiplican y una buena atención está casi garantizada, o siempre tienes la opción de irte a otra clínica. Clínica, jamás hospital.

Haciendo sumas y restas en medio de esta quinta ola, que pasa caleta, porque la crisis política y social supera el nivel de atención y preocupación nacional a la crisis sanitaria, podemos concluir que el COVID-19 nos viene dejando varias lecciones. La primera es lo que los médicos recomiendan hasta el hartazgo, pero muchos no hacen caso, la salud empieza con el natural y buen hábito de lavarse las manos con agua y jabón, así como Pimpón se lavaba su carita.

Las demás lecciones no son necesariamente corporales, sino de actitud, y la más grande, creo yo, es que la vida es efímera, hoy estamos acá y mañana no sabemos. La súbita partida de mi abuela me lo refregó en las narices. Por eso es tan importante vivir cada día como el último, abrazar, decir lo que sentimos (aunque cueste y como cuesta), lucir ese vestido nuevo, desear buen día, sonreir, almorzar en familia, reunirnos con los amigos. La vida es hoy, es como es, es este minuto que no podemos enfrascar, aunque ganas no nos faltan.

Por eso, la gente llena los conciertos, se suma a las reuniones con familia o amigos, disfruta esa interacción. Porque las video llamadas, teleconferencias, historias del Facebook e Instagram, papelones en el Tik Tok son salvadoras y divertidas, pero se superan cuando son en vivo y en directo. Por eso valoramos tanto el aquí y ahora. Por eso cada vez más gente vive agradecida con cada día nuevo, o esa es mi impresión. Y así, viviendo el día a día llegamos a la víspera de Navidad.


Este año me organicé, planeé todo el mes y digamos que mis cálculos funcionaron y si no me encontré con todas las personas que me hubiera gusta ver, si coincidí con la mayoría, con todas esas personas que llegaron a este 2022 que me ha sorprendido gratamente, regalándome un viaje, un montón de conciertos (bueno, más de 5 califican como un montón), nuevas amistades que llegan o que vuelven con la intención de no irse más, muchos kilómetros recorridos, momentos que no necesitan fotos, pero que se quedan en mi memoria, como las tardes jugando a las escondidas con mis sobrinos.

Con este post que empezó hablando de una cosa y terminó contando otra, quiero desearles esa bonita Navidad que nos merecemos. Digamos que la paz y el amor están brillando por su ausencia, pero no permitamos que esas ideas que nos dividen pesen más que los motivos que tenemos para unirnos, para ser más empáticos, para reír mas y renegar menos. ¡Salud por una bonita Navidad! Y los creyentes no olvidemos saludar al cumpleañero con una oración a la medianoche del 25. 

Canción para celebrar la supervivencia... No es secreto que a mi me encanta la navidad, pero no me gustan mucho los villancicos. Así que musicalizaremos este post con una canción de buena onda, porque la unión debe ser una constante, y nuestro Perú necesita de todos juntos ahora, right now!!!


En el post no conté lo mucho que disfruté el concierto y que la emoción se me escapó por los poros cuando a manera de cierre Calamaro cantó Paloma y la remató llevándome a las lágrimas al volver a escena y entonar Crímenes Perfectos. Demasiado bueno. Valió la pena la larga espera






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