No hay quinto malo

Todos los años digo lo mismo, el tiempo pasa volando y sin querer el blog cumple un añito más. Esta vez no es la excepción y otra vez estamos 27 de febrero, y el año llega a un nuevo aniversario, los cinco años, el quinto aniversario. Y como no hay quinto malo, vale la pena celebrar.



La historia del blog es harto conocida. Nace del gusto que tengo por leer y escribir, gusto adquirido y descubierto desde mis primeros años en los que leía absolutamente todo lo que llegaba a mis manos, desde las tiras cómicas de Katty, la oruga, hasta la revista sabatina de El Comercio. Tal vez si hubiese mostrado el mismo entusiasmo por leer mis libros de botánica, goegrafía, religión y demás materias escolares hubiese tenido mejores resultados en mi etapa colegial, en fin. 

De mi primer diario, el cual recibí como regalo de Navidad hace más de 10 años, le siguieron 6 ediciones más, luego las contra carátulas de mis cuadernos universitarios, un documento de word, las nptas del Hi5 y finalmente, las del Facebook, Ahí fue cuando me hice de algunos seguidores que pedían un blog y mientras yo tanteaba la idea, apareció un taller de herramientas de Internet en el que nos solicitaron abrir uno. Inicialmente este blog debía hablar de la situación de los niños, niñas y jóvenes en riesgo, la tarea de las organizaciones involucradas, las alternativas a solución. Y el primer post contó algo así. 

Sin embargo, seguí un principio anunciado por Drew Barrymor en su película "Jamás Besada", una debe escribir sobre lo que sabe, y bueno yo se lo que me tocó vivir y lo que veo a mi alrededor, y eso es lo que les cuento semana a semana, mis historias, mis miradas, mis experiencias, mis impresiones, mis opiniones. El último año estas han sido las que han abundado. Siempre he defendido los derechos de las mujeres y he tirado barro con ventilador a los maricones que maltratan de cualquier manera a una fémina, y en los últimos 365 días he brindado mi humilde impresión sobre el escenario político y he levantado la voz cuando de unión civil se trata. No me considero líder de opinión, pero como cualquier persona tengo derecho a decir lo que pienso, sin difuerzos, sin ambigüedades, con honestidad brutal.

    
Este quinto aniversario de mi mundo me agarra en un momento un tanto difícil. No ando bien de salud. Y nos un resfrío, un dolor de estómago o un cólico mensual, es algo un poco más delicado que me tiene reposando, tomando muchos líquidos, lejos de cualquier situación que me genere tensión y acudiendo a la clínica más de lo usual. Esto me hace repensar mi vida, abandonar cualquier idea insensata para no bajonearme y extrañar esas cosas que no hacía tan a menudo y ahora moriría por hacer, por ejemplo caminar por horas, enchufada a mis audífonos o bailar hasta el amanecer en cualquier antro.

También me hace valorar aquello que por cotidiano, paso por alto. Un trabajo que me permite seguir las indicaciones del médico y acudir a mis citas sin tanto papeleo. Los más importante una familia que se preocupa por mi, y no solo la nuclear, que se está portando de primera, sino también mis tíos y primos que de una u otra manera están al tanto de lo que me pasa y de cómo me va. Y mi familia por elección, mis amigos, pero los de verdad, a los que se les reconoce en estos momentos que no son tan buenos y que se preocuparon desde el inicio por saber lo que pasaba, y más allá, por tratar de hacerme sentir mejor, de ver las cosas desde el mejor ángulo, por brindarme su apoyo incondicional, compañía y dosis inmoderadas de cariño.

Como alguien a quien admiro mucho dijo, hace unos pocos meses atrás, la vida no es fácil para nada, siempre hay desafíos, dobleces, vueltas de tuerca, pero lo importante es saber reponerse, y la única manera de hacerlo es sintiéndose vivo, como debemos sentirnos cada día. Eso es algo que no solemos hacer, porque es tan natural respirar que no lo agradecemos, porque a veces la rutina nos gana, porque agradecer por un día más de vida es hasta cursi. A mí no me parece cursi, por eso agradezco seguir de pie, viva, y con un inconveniente que voy a superar, y que en un tiempo entenderé porque pasan las cosas, porque siempre tienen una razón, refundida, inexplicable e inentendible al primer momento. Pasados los 30 y en estos cinco años de existencia del blog, hemos descubierto que esto es una verdad universal.


Habiendo dicho todo lo que necesitaba, y de alguna manera justificarme por la ausencia de las últimas semanas, pasemos a celebrar con moderación estos cinco años del blog, de ese mundo al que los invito a explorar cada semana, de todas esas historias y opiniones que cuento sin miramientos y sin filtro, porque la idea es ser sensatos, aunque perdamos amistades y consideraciones por ello, tomando como precepto que en la vida no se trata de ser perfecto, se trata de ser feliz, y a mi me hace feliz decir lo que pienso tal cual, ser un poquito almibarada, o bueno pues ser muy azucarada, e invitarlos a que suban a mi mundo y compartir miradas en el post que aparece cada semana. Gracias por estos cinco años.

Canción para celebrar al quinto... La última semana hay noticias desalentadoras sobre la salud de Pau Donés, desalentadoras para todos, menos para él que promete regresar a los escenarios, compartir con el público y hacer hasta su último respiro aquello que le hace feliz. En estos momentos malos, escucharlo tan vital, reanima al más apático y me hace ponerle play, de nuevo a esa canción que es un himno... y si quiero más, pues grito

   

Ya que estamos en tiempos agridulces, celebremos con una sinfonía antiquísima, pero que siempre es escuchada con una sonrisa, y si es para empezar la semana, como me sucedió a mi justo hoy, mejor todavía


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