Loca de ira
Si bien no me distingo por mi optimismo, y soy especialista en ver el vaso medio vacío, nadie puede negar que trato de estar de buen humor, de no tomarme las cosas tan en serio, de reírme siempre que la situación me lo permite. Sin embargo hay situaciones que me cambian la sonrisa por el ceño fruncido en una. En esas ocasiones soy una verdadera ogra, que no se parece en nada a Fiona. A veces mi monstruo interior sale a la luz a espantar a propios y extraños. Las cosas no siempre son o blancas, o negras, porque hay una amplia gama de grises. Sumando a esto el sabio principio del ying yang, que dicta que todo lo bueno tiene algo malo y viceversa, en la vida real no hay personas 100 por ciento bondad, dulzura y cariño refinado. Hasta la persona más calmada, paciente y bonachona que conozcamos, tiene sus días malos, sus situaciones complicadas, sus mañanas que empiezan con el pie izquierdo, y en esas circunstancias toda su nobleza o sale espantada por la ventana, o decide darse as