La historia del adiós
Las cosas en frío y a la distancia correcta se ven diferentes, en su real dimensión, salvables, mejor. Esa distancia puede ser emocional, cuando pasado el tiempo ya no nos encontramos inundados de nostalgia o tristeza, o puede ser geográfica. Esta última, si bien cuesta más, y es esporádica, es más divertida, más prometedora, más reveladora. Me gusta viajar. No es algo que haga a cada rato, pero cuando se me presenta la oportunidad al lado de un arrebato, busco compañía, armo itinerarios, maletas y voy a mi siguiente destino. Mi trabajo en cierta ONG cuyo nombre prefiero no recordar, me permitió viajar a distintos lugares, por motivos estrictamente laborales. Esos viajes de trabajo no te permiten hacer turismo, pero al menos te dan una panorámica del nuevo lugar y decides si vuelves o no. Eso me pasó en Chiclayo, ciudad a la que regresé, y volvería, porque me gusta mucho. Su gente, su comida, su cultura, es una experiencia imperdible. Lo contrario sucedió en Cerro de Pasco. Su