Cierra el círculo

Hace un par de semanas, sin querer queriendo llegué a un parque miraflorino al que hace mucho tiempo quería volver. El hecho de llegar en una noche preciosa y de manera tan casual no me hizo olvidar por qué quería volver. Quería cerrar un círculo.



Dicen que uno debe volver a dónde fue feliz. Bueno, la última vez que fui a este parque miraflorino yo me sentía feliz. Fue un 31 de diciembre, despidiéndome del mejor año de mi vida, el 2019. Ese año nació mi sobrino; estudié; empecé a trabajar en un puesto que amaba; me pasaba los fines de semana entre paseos, compras y el siempre necesario marmoteo; en fin, fue un extraordinario año. Y recibí el 2020 agradecida y con un montón de planes, ideas, sueños.

¿Quién me iba a decir que dos meses y medio después se nos cambiaría la vida a todos? Inolvidable ese domingo de marzo cuando el entonces presidente Vizcarra dijo, en breve y buen cristiano, nos guardamos todos dos semanas, y dos semanas más, y dos semanas más, y un mes más, y así, sucesivamente el mundo cambió, las mascarillas se hicieron un accesorio imprescindible, las salidas dejaron de darse y el teletrabajo se popularizó. 

Lo del encierro los fines de semana no me incomodó, por el contrario, pensé que no me vendría mal, un mes puede ser, bueno ya dos, para el tercero me llegó todo y salí con miedo, con doble mascarilla, con alcohol y con ropa que metí a la lavadora en cuanto entré a casa, justo después de la ducha con cabeza y todo. Lo del trabajo remoto ya lo había hecho y se me hacía cómodo, pero la verdad es que antes el trabajo era más ligero. Ahora debo estar de 9 a.m. a 6 p.m. aquí, frente a la computadora, revisando y recopilando noticias, preparando informes, participando en reuniones, contestando correos. 

Dos años después, con tres vacunas y pensando en la cuarta, ya como que la cosa se ha relajado. Sigo saliendo con doble mascarilla y alcohol a la mano, tomo taxis sin tanto miedo, me quito la mascarilla si voy a comer a un restaurante sin tanto drama. Lo mejor, he vuelto a hacer dos cosas que amo y que extrañé con toda el alma, ir a conciertos y viajar. Volver a ver a Mar de Copas, Campo de Almas, TK, El Diario de Hank en los escenarios, corear cada canción a todo pulmón, es algo que necesitaba, así como alejarme de Lima unos cuantos días, respirar otro aire y regresar con más calma, menos estresada, igual de neurótica (hay cosas que no van a cambiar) y con unas tremendas ganas de regresar a Ayacucho.

Volver al parque miraflorino me permitió cerrar una etapa que estuvo llena de miedo, de incertidumbre, de sorpresas dolorosas, pero también de redescubrimientos. El encierro nos tiene que haber dejado alguna lección, y ahora nos toca ponerla en práctica. Aprender por ejemplo, que la vida es efímera, hoy estamos aquí, mañana no sabemos, por eso es imperiosamente urgente vivir el hoy sin privarse de nada. Decir lo que pensamos, darnos ese gusto, abrazar si nos nace, besar si alguien reclama nuestros labios, recordarle a esas personas importantes cuanto las queremos, sin necesitar una fecha especial como excusa para hacerlo. Y también aprender a abrazar en nuestros recuerdos a esas personas que se fueron en estos dos últimos años, o de repente mucho antes y cuyo recuerdo nos embarga de nostalgia.


La pandemia continua y la cuarta ola ya hizo su entrada. Sin embargo, vacunada y con ganas de seguir saliendo a caminar, ir a conciertos y continuar viajando, empieza un nuevo ciclo. No se si serán dos, tres o 10 años; no se si habrá un punto físico de partida al que volveré en unos años para hacer el respectivo corte y empezar de nuevo, como el parquecito de Miraflores; no se que vueltas de tuerca sucedan en el mundo, en el país, ni si quiera en mi calle; solo se que hay cosas por mejorar, que hay procesos que siguen su curso, que las cosas deben fluir, que, como dije al inicio del post, uno debe volver a esos lugares donde fue feliz, y sentirse agradecido por lo bueno y lo malo que sucedió en adelante, proyectarse a futuro, sin dejar de saborear el presente, persiguiendo pajaritos, como se puede hacer en el parque donde cerré mi círculo.

Canción para cerrar círculos... Si no hay un lugar físico, puede haber una canción nueva o antigua que marque un momento, una historia, una persona y que al escucharla nos lleve directo y sin escalas a ese instante donde fuimos felices. A mi, esta canción me va a devolver a este año, en el que cosas que disfruto, volvieron a darse


Y ya que hablamos de círculos, esta canción puede ilustrarnos un poco lo contado aquí. Es tan antigua, que hasta se me había olvidado su existencia y lo mucho que disfrutaba escuchar a Pierina Lessmientras dibujaba círculos en el tiempo












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