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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Lo que tenga que ser

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Te deseo un feliz 2014. Lo hemos escuchado y dicho tantas veces, a pesar de que sabemos y admitimos de que la felicidad no es un estado constante, es solo un instante que pasa tan rápido que ni si quiera permite que nos percatemos de lo bien que nos sentimos en ese minuto. A pesar de ello, todos vamos a desear y nos van a desear un feliz año nuevo. Hace algunos años Renato Cisneros criticaba la costumbre de desear un feliz año nuevo, tal como lo acabo de hacer, y señala que es mejor desear que el año venidero sea lo que tiene que ser. Es verdad. Obvio que le voy a desear a toda mi gente querida miles de momentos felices para el año por venir, pero todos sabemos que nos vamos a encontrar con problemas que vamos a tener que superar, así tengamos todo planeado al milímetro, siempre hay inconvenientes de última hora en el camino. Cuando empezó este año pensé exactamente eso, que sea lo que tiene que ser, o sea un año mucho mejor que el que se está yendo, porque si bien el 2012

Bitácora previa

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A pesar de mis esfuerzos, este año el stress pre navideño hizo su aparición y realmente estoy agotada. No sé que pasó, tal vez caigo en cuenta una vez más que una agenda se me hace imperiosamente necesaria (hay una en mi lista de regalos), o tal vez el trabajo me tiene tan absorta que el tiempo me quedó corto, no lo sé, lo único que es seguro es que es 24, son las 6 de la tarde y estoy agotada. Al mediodía veía por el noticiero el caos que invade el Centro de Lima y los principales centros comerciales de la capital y pensaba doble suerte: ya no vivimos en medio del desastrozo Cercado y como yo soy recontra organizada mis regalos ya están comprados y ando en el proceso de envolvimiento (proceso que convirtió a mi cuarto en una sucursal de la fábrica de Papá Noel), Y mientras envolvía mis regalitos, y les ponía la tarjetita, y tarareaba alegremente la canción que sonaba en la radio, mi tía entra a mi cuarto y me cuenta que un tío y su familia van a pasar Navidad con nosotros. Ac

Postales Navideñas

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En este lado del planeta la navidad no es blanca, es celeste, por nuestra idiosincrasia latina la noche no es de paz, es bullanguera, y comer pavo y beber chocolate caliente es una costumbre norteamericana que nosotros recibimos felices (bien por el pavo, lo de la bebida hirviente en pleno verano, como que no va). Mis percepciones sobre la navidad no han variado mucho con los años, siempre me ha gustado el ambiente que trae de la mano. Aquí algunos recuerdos.       Creo que la mayoría de gente piensa como yo, que la navidad es de los niños. Las jugueterías son las que hasta triplican sus ventas en esta fecha, y las publicidades sobre juguetes curiosos aunque no abundan, siempre se filtran por ahí. Yo no recuerdo mis primeras navidades, ¿lógico no? Lo que si recuerdo, aunque más por fotos, que por vivencia, es el columpio que me regalaron mis abuelos cuando tenía 3 años y aun era hija (y nieta) única. Un año después cuando llegó mi hermana, nos regalaron un sube y baja con ca

Al Grinch le digo ¡NO!

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Otra vez el tiempo pasó volando, sin pedir permiso, sin interesarle nada y otra vez nos pone en el último mes del año, el mismo que trae de la mano la campaña navideña (aunque la campaña empezó en algunos supermercados y emporios comerciales, tipo Centro de Lima, en octubre). Y empiezan los decorados, los villancicos, el espíritu navideño y demás a flotar por el aire. Y en medio de la algarabía surgen los Grinch que nunca faltan.     Yo no me molesto en afirmar enfáticamente que amo la navidad. Me encanta, me fascina, me enloquece. Mi vacilón es comprar y envolver regalitos para todo el mundo, si, consumista como soy, esta fecha me viene muy bien. Pero no vivo en navilandia, ni en la Villa Papá Noel (aunque fácil podría serrucharle el piso a algún duendecito), ni en maravilloso landia y se que hay muchas cosas que atolondran a todos en esta época del año. El tráfico por ejemplo, parece que todo Lima se pone de acuerdo para salir justo el día que tu decides ir a comprar dec

Si no fueras tu

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Yo no espero, ni tolero manías, ni disculpo malos modales, ni doy la razón solo porque si, ni escucho lamentos y pierdo la paciencia cuando de dudas existenciales se trata. No creo en las segundas oportunidades, ni los milagrosos cambios repentinos, ni esas sentidas disculpas que caen en la exageración y ridiculez. Todo eso sucedería si no fueras tu. Tu orden maniático, tus modales escasos, tu ansiedad y falta de paciencia, tu humor negro, tu manera de cambiar de canal sin detenerte en ninguno, tu inteligente forma de mentir, tus ideas insensatas, tus comentarios que pecan de desatinados, tus vicios, tu pereza, tus secretos inconfesables que alguna vez me contaste, tu torpe manera de llamar la atención, tu lado extra drama queen y todas esas debilidades o "aspectos a mejorar" (un sinónimo algo huachafo, debo decir)  son cosas que no tolero y que me encantaría cambiar por arte de magia, pero se que eres humano no un proyecto y acepto el paquete completo, lo bueno, lo