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Mostrando entradas de octubre, 2013

Nene Malo

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No, no es que ahora me haya vuelto fiel oyente de radios tipo batería y ande cantando todo el día la pegajosa "como me gusta la noche". Una vez hablamos de que los malos, por un insospechado motivo, nos atraen, o mínimo nos llaman la atención. Bueno, esta es mi historia con el chico con pinta de malo, pero espíritu de osito de felpa.  Ya una vez dijimos que nosotras los preferimos malos y yo admití que también me gustan los villanos, los antagonistas, los rebeldes sin causa, pero en la ficción. Hoy confieso que alguna vez caí seducida ante un chico bueno con pinta de malo, sólo le faltaba su moto. No era una James Dean, aunque tenía sus arrebatos rebeldes. No era guapo (más de una vez, quienes lo conocen y lo conocieron, me dijeron "¿qué diablos le viste?"), pero su sentido del humor me hacía omitir ese detalle. No tenia el look punk de los chicos malos, aunque solía vestir de negro. Eso si, jamás me trató mal, por el contrario, siempre me arrancaba sonr

Bye bye drama

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En la última media hora de la película " Simplemente no te quiere ", Gigi decide sacar un poco de drama de su vida porque finalmente había entendido que ella era la regla, no la excepción, y no tenía intenciones de seguir obsesionada en la búsqueda del amor de su vida. En la película ella cura varios magullones para lograrlo y es que suena bonito, pero ¿qué tan difícil es decirle adiós al drama?    "Simplemente no te quiere" es una de mis películas favoritas (los abucheos son bienvenidos, bostezar también está permitido ), cada vez que me tropiezo con ella, me quedo prendada. La última vez que la ví estaba en medio de una crisis emocional leve, manejable, pero que me dejaba un montón de preguntas sin respuesta, o a lo mejor con respuestas que no quería ni dar, ni entender. No quería aceptar que otra vez me había equivocado garrafalmente, que mi intuición nunca se equivoca, que debí haberme mantenido firme en mi posición y decir no. Si me importó, me importa

Mi amigo, mi ex

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Este es el mismo título de un post que Alicia Bisso escribió hace muchos años. Recordando una situación similar a la de ella, escribí una nota en el fb (fue una coincidencia ocasional y temporal), y esta es la versión extendida de aquella tarde en que el Eterno y yo nos comportamos como adultos, y volvimos a ser los amigos que nunca hemos dejado de ser.  No es un secreto que el Eterno y yo compartimos juegos, bailes, risas y conversaciones en tardes infinitas. Hablábamos de todo, menos de ese secreto inconfesable, estábamos templados, él de mi, yo de él. Y si bien, él tanteaba el tema, yo entre inocente y abochornada, no le hacía mucho caso. Pónganse en mis zapatos, tenía 12 años, me dolía el estómago cada vez que lo sabia cerca (eso de las maripositas no lo comprendía bien), mi corazón se aceleraba y yo no entendía a ciencia cierta lo que ocurría, tampoco me interesaba mas de lo necesario y, en verdad, no sabía que esperar de la vida. Alguna vez, la segunda ocasión en

No significa nada

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Terminaste con el pata en mención. Ya superaste todas las etapas post ruptura. Ya te acabaste todos los kleenex y no se te da la gana de comprar ni una caja más. Ya lo superaste y se lo dices a todo el mundo. Ese mismo mundo que a lo mejor no te lo cuenta, pero sospecha que el capítulo aun no está cerrado. Y si te lo dicen te llega, porque lo que comentan no significa nada. Que te pongas nerviosa cuando lo sabes cerca no significa nada. Andas de compras, disfrutando como surfista en Hawái tu esporádico síndrome de compradora compulsiva, acompañada de tus amigas que se dieron cuenta de que necesitan una casaca o unos zapatitos y de paso un bolso que haga juego, y un par de pantalones, polos, vestidos, bikinis y ya que están ahí, porque no chequear discos, libros y accesorios para el hogar (o sea alguna tontería que no vas a usar, pero inexplicablemente necesitas). De tanto comprar te da hambre, así que vas al patio de comidas. Una de tus compañeras de compras va por una d

Quemar para crecer

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Hace poco conversaba con una amiga y le comentaba que he perdido contacto con algunas personas que conocí en la secundaria y en años posteriores porque he cambiado y la nueva versión de mi misma, al igual que la anterior, no puede gustarle a todo el mundo, no soy pepita de oro (por suerte). Ella me decía que eso le parecía triste y yo la refutaba, hay que quemar para crecer le respondía.     Hagamos un ejercicio. Busquen una foto antigua de ustedes, puede ser de hace 10, 15, 20 años o más. La clásica foto recién saliditos de la barriga de su mamá, o de pequeños, en el primer día del nido, o en el colegio, primaria o secundaria, o en la matiné de algún primito o amiguito. Mírenla con atención ¿Se reconocen? Imagino que en la mayoría de casos si, hay alguna similitud, algunos rasgos que son muy propios, los ojos grandes, el pelo desordenado, la nariz respingada (como en mi caso), las ojeras (otra vez levanto la mano), la frente ancha, en fin, eso que nos hace únicos. Somos los