El refugio

El pequeño placer culposo de ella era disfrutar una y otra vez de películas entre aburridas y malas. Una vez más había quedado hipnotizada con una cinta que habían calificado de terapéutica y prestó atención a un diálogo del que no se percató antes, cuando el protagonista quiere terminar con su amante y ella le dice no, este es nuestro refugio. Eso era justo lo que ella creaba cuando estaba con él, un paréntesis, una ruta de escape, un refugio.


Cuando ella llegaba a verlo no había más para ninguno de los dos. Ni pasado, ni presente, ni pasajes tristes, ni angustias, ni preocupaciones. Cuando estaban juntos se daban licencias para olvidarse de todo y grabar cada instante, cada risa, cada guiño coqueto, cada historia contada, cada sensación compartida. Se apartaban de todo lo que pasaba y disfrutaban de su compañía, su amistad, su discreción, su complicidad. Había empatía, eso lo habían descubierto hacía mucho tiempo.

En un arranque de honestidad brutal, él le confesó a ella todo sobre su vida. Ella, que era muy intuitiva sospechaba que algo no marchaba bien. Esa noche confirmó cada idea, cada pensamiento, cada sensación y llegó a una conclusión o alejarse o quedarse al lado de él. Tras muchas noches de desvelo optó por lo último, porque valgan verdades le había tomado cariño. Sabía que ella podía ser un soporte para él.

Desde el inicio ella le pareció una chica buena. Con el correr de los meses confirmó que no solo lo parecía, sino que en efecto, lo era. Sin embargo, ella siempre pensaba en todos antes que en ella y eso le molestaba "incluso interpones lo que yo quiero a lo que tú quieres" le soltó una noche. Ella no reprochó porque era verdad. Era su mala costumbre tratar de complacer a todos y olvidarse de ella. 

Meses después, en una noche intercambiaron percepciones sin filtro. Ella le dijo que no era guapo, pero si su tipo, que le parecía sumamente inteligente, cosmopolita, y que le gustaban esos arranques tiernos que la sorprendían. A su turno, él le contó que estaba convencido de que ella era una buena amiga, que le agradaba compartir tiempo con ella porque hacía su mejor esfuerzo por entenderlo. Esa noche ella supo que no se equivocó al elegir quedarse cerca suyo.


No era que uno se había convertido en el refugio del otro. Juntos lo creaban, convirtiendo el espacio que ocupaban en su lugar de liberación, de confesión, de desprendimiento, de olvido. Ninguno buscaba impresionar al otro, eran como eran y así todo funcionaba, dejando que las cosas fluyan, surjan, se den. No había promesas de mañana, el momento era todo lo que tenían, era todo lo que compartían. No había más. El hoy es su refugio.

Canción para crear un refugio... Una mañana ella tuvo un inmenso deseo de llamarlo y una breve conexión telepática con él, pues una horas después recibió su mensaje invitándola a verse. Esa noche cuando ella volvía a casa sonrió, pues sonaba la misma canción que escuchó cuando él se le vino a la cabeza. La vida es cíclica, pensó


Al inicio del post hablé del placer culposo de la chica que protagoniza este post, ver una y otra vez películas malas, aburridas, que todos criticaban, menos ella porque las disfrutaba, tanto como las bandas sonoras de las series que veía a solas




 

 

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