La máquina del domingo
Hace muchos, muchos, muchísimos años atrás, cuando este blog no estaba ni en proyecto, se me ocurrió escribir unas crónicas de conciertos, ya que iba a cada rato a ver a una y otra banda, literalmente. Todos los fines de semana. La idea duró lo que duró el cuadernito que sirvió de soporte, y la olvidé por completo, hasta que haces dos domingos, escuchando a El Diario de Hank y a TK en vivo, recordé esa sana costumbre de registrar cada sensación, cada sonrisa, cada emoción que me regalaba un nuevo concierto.
Los domingos por la noche, me doy una ducha, me pongo el pijama, como algo (que trato que sea ligero, más no siempre lo logro) y me tumbo en la cama a ver algún noticiero o una película, hasta que el sueño me gana. Creo que es una rutina normal, porque qué flojera arreglarse y salir un domingo por la tarde - noche. Sin embargo, cuando TK anunció concierto y El Diario de Hank confirmó que abriría ese concierto, se me olvidó el protocolo dominguero, el pijama, el noticiero, la flojera y me fui al Centro a verlos y tratar de olvidarme que al día siguiente el trabajo me esperaba con los brazos abiertos.
Tan bueno resultó el concierto que logró que me desconectara del mundo y me olvide que era domingo en la noche. Entre daiquiris, mi hermana, mi amiga de conciertos, risas, comentarios, gritos y aplausos, me sumergí en el espíritu de los conciertos y, por supuesto, agradecí estar viva y contar con el presupuesto para volver a esos espectáculos que solo pueden darse en espacios pequeños, donde la buena vibra y el intercambio de energía se siente en el aire.
Escuchaba a El Diario de Hank y recordaba que los escuché en vivo, por primera vez, en el Irish Pub. Según mi hermana ahí daban sus mejores conciertos. El ambiente tan familiar e íntimo, le daba su toque a esta banda medio subte, que pocos han escuchado, pero que siguen al pie del cañón. Tocando porque les divierte, porque les pone, porque saben que hay un grupito que los sigue a donde vayan. Incluso fuera de Lima (aunque yo no estoy en ese grupo, juro que es verdad y que me consta).
Cantaron "Desde que te conocí", la canción con la que, oh casualidad y valiendo la redundancia, yo los conocí. Era el 2004 o 2005, creo, cuando me adueñé de esa estrofa que dice "un extraño en tu asiento, un amor pasajero, cual desliz". ¡Qué rico fue volver a escucharlo y a corearlo! Y de paso me pregunté ¿qué será de la vida del bajista que tocaba con ellos y que me tenía embobada? También recordé que tengo una foto con él, en la que me apachurra y yo feliz dejaba que lo hiciera. Me parecía churro y me derretía por él. Insisto con mi pregunta ¿Qué será de él?
Acto seguido, TK subió al escenario y yo aplaudí y grité como hace mucho no lo hacía, con la emoción de quien va a ver su banda favorita por primera vez. Trataba de hacer cuentas, pero no recordaba cuando fue la última vez que los vi. Estoy casi segura que fue en el reencuentro, en el 2016. No puedo creer que hayan pasado seis años, bueno, cuatro si descontamos esos dos que estuvimos encerrados y no se mencionaba la palabra concierto, porque era un escenario tan peligroso, como poco probable cuando se filtró en nuestro vocabulario las palabras bioseguridad, distanciamiento y, por supuesto, COVID.
Empezaron cantando esas canciones que trataron de popularizar cuando se distanciaron. Valgan verdades, Núcleo fue un disco que me encantó porque se atrevió a experimentar, a seguir exprimiendo el diccionario, a tratar de ser diferentes, y se asemejaba a quien era yo en ese momento, me estaba reinventando. Por eso aplaudí a rabiar y canté cada letra de Mínima Arenosa y Fragmentos. Suspiré un poco triste porque Recuerdo, la canción que mas me gusta de Núcleo no está siendo incluida en el set list, tal vez nunca lo esté, tal vez algún día se me cumpla el capricho y vuelvo a escucharla en vivo.
Y mientras intercalaban las canciones de siempre, Aquellos que nunca quisieron, Alas Cortadas, Ilusión, Buscama, Abril, Buscando la Victoria, obviamente Inminente Conjunción, con tres de su última producción, Equidistante, Si te vas y otra cuyo nombre no recuerdo (honestidad ante todo), yo me dejaba arrastrar por una máquina del tiempo, que me llevó derechito y sin escalas a setiembre del 2004, cuando TK se presentó en San Fernando, la facultad de medicina de San Marcos, que quedaba a 3 cuadras de la casa del Centro. Recuerdo haber ido con mi hermana, mi prima, mi mejor amiga del colegio y mis primos, que no sabían ni por qué iban, pero ahí estaban, cuidando nuestras espaldas.
Nosotras nos sabíamos todas las canciones, por lo que Diego ponía sus ojos sobre nosotras y nos moríamos de la emoción. Al día siguiente no nos cansábamos de contar que nos habían dedicado el concierto. Ese concierto fue una semana después de la presentación que dieron en La Noche, en la que celebraron su nominación al MTV Latino, como mejor artista nuevo central. Ese fue uno de los mejores conciertos que dieron, porque fue una celebración entre amigos, sin set list, con un intercambio de instrumentos que quedó inmortalizado en una foto que conservo como mi más preciado tesoro, con una emoción que inundó el bar barranquino. Recuerdo que al inicio de esa noche, Diego prometió que sería una noche diferente. Lo fue, por eso mismo, fue inolvidable.
Se me vino a la cabeza también todo lo que pasó mientras convertía a TK en mi banda sonora. Los conciertos a los que iba de la mano con El Oficial; los corre corre en la universidad; los largos trayectos desde Surco hasta Jesús María en donde hacía mis prácticas y me sentí ubicada por primera vez en mi vida; los fines de semana en algún concierto o en una fiesta; las malas noches avanzando trabajos que se debían entregar en una semana o más, pero yo siempre he sido proactiva y ansiosa; el DJ que me rompió el corazón y las caras que poníamos cuando nos encontrábamos en Barranco, siempre en grupos diferentes, siempre con la esperanza de que nos dejaran solos, siempre yéndonos, cada uno por su lado.
Aterricé para escuchar Buscando la Victoria, esa canción que siempre me arranca una sonrisa, una lágrima y un suspiro, porque yo también tuve esas conversaciones extensas, corazón en mano, que no me llevaron a ninguna parte. O más bien si. Me llevaron a donde estoy ahora, más entera, más segura, más ligera (aunque mis kilos de más dicen lo contrario), más yo. Sintiendo que mi alma de seguidora fiel sigue ahí, tal vez ya no tan fiel, pero sobrevive refundida entre mis discos, esos souvenirs de cada concierto (fotos, set lists, vaquetas, más fotos) y las sensaciones que traté de traducir en palabras y me quedé corta. Como ahora, en que siento que he escrito mucho, pero así, extensa y de una sola sentada, siento que escribo mejor.
Canción para la seguidora que siempre fui...El set list de El Diario de Hank me gustó, bien picadito, canciones bien elegidas, bien ponedoras, pero faltó una, que es del primer disco, que es mi favorita y que no me canso de escuchar, y que ojalá canten en una próxima presentación que, para variar, se hará esperar
Si tuviera que elegir mi canción favorita de TK, haría lo que siempre hago, un top 3 en el que incluiría de todos modos Inminente Conjunción, La historia (que nunca la tocan, pero fue buena mientras duró) y, obviamente, Abril. No solo la canción me pone, sino el video que refleja la energía y la nostalgia alegre de la que habla la canción. En todas sus versiones, pero siempre mejor cuando es en vivo, Abril es una canción para disfrutar en cualquier mes del año
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