El corte
Alguna vez escuché que después de un suceso triste, doloroso, sorpresivo, deprimente, o un cambio que no fe necesariamente para bien, uno debe hacer un corte, porque las cosas en frío y en distancia se ven mejor, o al menos, estos dos factores nos ayudan a asimilar las cosas y respirar fuerte para enfrentar lo que se viene. El corte es necesario.
Fue hace muchos años, en un viaje de trabajo al cálido Chiclayo que entendí que las cosas en frío y a distancia se ven mejor. Bueno, el asunto no estaba frío, pero los kilómetros que separan a Lima de Chiclayo me permitieron ver las cosas desde otras perspectiva y llegar a la conclusión de que mi relación con el Oficial, la relación más importante y estable que he tenido hasta la fecha, ya no daba para más. Lo ideal hubiera sido irme después de decirle hasta chau, pero bueno, un inicio de clases a la vuelta de la esquina y un presupuesto modesto me lo impedían.
En lo sucesivo y tras escuchar y comprender lo imperiosamente necesario que es un corte de cuando en cuando, entendiéndose como un escape de nuestro lugar habitual (viaje,pasar algunos días en un hotel en la ciudad, o similares), decidí darme el gusto e irme de viaje cada tanto. Y todo iba bien, hasta que un encierro obligatorio por el enemigo público número uno, llamado COVID-19, hizo que mis planes de alejarme de Lima se paralizaran hasta nuevo aviso. Y ese aviso llegó hace un par de semanas.
Si todo sale como lo tengo planeado, en unas cuantas horas más me alejo de Lima, la sierra con su frío, su altura y su cielo celeste me esperan y estoy entusiasmada, como hace mucho no lo estaba. Este escape junto y necesario tiene una misión introspectiva, porque hace mucho necesitaba alejarme físicamente de todo para procesar muchas cosas que han pasado durante este encierro. Yo quería volver al parque donde recibí el 2020, con una alegría inusitada y llenecita de expectativas que se esfumaron cuando nos mandaron a todos a nuestras casas, para cerrar un ciclo, un círculo, una etapa y renovarme. Pero creo que irme lejos por unos días, es un mejor punto de partida para una nueva etapa.
Recién caigo en cuenta que es el primer viaje que hago en la base cuatro. El primero de varios que tengo planeados, y que si el tiempo, las condiciones laborales y mi sistema de ahorro funcionan, se van a ir dando en el corto - mediano plazo. Mi consigna sigue siendo la misma, visitar Cusco antes de ir al extranjero, aunque si las cosas se dan de manera distinta no me voy a molestar, total, el orden de los factores no altera el producto.
Mi maleta está llena de cosas, más de una la he metido diciendo por si acaso, y también está llena de expectativas y de la ilusión de conocer un lugar nuevo, pero también de reencontrarme, de recargar energías y de volver con ganas de hacer un nuevo viaje. Hay tanto por conocer. Ahora si, con su permiso, es momento de hacer un corte.
Canción para hacer un corte... Un corte puede equivaler a un escape, es verdad. Caminar por una ciudad que no conocemos y en la que nadie nos conoce, nos permite abstraernos de la realidad y reconocer que dos días en la vida nunca vienen nada mal
Y esta es la canción que siempre escucho cuando armo la maleta, que me revitaliza, hace que me olvide un poco del estrés típico del viaje y que recupere la emoción antes que se me escape. Ojalá me sorprenda al encontrarla mientras conozco algo más de la sierra peruana
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