Este es mi mundo

Hace muchos, muchos años en una casita del Centro de Lima vivía una niña lacia de cachetes enormes. Esta niña iba creciendo y un día sus papás le hicieron la pregunta que, creo, a todo el mundo le hacen en algún momento: ¿hijita y qué vas a estudiar cuando termines el colegio?

La idea de una profesión le había estado dando vueltas a esta no tan niña (ya por ese entonces tenía unos 15 años y estaba terminando el colegio). A los 10 años soñaba con ser cantante, a los 12 pisó tierra y empezó a pensar qué podría estudiar. A los 15 ya se lo tomó mucho más en serio y empezó a barajar opciones.

Turismo podría ser, pero, pequeño detalle, nunca destacó en su habilidad por los idiomas. Psicología. A los 14 los primeros problemas existenciales aparecían, primero resuelvo los míos y luego pienso en resolver los de otros, se dijo. Derecho, memorizar tantas leyes, paso. Contabilidad como mi papá, soy pésima con los números. Educación Inical, tengo paciencia, pero si un niño se pone a chillar lo estampo contra la pared. Literatura, puede ser, pero ¿qué hace precisamente un literato?, o mejor dicho ¿de qué vive un literato en el Perú? (Estamos hablando del año 1997, Mario Vargas Llosa aun no ganaba el premio Nobel)

Recordó que desde niña le había llamado la atención una carrera llamada Ciencias de la Comunicación. Se informó, tomó aire y un día después del almuerzo dominical les dijo a sus papás que quería estudiar Comunicaciones y ser periodista. Escribía bien, era observadora, habladora (aunque un poco tímida a la vez), cumplía con el perfil.  Al inicio la idea no le gustó a nadie, pero, detalle a tomar en cuenta, la chiquilla esta tenía un gran poder de persuasión. Y logró convencer a todos. Un año después estaba estudiando comunicaciones en la Universidad de Lima.

Una vez dentro de la facultad de Comunicaciones de su universidad, se dio cuenta que el periodismo le gustaba, pero habían otras opciones igual de atractivas. Le gustaba la publicidad, pero no le convencía. Era torpe para manejar equipos, osea audiovisuales, nada que ver, aunque la radio la enamoró desde el primer minuto. Apareció por ahí una opción llamada Comunicación para el desarrollo. Tomó cursos para especializarse y se decidió. Años después empezó a practicar en una ONG.

Empezó ahí, luego estuvo en otros lares y volvió. Un trabajo que le gustaba, conjugaba el periodismo, la radio y la responsabilidad social. Al cabo de dos años, empezó a encontrar sinsabores, disgustos y la convicción de que el tema de responsabilidad social le gustaba, pero el desarrollo rural no la terminaba de convencer. Tras una salida abrupta, pero necesaria, buscó y buscó. Y así llegó a Encuentros CJ, una ONG dedicada a la protección de generaciones jóvenes.

Esa niña hoy tiene 30 años y es quien escribe estas líneas. Mi experiencia trabajando en instituciones sin fines de lucro es la mejor. Sentir que desde tu lugar puedes promover un cambio, por mas chiquito que sea, que haces algo por convicción y mi convicción es esa, que los niños y adolescentes son el futuro del país y que antes de exigir a las autoridades que construyan mas colegios y universidades (aunque en realidad ahora tenemos mas que suficientes), debemos empezar nosotros mismos por darles oportunidades a estos jóvenes. Campañas como cómprale al emprendedor nos dan una idea de lo que se puede hacer para que ellos apuesten por el Perú, asi como nosotros lo hacemos.

Día a día encuentro razones para quedarme en el país y empujar el coche. Hemos encontrado razones para sentirnos orgullosos de esta tierra nuestra. Para que siga creciendo es momento de dejar de preguntarnos qué puede hacer el país por nosotros, la pregunta ahora es, qué podemos hacer por el país. En nuestras manos, y en nuestra cancha está.

Una canción para tiempos de incertidumbres vocacionales




Y esta es una publicidad para creer en nuestro país



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