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Mostrando entradas de mayo, 2013

Víctima de afecto

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Hace algunos días conversaba con una amiga y ella me dijo una gran verdad "a los hombres les gusta que los traten mal". Es cierto, si un pata te está rondando y tu respondes sus gestos con indiferencia, van a seguir ahí dando vueltas y vueltas hasta que les hagas caso. Es en ese instante en que ellos te cantarán con la misma moneda yo te lo pagaré y van a responder con frialdad cualquier detalle. Pero, ¿cuánto estamos dispuestas a tolerar?, ¿a nosotras también nos gusta el maltrato?     No nos hagamos las locas, que todas hemos pecado de drama queen por lo menos una vez. Tenemos talento para hacer de sufridas heroínas de telenovela, damas incomprendidas, doncellas desvalidas y demás en algún momento de nuestras vidas. Tras una pelea, desacuerdo, ampay o lo que fuera corremos a desahogarnos y contarle nuestra trágica historia de amor a las incondicionales amigas, las mismas que te van a escuchar, te van a consolar, te van a sacar arrastrando de tu depresión y, por su

Después del adiós

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Decir adiós fue difícil para mi , decía la banda nacional Amén, en una canción digna de cantar a voz en cuello con el Estadio de San Marcos repleto de fanáticos del rock made in Perú.Y así como fue complicado para ellos, también es difícil para mi, y para ustedes también (honestidad, ante todo). El mundo se viene abajo, todo pierde sentido, tiras al tacho esos planes para dos y llegan los largos días, con sus tardes y noches, en que recuerdas todas las experiencias compartidas y el inesperado (o que se veía venir, pero preferías ignorarlo) final.   Primero que nada, es mi deber informarte que estas ante una situación nada fácil. Puede que haya habido muchísimo cariño, que estabas recontra templada/o, que a lo mejor ya era una costumbre (recordemos lo que nos decía Rocío Durcal: " no cabe duda que es verdad que la costumbre, es mas fuerte que el amor "), o sea cual fuera tu situación, la ruptura duele, pesa, en síntesis, es un fastidio. Y como si fuera poco, hay una se

32 a la vista

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Para variar el tiempo ha pasado sin hacerse sentir y como jugando. Los 32 me esperan a unos cuantos pasitos de donde estoy, tan cerquita que la vuelta de la esquina es hoy un punto lejano por el que ya transité. ¿Qué es lo que me espera? Supongo que algo más de sensatez, una buena dosis de madurez, una pizca de cordura y dosis inmoderadas de sorpresas y nuevos retos que voy a recibir con el mejor de los ánimos (porque de caras largas ya estuvo bueno). Pero antes de avanzar resolvamos una incógnita, ¿cómo me imaginaba a esta mujer de casi casi 32?         Cuando era una niñita dulce e inocente aun, a los 9 años, ni si quiera me esforzaba en pensar qué sería de mi vida a los 32, para eso faltaba uffffff, una eternidad. Sólo tenía clara una cosa en la vida (y eso ya es bastante, tomando en cuenta que a los 9 nadie sabe a ciencia cierta qué es la vida), quería estudiar comunicaciones, quería salir en la televisión, ser archifamosa y conocer a Andy, el cantante de Menudo que me

Chip materno

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No me voy a esmerar en ocultarlo.Yo quiero ser mamá. En muchas ocasiones me doy cuenta de que quiero tener un hijo, verlo nacer, crecer, darle lo mejor y cambiar mi vida por completo y para siempre. El momento preciso sigue siendo un misterio sin resolver, después de todo los niños llegan cuando tienen que hacerlo, y ni un instante antes. O eso espero con todas mis fuerzas.       Mi chip materno se activó y fue mas evidente que nunca cuando conocí a Leo, uno de mis primos menores, y aquí entre nos al que mas quiero y engrío. Cuando él nació yo tenía 19 años y todos necesitábamos babero, dejamos que nos rebautizara, que ocupara nuestra atención y yo lo incluí en mi lista de regalos navideños. Cuando iba de un lado a otro, con Leito de la mano, yo me alucinaba mamá, imaginaba como se me veía y como se me vería con mi barrigota y después con un bebe que no deja de llorar y mi cara de ¡help me! Aterrizaba en una, primero termino la carrera, veo qué  hacer con mi vida y luego me p

No te soporto

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Don Gruñón y yo nos conocimos allá por el, hoy lejano, 2008. Al inicio no le dí mucha bola, luego lo ví como un mal necesario, el clavo que requería en ese momento, después me pareció una buena compañía. Con el tiempo, mientras él se develaba como quien era realemnte, yo salí espantada. Siento decírtelo pero, Don Gruñón no te soporto.     Una noche de invierno yo estaba celebrando la graduación de una amiga y lo conocí. Don Gruñón no parecía malgeniado, por el contrario, me pareció buena onda y me sorprendió que a la tarde siguiente me llamara para tomar un café y conversar. Nos encontramos, sugirió un lugar medio pichiruchi, asi que yo propuse otro, pero como que no le cuadró el sitio, aunque igual nos quedamos ahí. Muy ventilado, mucho frío, se demoran mucho, bla, bla, bla. Yo pensé: "bueno, será friolento".  Digamos que fue una salida simpática, no híper divertida, pero al menos se rompió la pauta del domingo gris, tumabda en mi cama viendo televisión. A la sem