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Mostrando entradas de julio, 2014

La insoportable relatividad del siempre (y del nunca)

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De pronto, en un momento cumbre del romance, donde todo nos parece maravilloso porque estamos al lado de la persona amada, él en medio de un abrazo de telenovela nos pregunta "vamos a estar juntos siempre, ¿no es cierto?". Y nosotras por efecto del embobamiento propio de la combustión de emociones de ese momento respondemos con un automático "si". Disculpa que arruine tu escena romántica, pero es mi deber decirte que eso del "para siempre" no es tan absoluto y definitivo como parece. Puedes tener la voluntad y la certeza de que quieres aventurarte a lo que venga con el chiquito este de la mano, pero ¿hay alguna garantía?. A Luis Enrique no le faltaba razón cuando cantaba yo no sé mañana si estaremos juntos, si se acaba el mundo (si, es la canción del tramposo, pero cuenta una gran verdad). El siempre y el nunca son todo, menos definitivos. Eso de nunca digas nunca es una verdad universal. Y tengo un ejemplo perfecto que siempre me contaba mi m

Entre tu cuarto y el mío

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Estamos a kilómetros de distancia por decisión, por salud mental y emocional, porque es lo mejor, y me ha costado entenderlo y asumirlo, pero finamente he caído en seco y ahora identifico todo lo que hay entre tu mundo y el mío. Entre tu cuarto y el mío hay olvido. Tú tienes mala memoria y nunca te has molestado en demostrar lo contrario. Tanta mala memoria que no llevas la cuenta de cuando empezamos a frecuentarnos y cuando acabó todo, de buenas a primeras. A pesar de todo tengo en tu cabeza un lugar muy pequeño y compartido con algún recuerdo refundido que deja en evidencia la persona que fuiste, el chico bueno con pinta de malo que también pasó al olvido. Yo soy tu opuesto, tengo memoria fotográfica, e hice un registro textual de nuestro tiempo juntos, porque la estaba pasando tan bien que no quería que se me escapara un solo detalle. Tras el naufragio emocional tuve varias tareas pendiente, la más difícil era olvidarte y pasar la página. Como tu cambiaste de capítulo

Con solo una mirada

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La clave para descubrir una mentira o que una persona no es tan sincera como parece es mirarla a los ojos. La mirada o te reafirma, o te delata. O enamora, o espanta. O nos invita, o nos rechaza. O nos inspira a todo, o no cuenta nada nuevo En muchos momentos de mi vida, desde mis dulce infancia hasta mi adultez, pasando por la pubertad y aquellos turbulentos años adolescentes, cuando me encontraba en momentos de embobamiento producto de alguna ilusión prematura (¿se acuerdan de la licencia para soñar? yo en muchos momentos me tomé alguna) yo buscaba una mirada. Obviamente la mirada de aquel que me quitaba el sueño. Eso me bastaba para ser feliz. Encontraba esa mirada en mi campo visual e inmediatamente recordaba ese verso de Bécquer que decía: "hoy el cielo y la tierra me sonríen, hoy llega hasta el fondo de mi alma el sol, hoy lo he visto, lo he visto y me ha mirado, hoy creo en Dios". Así de cursi, así de meloso, así de tragicómico. Sobre todo, si tomamos en cue

Atrapados en la red

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Si no todos, la mayoría alguna vez hemos visitado una sala de chat y nos hemos tropezado con todo tipo de gente. Pero el mundo virtual es totalmente frágil y ficticio. El estar tras una pantalla nos da la capacidad de inventarnos, recrearnos, mostrar nuestro mejor ángulo y finalizar una conversación con una pregunta que en mis primeros acercamiento al mundo chat era obligatoria: ¿tienes un e-mail? Creo que la película protagonizada por Meg Ryan y Tom Hanks, a pesar de no ser de culto, ni ser la más taquillera de todos los tiempos, ni tratar de una pareja que se conoce en el mundo virtual (ya que eran vecinos, aunque no lo sabían) nos vendió la idea de que las relaciones on line existen, de que el cuento de hadas en la era digital es posible, de  que el www.yvivieronfelicesporsiempre.com. se puede dar. Yo, romántica como pocas creo que si. Deben haber varias parejitas por ahí que se conocieron una mañana, tarde o noche cualquiera en una sala de conversación, que tomaron un

Para siempre... o para pasar el rato

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Conociste a un chico lindo. Se ve muy bien por todos los ángulos, no florea, por eso mismo se te hace interesante, baila bonito, le gusta la música que tu sueles escuchar, hasta huele rico, pero (siempre hay uno) un murmullo en tu interior te dice que es solo un sabroso entremés. No, no es que la edad me haya afectado y de buenas a primeras voy a convertir este espacio en un blog gastronómico, nada de eso. Llamamos sabroso entremés (o aperitivo a secas) a ese patita que por un motivo inexplicable no consigue que nos proyectemos. Claro, no vamos a planificar una vida con un hombre que conocimos hace dos horas, pero digamos que le damos la opción, pasa el tiempo y según va acabando esa linda primera etapa en la que todo nos emociona porque todo es novedad, ya no sentimos lo mismo y mientras buscamos inútilmente motivos para seguir adelante, nos lamentamos por haber hecho oídos sordos (una vez más) a doña Intuición que, imprudente como siempre, nos advirtió de un modo que solo