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Mostrando entradas de mayo, 2014

Lo que no sabes tu

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Tenía la pinta de niña buena, santa, pura, pero esas que tienen cara de no matar una mosca son las peores, o eso dicen, porque su facha la ayuda a no levantar sospechas. Todos dicen que caras vemos, corazones no sabemos, pero nadie lo toma en cuenta en este mundo en donde lo visible es lo que cuenta. Todos dicen que es una señorita muy educada y formal. Saluda con sutileza, camina erguida y con la cabeza en alto, su sonrisa es sutil y nada bulliciosa, su voz es apenas un decibel más alta que el murmullo de un periquito australiano, jamás grita. Come siguiendo al milímetro las instrucciones descritas en el manual de Frida Holler y solo brinda, jamás bebe en exceso. Al momento de bailar lo hace con gracia y estilo. Eso hacen las señoritas de su casa. Lo que nadie sabe es que cada tanto, por lo menos un fin de semana al mes, se pierde en la noche, se carcajea con sus amigas, las llama a los gritos, bebe bastante más de la cuenta y de todo, cerveza, vodka, vino, tequila, ella di

30 + 3

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Señoras y señores, el tiempo corre sin pedirle permiso a nadie y estamos, como jugando y casi sin darnos cuenta en mayo. Ayer apagué una velita más, y por una coincidencia cósmica antes de que sonaran las 12 campanadas del 19 de mayo tuve un pequeño repaso por quien era... como para recordar quien soy en esencia pura, sin antioxidantes, ni químicos que intensifiquen mi sabor. Quien asume que esperaba ansiosa y feliz la fecha de mi cumpleaños este año está totalmente equivocado. Yo como la mayoría de mortales, creo, espero feliz mi cumpleaños, porque a quién no le gusta ser el centro de atención, sin estar enfermo, por un solo día. Sin embargo este año la cosa cambió radicalmente. Todo iba bien hasta que reparé en que cumplía 33 y el solo pronunciar esa cifra me ataba de nervios. No me malhumoraba el que los días pasaran volando, pero si me desubicaba un poco, me bajoneaba otro tanto y todo eso se traducía en apatía. No quería nada con nadie. Una amiga, que sabe perfectame

Quiero... o debo?

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La tenemos clara. Llegamos al mundo completas, logramos lo que nos proponemos, y cada día vamos un poco más lejos. Si nosotras ya entendemos que podemos lo que sea, ¿por qué la sociedad, esa a la que sacamos adelante y por la que nos fajamos, nos pone tantas trabas? Estas trabas nos hacen caer en la confusión y no distinguir entre lo que queremos por convicción y lo que buscamos por deber. Antes de empezar con mi rollo anti sistema, debo hacer un mea culpa. Miles de veces me he dejado arrastrar por miles de prejuicios y hasta ahora me cuesta creer que una mujer no monja, con metas cumplidas y en pleno uso de sus facultados es feliz sin hijos de por medio. Por eso puse el grito en el cielo cunado una amiga hace algunos años me dijo hijos, no gracias, y me escandalicé el triple cuando otra me dijo lo mismo años después (pero a esta la convencí y creo que ya contempla la idea). Sin irnos siglos atrás, en las épocas de nuestros papás una mujer casada debía tener hijos, ese era

Carta al planeta BB

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Hace unos años Jimena Lindo tenía un blog en el que contaba su experiencia como mamá recién estrenada. Entre sus comentarios hubo uno que rescaté. Contaba que durante su embarazo le dijeron que los bebes llegan cuando tienen que llegar, ella así lo asumía, asegurando que los bebes antes de ser concebidos, viven en un planeta desde donde espían a sus futuros padres, encontrando el momento en que van a llegar para sorprenderlos o ponerlos en apuros, sea como fuere, lo que es cierto es que llegan para cambiarles la vida. Y tú te haces esperar. En realidad yo te hago esperar contándote que este no es el momento y que no quiero aprietos. porque el día en que un doctor confirme mis sospechas y me confirme que vienes en camino, quiero llorar de pura emoción, esperarte con ilusión y no despertar todos los días pensando "qué diablos voy a hacer". Quiero pasearme por las tiendas para bebes y darle rienda suelta a mi síndrome de compradora compulsiva, no hacer sumas, restas