Y no pasa nada
Pasaron muchos años, tantos que ya había perdido la cuenta y hasta me había hecho a la idea de que nunca nos volveríamos a ver, y era mejor así. Sin embargo, cuando menos lo pensé pasó, nos volvimos a ver y eso sirvió para comprobar y decir muy orgullosa y con la frente en alto que ya no pasa nada. Hace tiempo dije que entre él y yo, el nosotros solo se conjugaba en tiempo pasado, que ya era asunto cerrado, enterrado y olvidado, y también que prefería no verlo. Cuando mencionaba eso, se me venía el carga montón, que si decía eso era porque no lo había superado, que aún me movía el piso, que seguía esperando que pasara algo entre nosotros y un largo etcétera, al que decidí prestar oídos sordos. El coincidir con él no me atormentaba. Veía sus fotos y no sentía ese aguijón que me hincaba con insistencia en medio del estómago cuando recién me enteré que otra lo alborotaba y lo encandilaba tanto o más que yo en un principio. Escuchaba sus guiños coquetos y si bien me sonrojaban