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Mostrando entradas de mayo, 2020

Un día diferente

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El aislamiento domiciliario, que empezó el 15 de marzo se prolongó, se prolongó, se siguió prolongando y ¡zás! Me agarró el cumpleaños. Guardaba la esperanza de que para el 19 de mayo ya todos estuviéramos por calles y plazas, con un poco de miedo, pero sintiendo, sin decirlo, que las cosas estaban mejor. La situación es diferente y yo me preparo para recibir mi cumpleaños en #ModoCuarentena. Digamos que no me termino de hacerme a la idea que voy a pasar mi cumpleaños, mis 30 y todos, encerrada en casa, viviendo los últimos días de aislamiento domiciliario, o eso parece. Mientras más se acercaba la fecha, más he sentido la pegada, porque no he tenido mi tradicional visita al spa más cercano para hacerme las uñas, las cejas y la teñida, que bastante falta me está haciendo. Tampoco he tenido la tradicional tarde de shopping que era una de las actividades que más disfruto, porque admito con orgullo que soy compradora compulsiva. Consumidora soy y no me compadezcas. Obvio

Lo asumo, soy yo

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Yo sé que esa frase típica para terminar "no soy yo, eres tú" es una excusa, un cliché, una salida que trata de ser decorosa, y en el intento se queda porque hay algo más debajo de ese no eres tú, porque eres lindo, amoroso, detallista, amable e inteligente, soy yo que a mis 30 y muchos no sé lo que quiero, o al menos se que tú no eres a quien quiero. Es en ese momento que esta frase temible, terrible, avasalladora, no es tan falsa. Es verdad, no es él eres tú. Digamos que él apareció justo cuando superabas una debacle emocional. Necesitabas renovar y también, por qué no una subida de autoestima, inmoderadas dosis de cariño, una compañía. En ese instante lo conoces, todo se da tan rápido como una caída libre y ¡zas! hecatombe sentimental superada en tiempo récord. Hasta que te das cuenta que esa emoción que duró tanto como una publicidad de televisión, o incluso menos, se está desvaneciendo porque aparecen uno a uno esos defectos que no toleras, o que lo pasarías

Insensible

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El aislamiento domiciliario como parte de las medidas del estado de emergencia para frenar el avance implacable del coronavirus nos agarró fríos a todos. O mejor dicho, la prorroga, y la segunda prorroga y la que vino después. En el ambiente se respira miedo, se respira incertidumbre, se respira incredulidad y se respira ansiedad. Sin embargo, la idea de llevar encerrada en mi casa más de un mes a mi no me desespera. O al menos, creo que no. Estoy segura que muchas personas que están en mi entorno, incluidos familiares y amigos, piensan que el aislamiento me pone en una posición privilegiada, porque puedo hacer mi trabajo desde casa, es decir, mi mundo no se ha detenido, sigo produciendo y a fin de mes recibí mi sueldo. Pues si, debo reconocer que la esencia de mi trabajo y el apoyo de aplicaciones digitales, en especial el Whatsapp y el Teams, me han permitido continuar con mis tareas desde casa, rescatando esa autodisciplina de la que tanto me jactaba cuando me sumé al telet