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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Mujer antes que Princesa

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Hace poco vi la frase que titula este post en una publicidad y pensé cuanto de cierto tenía. En esta época de Ni Una Menos, de que ya nos estamos tomando algo más en serio la equidad de género, que las mujeres nos ponemos bravas, y no solo de la boca para afuera, las mujeres queremos sentirnos princesas si, pero valientes, de esas que no esperan príncipes, sino que desenvainan la espada y luchan por si mismas. Aunque cueste, debemos admitir una vez más y para siempre que Disney nos estafó, y nos estafó mal. El Príncipe Azul no tiene el deber de defendernos, sacarnos del castillo embrujado, desposarnos, convertirnos en señoras y soberanas, y viviremos felices por siempre. Las brujas y los malhechores si existen, y están camuflados en nuestra sociedad bajo el seudónimo de esa profesora que no queremos volver a ver ni en pintura y viceversa, esa vecina metiche, esa compañera de trabajo que nos cae tan bien como un cólico menstrual, ese congresista idiota, esa fuguretti malagracia

Soundtrack acuoso

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"Lloro una vez al mes, sobre todo cuando hay frío" decía Shakira al cantar Inevitable, una de mis canciones favoritas, debo confesar. Pero yo lloro así sea primavera, verano, otoño o invierno. Si, cursi hasta caer en lo ridículo, sentimentalona extrema y, como si fuera poco, llorona consumada. Estas son las canciones que alguna vez me arrancaron más de una lágrima. Mil Pedazos de Cristina y los Subterráneos. Esa era la canción que andaba de moda y yo no me cansaba de escuchar cuando el Eterno me rompió el corazón por primera vez. Media masoquista, cuando decía que se daba 400 golpes contra la pared; media melancólica, al decir que habría que esconder el dolor dentro, para llorar después; media despechada, por eso de dejar un trozo del corazón dentro de la bota del malhechor para que le duela cuando se vaya con la otra. Pasaron muchos años después de esa primera hecatombe emocional y cierto día, mientras trabajaba sin pausa, pero sin prisa, como solía hacerlo, Mil P

Clasificación según ellos

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El cerebro de los hombres suele ser tan enredado como un fideo tornillo al dente, eso está claro. En el tratar de entendernos nos dan sorpresa tras sorpresa, alguna más descabellada que la anterior. Por ejemplo, que ellos nos clasifican en cuatro tipos. Dime cual es tu actitud frente a ellos, y te diré en que tipo estás potencialmente. Hombres sensatos del mundo, no se den por ofendidos, ni aludidos, pero justos pagan por pecadores, y no todos, pero la gran mayoría de hombres nos clasifican. Usan su poca materia gris y su imaginaria mentalidad superior para dividir a las mujeres en cuatro categorías y ubicarnos según nuestra actitud y su criterio, o sea nunca salimos bien paradas. ¿Cuáles son esas categorías? Agarra lápiz y papel y apunta bien, Las chicas para agarrar. O sea, el premio consuelo si en una noche de copas, una noche loca, estos patas no encontraron a ninguna incauta que les haga caso, les acepte la invitación a bailar y el beso que llega en la segunda o terce

Ya no me da pena, señorita

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Hacerse la víctima es sencillo, sobre todo si creces en una sociedad en la que la mujer es ese pobre ser maltratado, frágil, que necesita de un hombre para validarse y ser respetada. O en un entorno en el que la mujer tiene como meta máxima en la vida casarse y procrearse. Hacerse la víctima es más sencillo que aceptar que en realidad nosotras nos ponemos cabe y nos convertimos en la villana del cuento. Ya no me da pena señorita, porque usted soportó golpes, insultos, violaciones y demás maltratos físicos, psicológicos, emocionales y demás tipos conocidos y por conocer y no dijo nada. Es más, aceptó las flores, regalitos y palabreo barato y conciliador, porque un exabrupto, un momento de cólera, un arrebato, lo tiene cualquiera. Y entre curarte golpes y celebrar las reconciliaciones, caíste en un círculo vicioso que se cierra con la muerte. Pudiste denunciarlo pero te dio pena, pensaste en el bienestar de tus hijos, aunque no les haces ningún bien siendo maltratada delante