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Mostrando entradas de noviembre, 2018

También es violencia

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Hace algunos años, la periodista Maribel Ocampo cuestionaba porque las mujeres, sobre todo las figuras públicas, tienen que verse bien, llámese tener un peso siempre por debajo del recomendable, un cutis de porcelana, sin la más mínima sospecha del paso del tiempo, una cabellera frondosa e impecable y una figura envidiable, y los hombres no. Es más, mientras nosotras, las mujeres del mundo, hacemos y compramos de todo para tratar de detener el tiempo, los hombres que peinan canas se hacen más interesantes, y hasta más churros. Y eso lo decimos nosotras, las víctimas de la era de la inmediatez y la imagen. Desde que tengo uso de razón he luchado contra mi panza. He crecido odiándola, y detestando cada lunar de mi cuerpo, hasta que un día escuché que eso, junto con la bullanguería y el gusto por la buena comida, es parte de la herencia italiana, y me reconcilié con ellos. Sin embargo, he hecho de todo para olvidarme de la barriga y todo fue inútil, dietas imposibles, abdominales

Afortunadamente no eras tú... y no era yo

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Me gusta salir contigo porque no dices tonterías, me dijo cierto sujeto, de buenas a primeras una tarde en que caminábamos por calles que en mi vida había recorrido, pero que para él eran cotidianas. Su comentario lejos de alegrarme, me incomodó, la verdad es que siempre pensaba dos veces cada cosa que decía antes de abrir mi boca cuando estaba con él. Estaba tratando de cambiar por un pata, olvidándome que soy una persona y no un proyecto. Él siempre se me hizo inmutable, nada lo afectaba, nada le importaba, nada lo ataba, solo su tensión, siempre estaba estresado. Esa era su manera de demostrar que era excéntrico y cool, y yo, impresionable por naturaleza, me quedaba boquiabierta con cada actitud, cada teoría, cada comentario suyo. De entrada nomás supe que mis arranques cursis no iban con él, ni mis poses de la quinceañera melosa y desmelenada que jamás fui, ni mis visiones sobre ciertas cosas que nos hacían caer en una y darnos cuenta de que éramos mas incompatibles de lo

Te abrazo en mis recuerdos

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El 8 de noviembre no es un día cualquiera, o al menos no lo es desde 1986, fecha en que llegó al mundo mi hermana menor, Laura. Este es el primer año en que no la voy a abrazar, ni desear un feliz cumpleaños, ni entregarle mi regalo, cruzando los dedos y esperando que le guste. Al menos no físicamente, por eso quiero abrazarla con el corazón mediante una oración y los recuerdos que guardo con ella. Un sábado 8 de noviembre de 1986, a eso de las 10 de la mañana, yo bajaba a tomar mi desayuno un tanto somnolienta. Un par de tíos estaban sentados en la sala de mi casa y uno de ellos me cuenta emocionado que mi hermanita estaba naciendo. Yo resuelta e indiferente le respondí, ya se, y le pregunté a mi abuelita si podía servirme mi leche. Ese mismo día, unas horas después llegué a la clínica para conocer a mi hermanita y poder cargarla, y tomarnos la primera foto juntas. Cuando le contaba la anécdota del día en que nos vimos las caras por primera vez le decía, si pues, estabas roja