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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Licencia para soñar(te)

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Es cierto que vale la pena soñar, y que para hacer realidad los sueños hay que despertar primero. ¿Qué pasa cuando esos sueños involucran a otra persona?, ¿podemos darle rienda suelta a la imaginación o es mejor pedir permiso antes?, ¿necesitamos licencia para soñar a alguien? Los románticos empedernidos y quienes aman experimentar con el corazón, que siempre termina mal trecho, no necesitamos licencia para soñar, nos la damos sin mas, sin pedir permiso, y sin medir las consecuencias, sobre todo cuando no distinguimos ilusión de realidad, y nos olvidamos de Calderón de la Barca que decía que los sueños, sueños son. Entonces esa persona que nos mueve el piso, que nos trae de vuelta y media, no nos quita necesariamente el sueño, pero si se inmiscuye en ellos, o mejor dicho, lo traemos a rastras. ¿Qué puede ser interpretado como un permiso para soñar? Vivir para contarla. Es una licencia para soñarte esa mirada que se cruzó con la mía. A lo mejor esperabas que te mirara y te

Huída al sol

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Escápate conmigo, solo una vez, solo unas horas, solo porque si, porque yo te lo pido, porque quiero que te la juegues por mi, así como alguna vez yo me la jugué por ti. Manda todo al diablo, y escápate conmigo, ven al cielo conmigo, huyamos hacia el sol. Abre un paréntesis para escribirlo juntos. ¿No recuerdas aquella vez que me pediste lo mismo? Al inicio la idea era por poco descabellada, luego, mientras más me tentaba, más te decía que no, por llevarte la contra y por tratar de guardar la compostura y la sensatez, esa misma que me terminé de quitar cuando faltaban pretextos para irme, y me sobraban las emociones para quedarme, solo una vez, solo un rato más contigo. No me arrepiento, contigo nunca me arrepentía. Escribimos una anécdota más, hicimos una travesura,  como quien no quería la cosa, pero la queríamos, la armamos, la hicimos. Ahora te pido lo mismo, huye al sol conmigo. Acomoda tu horario al mío y regálame una hora, o dos.  Yo lo hacía, y aunque al principio

Some questions

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¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? Así como esta hay miles de miles de preguntas que no tienen respuesta, o a lo mejor si tienen tantas soluciones como personas en el mundo y como no se ha llegado a un consenso, se quedan abiertas. ¿Cuáles son las preguntas que siempre vuelven a nuestra cabeza para complicarnos la existencia? Sabemos que la base 2 es para divertirse, experimentar, volverse a caer, volver a experimentar y pasarla bomba, con resbalones y magullones de por medio. En la base 3, ya cansada de maquillar tanto moretón y enviar tu corazón a terapia una y otra vez,  empiezas a rescatar las lecciones y aplicarlas, que no es nada fácil. Y a los 40 con la sabiduría que te da la experiencia, las canas que el tinte no cubre y esas líneas de expresión tan molestas que se escurren por ahí, ya la tienes recontra clara y hasta resuelta (si es que en la década anterior no te alcanzó el tiempo), y con toda la calma del mundo, pagas los cocteles. Sin embargo, todas tenemos p

Siempre no, muchas gracias

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Digamos que un chico apareció, o reapareció, en tu mundo. Digamos que tiene un no se qué, o bien que lo sabes, que te atrae un montón. Digamos que te acercas a él en puntas de pie, y después de tener una conversación, más o menos decente con él te das cuenta de que no hay click, al menos no de parte de él. Digamos que piensas que es cosa de tiempo. Digamos que pasa el tiempo y no pasa nada de nada, por parte de él, nuevamente. Digamos que le tienes que dar la bienvenida más cálida posible al rechazo. Todos hemos experimentado la sensación de rechazo en algún momento de nuestra vida, desde los amiguitos que no querían ni jugar, ni compartir sus crayolas con nosotros en el nido, hasta este chico, al que ni le va, ni le viene tu presencia y ausencia. Y no es que se mantenga alejado de ti, como si tuvieras lepra, gripe porcina, o alguna enfermedad exótica que se contagia con solo compartir el mismo ambiente, simplemente no siente lo que tú, y lo sabes, lo presientes, lo intuyes, y

Siempre nos quedará...

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Fanáticos del cine o no, alguna vez hemos escuchado la frase que Humphrey Bogart le cuenta al personaje de Ingrid Bergman hacia el final de Casablanca, "Siempre nos quedará París". Si conocen la película, sabrán que él hacía referencia a la historia de amor que ellos protagonizan en esa ciudad, la más romántica del mundo. Por qué no preguntarnos, tras un naufragio emocional, ¿con qué vale la pena quedarnos? Quédate con el rumor de esas conversaciones intensas, sentidas, corazón en mano. Esas idas y vueltas sobre la misma idea, de por que no estar juntos, por qué seguir, por qué nos queremos tanto, por qué queremos compartir una serie de experiencias y dejar que la vida nos arrastre, pero de la mano, sin perdernos, dejando huella juntos, porque sólo así vale la pena que las cosas fluyan. Quédate con las conclusiones a las que llegaron, con los puntos en los que jamás se pusieron de acuerdo, las cosas en las que fuiste flexible, aquellas en las que no cediste por n