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Mostrando entradas de mayo, 2018

Dime la verdad

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Dicen que no hay muerto malo, y lo dicen con razón. Cuando una persona muere, se enumeran todas sus virtudes y bondades, y si no las tuvo se le inventan, hasta el más maldito de todos, algo positivo tenía, y eso se exagera para pintarlo como un santo que se va a ir derechito al cielo, pero ¿cuántas veces se le dice a una persona viva, en su cara pelada, todas esas cosas buenas que tiene? Picona como soy me cuesta admitir mis errores, los asumo si, pero me cuesta escucharlos de la boca de otra persona. Por el contrario, me gusta cuando la gente que me rodea, reconoce esas cosas buenas que de hecho tengo, y más todavía si lo dicen en voz alta. Mas que gustarme, me emociona, y hasta el lagrimeo, ya que soy una llorona consumada, y no sé si eso es bueno o malo, pero lo admito con orgullo. He tenido la suerte de escuchar no una, sino varias veces, esas cosas buenas que tengo y que me hacen ser quien soy. Era setiembre de 1996, estaba de retiro con las chicas del colegio. Si

Días raros

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Estas últimas semanas han sido inusuales. He extrañado y valorado mi cama, he estado mimetizada con la silla de mi escritorio, no me he inmutado pro las noticias, empezando por la que Paolo Guerrero, que me da pena, pero tampoco es un peruano ilustre, no se pasen pues, y lo más increíble de todo, no he restado las horas para mi cumpleaños con la algarabía usual. Me encanta mi cumpleaños, siempre digo que el 19 de mayo es el día más feliz del año, me reviento cohetes, me gusta tener un día para mi. Y este año, el alboroto debería haber sido el triple, ya que cayó sábado, pero no, por el contrario, los ánimos se desplomaron, junto con mi entusiasmo característico, mis energías se fueron a menos mil por ciento, no me sentía con ganas de celebrar, lo único que quería era quedarme en la cama. Parece inverosímil lo que voy a contar, pero es cierto, quería que el 19 de mayo pase inadvertido, solo un día más. Yo suelo decir que uno debe agradecer lo que tiene, y no quejarse por lo

MI abuelita, si señores

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Como muchos de ustedes saben, mi mamá es cualquier cosa, menos tradicional. Ella es la madre moderna que trabaja, o bueno trabajó toda su vida, y se daba tiempo para realizar algunas tareas domésticas. En mis años de niñez, quién me esperaba con la comida caliente cuando volvía del colegio, supervisaba que hiciera todas mis tareas, y me cuidaba en casa cuando caía enferma, mi abuelita, y este año quiero celebrarla a ella, compartiendo con ustedes algunos pasajes que la tienen a ella como coprotagonista. Cuando veo mi álbum de fotos de cuando era bebé, hay una imagen en la que siempre me detengo. Tendría poco más de un año, un sombrerito en la cabeza, estoy en mi corralito, con la cara embarrada y un mango en las manos. Cuenta la historia, que cuando empecé a comer sólidos, el mango era mi fruta preferida, y mi abuela que se había dado cuenta de ello, siempre me traía un mango del mercado, pelaba solo la punta, y me lo daba para que yo me las ingeniera, estuviera entretenida co

Clase y glamour

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Una de las frases célebres de Coco Chanel dice: "No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase". Con clase se nace, pero también hay quienes se construyen, se aleccionan y adquieren ese sello que diferencia a las mujeres con clase, de aquellas que se esmeran, pero no logran convencer. Bien dicen que la mona aunque se vista de seda, mona se queda. ¿Qué es tener clase? Consiste en ser elegante, hablar bien , ser culto y refinado. Y también tener un estilo propio, inconfundible, dejar una huella positiva, crear una marca registrada personal, que se adhiere a ti y te nace espontánea, natural, sin difuerzos, ni impostaciones, porque las imitaciones jamás superan al original, y dicen, es el homenaje que le hace la mediocridad al talento. Entonces, ¿se nace con clase, o la clase se hace? Yo creo que las dos sentencias son válidas. Si naces en una familia que apuesta por la cultura, si tu mamá era un solo de sutilezas, t