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Mostrando entradas de junio, 2019

Cerca al malecón

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Lima no es una ciudad tan grande como parece, por eso en algún momento iba a suceder, en algún momento Él y Ella se volverían a encontrar. No sabían cuando, ni donde, ni cómo, no se atormentaban con la idea, pero iba a pasar. Y pasó. Si bien después de que su larga no relación hizo crack ambos no se volvieron a ver, uno estaba al tanto de la vida del otro. Imposible no estarlo en la era de las redes, a veces ella pecaba de masoquista, otras él de curioso. Se sabían bien y con eso bastaba. No rebuscaban, no querían detalles, no los necesitaban, y tampoco se pisaban las sombras, ni se perseguían, y eso los tenía aliviados. Un poco más a ella que a él. Ambos habían reconstruido sus vidas, eran nuevas y mejoradas versiones de ellos mismos, 10 años no habían pasado por las puras. Cierta tarde él había salido a correr, como solía hacerlo todos los fines de semana por la tarde. Corrió a  toda prisa hasta llegar al malecón. Se detuvo frente al mar, lo observó maravillado, el mar s

Amor y alcohol

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Por lo menos una vez hemos hablado de las mentiras universales, de eso que nos dicen  los patas que tienen ganas de una sola cosa y nosotras no se la queremos dar. Al menos no tan fácil. Pero, como es mejor escuchar lo que queremos oír, hacernos las de la memoria selectiva, usar la ignorancia deliberada, o todas las anteriores juntas, creo que es necesario repasar una excusa tan vieja como la tierra. Eso de que solo los niños y los borrachos dicen la verdad, no es tan cierto. Presta atención. Digamos que un chico te gusta un montón, y te da la impresión que tú también le gustas porque el otro día te quedó mirando. Una noche él, tras haber ingerido inmoderadas dosis de alcohol, se te acerca, te coquetea y te da un beso que te deja perpleja y sin aire. Tan bien te sentiste que siguen besándose, y entre arrumaco y arrumaco, él te dice que eres linda, que le encantas, que se muere por ti, y un extenso bla, bla, bla, tan falso como delantera de vedette. Como tú estás cegada por la

Una cuestión de confianza

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Ya sabemos lo que está pasando. Los congresistas, sobre todo los naranjas y sus amiguitos, los de la estrella, no hacen nada, para variar, al Presidente y a su Premier esta situación ya les llegó y no han visto mas solución que, amparados en la Constitución, acorralar a los vagos. O se ponen a trabajar y, de paso, dejan trabajar al resto, o todo se va al demonio, chau ministros, chau congresistas, quienes le dirán chau a su jugoso e injustificado sueldo. Dejando de lado la política, qué tan importante es la confianza en una relación cualquiera. Cuando estaba en quinto de secundaria, en un retiro hicimos una dinámica, debíamos dejarnos caer de espaldas, con una amiga detrás de nosotros, la cual tenía que sostenernos y no dejar que nos descerebráramos. Como la mayoría de mis compañeras de promoción, no pude dejarme ir, algo me detenía. Algo que nos dijeron era desconfianza, lo cual para mi, en ese entonces, era improbable, yo confiaba a ciegas en mis amigas del colegio. Claro, t

Tantas cosas que contarte

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Quiero contarte muchas cosas. Tal vez las sabes, total, la tecnología nos permite hablar de cuando en cuando, pero para mi una cosa es escribirte o enviarte mensajes de voz y otra, muy distinta, decirte las cosas frente a frente, aunque cuando eso pasa no te narro todo, me corto, me mido. Tú haces lo mismo, hasta que de pronto rompes un silencio con una confesión y la cierras y sellas con un beso que me sorprende, me sonroja y me hace sonreír. Quiero contarte que mi nuevo trabajo me reta, y algunos días me estresa, sobre todo cuando se me juntan varias cosas, pero eso me gusta, como que rompe la inercia y hace que el tiempo pase volando, antes de que me de cuenta ya terminó el día y vuelvo a casa. Estoy aprendiendo, estoy creciendo, me siento a gusto, vengo a trabajar de buen humor, aunque mi jefe me estresa, pero jefe que no te pone los pelos de punta, no es jefe pues, por más buena onda que sea. La casa donde funciona la oficina es grande y linda, tiene algo que me dejó embo