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Mostrando entradas de junio, 2012

Amistad y cumbia

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Alguna vez admití que ciertas cumbias me pueden parecer divertidas, y para bailar un par esta bien, pero escuchar todo el día cumbia, literalmente, ah no, yo paso. Pero por esas cosas paradójicas de la vida la cumbia me remonta a historias muy bonitas, porque las protagonistas son personajes que recuerdo con cariño y por suerte aun son parte de mi vida. Por el 2006, andaba en la universidad, definiendo el rubro en el que iba a especializarme. Como ya la tenía mas o menos clara, decidí entrar a un curso de especialidad, Marketing Social. Por suerte llevaba ese curso con una de mis mejores amigas, Laura. Como en todos, o casi todos, los cursos de la universidad, se debía desarrollar a lo largo del ciclo un trabajo de grupo. Así conocimos a Ali y dos chicos mas. Estos caballeros reconocían que las tres chicas del grupo éramos una buena combinación: reflexionábamos, armábamos bonitas presentaciones, prestábamos atención a los detalles, fue así que pasamos de ser compañeras de curs

Mi lado C

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Al describirme confieso que soy romántica, crítica y muy picona. Lo que no digo, porque es deducible al acto, es que soy cursi. Algo fresa y sumamente cursi. Analicemos, ¿qué son esas cosas que me hacen una chica cursi? Descubramos el predecible lado C. El diccionario de la RAE dice :  Cursi: Se dice de un artista o de un escritor, o de sus obras, cuando en vano pretenden mostrar refinamiento expresivo o sentimientos elevados. Como que por ahí no va la cosa. Yo me considero cursi porque veo el lado bonito y romántico de las cosas, me encanta el rosado, lila y demás colores pasteles (aunque el verde y el negro son mis colores favoritos), soy fanática de las comedias románticas, me encantan las canciones de adolescente enamorada, e incluso esas baladas "me corto las venas con galleta de vainilla para que la muerte sea dulce" made in México o España. Digamos que el ser cursi no es una virtud (o defecto?) del que me sienta orgullosa. O sea, tampoco aspiro a ser

Y mi papá también

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Yo tuve una infancia feliz, lo afirmo cientos de veces. El principal responsable de que yo recuerde con tanto cariño y sonrisas esa etapa de mi vida, tiene nombre y apellido: Señor Herrera, mi papi... Me pongo a tono con la coyuntura y confieso que mi papá ha sido, es y será mi héroe... quien opine igual que levante la mano, y síganme los buenos. Antes que nada, las cuentas claras. La crianza es cosa de dos, y no es que menosprecie la influencia de mi mamá sobre mi. No señor. Ella se esmeraba en ser buena mamá, nos enseñó (a mis hermanas y a mi) a ser ordenadas y limpias, responsables, ahorradoras (bueno, eso no lo aprendí). Pero el que se ocupaba de los momentos de ocio era mi papá. Todos los viernes compraba El Comercio y descubría un nuevo lugar por conocer. Mi papá era quien organizaba los paseos familiares todos los fines de semana. Camino Real, Caminos del Inca, El Rancho (si ya se, lugares algo prehistóricos), Buddy Bear Park, Daytona (continuamos con la prehistoria)

Más mala que tú

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Hay que amar para vivir, y vivir para contarla. Enamorarme como adolescente, sin conciencia y sin prudencia, sin mirar adelante, sin darle muchas vueltas al asunto, lo he hecho. Dos veces. Corrí el riesgo y finalmente me rompieron el corazón. Pero, ¿alguna vez hice yo lo mismo? Me declaro culpable, porque como dicen por ahí es tan fácil romper un corazón. Y no uno, fueron dos. Dos los corazones que rompí sin querer queriendo. Bueno, siendo sincera la primera vez fue sin querer, la segunda fue una larga cadena de infortunios, provocados si, y permitidos también. No me voy a hacer la santa, a estas alturas creo que esta claro que no lo soy. Alguna vez lo dije, el Eterno encabeza varios top 5 personales, con él hubieron varias primeras veces felices, pero como no todo es maravilloso en esta vida,  él fue mi primera víctima. Analicemos la situación, tenía 11 años, no sabía nada de nada. Nada de la vida, ni del flirteo, ni del coqueteo, ni de los amores platónicos. Y de pronto

El Publicista y la Nana

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Dicen que las personas aparecen y desaparecen de tu vida porque deben o ya cumplieron la misión que tenían. Bueno hace 10 años, un buen amigo desapareció de mi vida sin dejar rastro. Ahora vivo cerca de su casa y siempre que paseo los sábados o domingos por la mañana pienso ¿qué sera de tu vida, Polo? En el 2000 busco hombre de París, decía Natalia Laofurcade . Bueno yo no buscaba ni de París, ni de Lima, pero lo encontré. Una tarde en la universidad, haciendo hora para mi siguiente clase, buceaba por Internet, y en el chat de Terra lo conocí. Su nombre es Polo, diseñador gráfico (aunque a mi me gustaba decir que es publicista), fanático del básquet, vivía en Pueblo Libre, soltero a sus 27 años. Ojo al piojo, hablamos del 2000, yo tenía 19 añitos, y era la primera vez que entablaba amistad con un pata ocho años mayor que yo. Ese detalle me da risa, me sentía una grandaza cuando contaba a mis amigas y amigos que había hecho contacto (casi click) con un pata ocho años mayor