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Mostrando entradas de abril, 2019

¿A qué le tienen miedo?

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El tema de incluir el enfoque de género, entiendan, enfoque, no ideología, en la currícula escolar llama de nuevo la atención de todo el mundo. Mientras algunos pensamos que eso es un primer paso para erradicar el machismo, otros, se espantan, se arañan las vestiduras y dicen que todos los que apoyamos el enfoque de género somos una inmorales, asquerosos e impresentables. Mi pregunta es por qué se escandalizan cuando escuchan la palabra género, ¿qué silaba de esa palabra, que parece equivaler a una grosería, les causa tanto miedo? ¿Por qué les causa miedo la palabra género a los de Con mis hijos no te metas? Dicen que ellos son los únicos responsables de hablarles de sexualidad a sus hijos, eso siempre fue, es y será así. Me parece bien, es más, a mi me hablaron de sexualidad en casa, y a los 11 años ya sabía cómo venían los niños al mundo, nada de cigüeñas, nada de semillitas. El detalle es que parece que no todos los padres lo hacen, o lo están haciendo mal, caso contrario n

Barney y yo

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Continuando con las cartas a los chicos que alguna vez atraparon mi atención, y un trocito de mi corazón, le escribiremos a Barney. A diferencia de la película de Netflix, y tal vez, de las demás cartas que escribiré, Barney y yo si fuimos enamorados. Un romance tan fugaz como insólito, sin pies, ni cabeza, y que muchas veces me ha enfrentado a la pregunta ¿en qué estaba pensando? Mas que una carta a Barney, esto va a ser un llamado a mi reflexión. Estimado Barney: Increíble, pero cierto, llevamos 18 años de conocernos, y sería bueno recordar cómo fue que pasó, solo para contextualizar. Era el 2001, yo estaba trabajando como recepcionista en una juguetería en Miraflores, un trabajo bastante arduo, tomando en cuenta que estábamos en plena campaña navideña, y fue ahí, en el momento en que empezamos a pedir refuerzos a gritos, en que hiciste tu aparición. Honestamente tu presencia ni me iba, ni me venía, por dos motivos. Primero, había tanto que hacer, que no teníamos tiempo n

En buena compañía

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Cuando estamos solos extrañamos ser la persona en quien nos convertimos cuando nos enamoramos, esa que ve un día brillante aunque este garuando y cante con especial emoción aquellas power ballads a las que antes no prestaba la más mínima atención; y, obviamente, se echa de menos la buena compañía. Algunas cosas se disfrutan más cuando se hacen de a dos. Hace un par de semanas conversaba con una amiga solterísima, como yo. Ella me decía que sus compañeras de casa estaban emparejadas y, aunque no las envidiaba, extrañaba la compañía, tener a alguien al lado para conversar, salir, divertirse, compartir, hacer planes, Alguien con quien tener ese lazo de intimidad, complicidad, confort. Esa otra persona que de repente, hasta la fecha no ha aparecido, o tal vez si, pero no era tal como lo imaginamos y preferimos dejarlo ir.  La escuchaba y pensaba, una vez más, que no estaba sola en mi causa, que no soy la única persona que de rato en rato, cuando las cosas van muy bien o muy ma