Solo un instante
Buenos o malos, amargos o tristes, para la posteridad o para el olvido, la vida está hecha de instantes y esa es una verdad universal. Sería genial tener una máquina del tiempo para regresar a ese minuto en que fuimos estáticamente felices, o a ese segundo que nos cambió la vida, o volver a sentir las emociones de aquel momento que esperamos nunca olvidar. Hace muchos años el Eterno y la aparición del primer amor era tema corriente en mi diario, el primero de siete. Habían miraditas tímidas, llamadas de atención alguito forzadas, conversaciones banales y prolongadas, miles de canciones recontra cursis coronando cada encuentro, hasta que lo inesperado ocurrió. Una tarde de mayo estábamos jugando en un auto estacionado, con un montón de gente a nuestro alrededor. El Eterno se las ingenió para tomarme la mano sin que nadie se diera cuenta y me dijo en la voz más baja posible: te quiero. En ese instante las mariposas aparecieron en mi estómago, y se quedaron ahí para alborotar